Los habitantes de Tolomosa afirman que posee una leyenda
El uso medicinal y la leyenda que esconde la “hediondilla”
Se usa para dolores musculares o reumas. Se mezclan unas ramas de hediondilla y otras de romerillo en un frasco con alcohol, se deja reposar unos días y con esta agua se frota donde se tiene dolor
La “hediondilla” es un arbusto leñoso perenne que puede alcanzar dos metros de altura con uno o más vástagos verdes y frágiles. Las hojas son verdes claras y brillantes de lámina lanceolada, generalmente aguda en el ápice y atenuada en la base. La planta emite un olor desagradable parecido a la goma cuando es machacada.
Es diseminada por los pájaros y también por el agua. En el campo de Tarija es conocida como Kharallanta y se encuentra a orillas de los ríos, en los parajes de Tolomosa y en algunos cerros. Muchas veces, por accidente, hemos agarrado sus hojas y éstas nos dejaron un olor desagradable.
Los habitantes de Tolomosa afirman que el arbusto posee una leyenda. “Según mentaban, antes jue una princesa, más linda que la virgen de la capilla de Tolomosa. Tuitos los mozos se prendaban de ella”, cuenta Pascual Castillo, un habitante del lugar.
Sentado en el patio de tierra de su casa se dispone a contarnos la leyenda. Así afirma que se trataba de una joven muy coqueta, que no tenía una relación seria con ningún mozo del pueblo, era la hija del rey. Cuentan que el reino estaba revuelto. El rey le llamaba la atención, pero ella no hacía caso alguno. Desde las ventanas del palacio miraba con maligna curiosidad cómo los mozos se peleaban por ella. “Nada la aplacaba. Los ojiaba, los toriaba; y cuando se creyían ser dueños del terreno, ligerito toriaba a otro”, cuenta Pascual.
Añade que a causa de esto y por burlarse de un príncipe de un reino fronterizo vino la guerra. Cada uno de los mozos entró a la batalla porque la princesa hizo creer que después de la pelea se casaría con quien la ganase. Al poco tiempo el rey murió y ella siguió coqueteando y gozando del amor de todos los muchachos. “¡Ay, Diastros! pero, quien mal anda, mal acaba como dicen”, afirma Pascual.
Continúa diciendo que en la ciudad había un mozo muy bueno y honrado, hijo de una viuda que tenía muchos niños. El mozo se llamaba Sebastián Tolaba. Cuando la princesa vio pasar por su ventana al muchacho, su corazón fue flechado y desde entonces Sebastián andaba peregrinando en las afueras del palacio.
La princesa le dio oportunidad para conversar y cuando más creído estaba el mozo de haber conseguido conquistar a la princesa por encima de los otros, ella le hizo un desaire, tras otro. El joven se suicidó. “Tuita la gente malhayó contra la princesa cruel. En el riyo, los perros jocharon. La mamá de Sebastián y tuitas sus comagris y vecinas, se arrodillaron llorando dilanti del difunto a la medianoche y pidieron al taita Dios, a los santos y a los malignos, castigo pa la autora de tanta perdición”, relata Pascual.
Cuenta que consiguieron ropas usadas de la princesa y una muñeca de trapo. Colocaron estas cosas bordeando al muerto. Después se encerraron en el cuarto. Se sintió sahumerios, alaridos y voces roncas. Y pues dice la gente que vinieron todos los espíritus y una condenación terrible cayó sobre la joven, causante de la desventura. “Como la mujer donosa atormentó a los hombres con su encanto endiablau teniya que pagarlo en su propio atractivo”, continuó Pascual.
Así dice que las almas malas dispusieron cambiar su humana condición en un arbusto de hojas malolientes con flor amarilla que significa desprecio. Cuentan que ni las cabras se asomaban a la planta. Dicen que por muchos años no sirvió para nada y padeció su humillación. Sin embargo, Pascual dice que la otra parte de su castigo era servir a la gente de algo. “Machacaus los tallos tiernos con las hojas, jechu un ungüento y colau, cura lo qui los puebleros llaman almurranas”, cuenta Pascual.
“Y algo más, pero no le mente a nadie, aquí es secreto. Como planta aciaga cuando a uno le dan a tomar el jugo del cogollo se queda quieto, sin movimiento, pero con la vida completa”, señala nuestro relator.
De esta manera la que antes fue una princesa buena moza, ha quedado en los cerros y montes sola esperando el amor de los mozos chapacos. Dicen que la planta pidió perdón a las almas y éstas permitieron que el viento lleve sus semillas a los bordes de los arroyos y acequias para mirar más de cerca a los muchachos.
“Desde las alturas, la kharallanta crece coposa, con tallo grueso, hojas anchas, jloris grandes, como se ve en Tolomosa, pero sin dejar de comunicar su hediondo resuello”, culmina Pascual.
Ficha botánica
Nombre Local: Hediondilla o Kharallanta
Ecosistema: LLanura Aluvial Chaqueña
Tipo de Suelo: Arenoso Pardo
Usos: Toxica
Uso medicinal: Se usa para dolores musculares o reumas. Se mezclan unas ramas de hediondilla y otras de romerillo en un frasco con alcohol, se deja reposar unos días y con esta agua se frota donde se tiene dolor, también sirve para picadas de alacrán y para curar almorranas. Su naturaleza toxica no permite ingerirla ni por accidente ya que causa la muerte.