Bodegas advierten caída de mercados para vinos tarijeños
Los bodegueros advierten que la caída de mercados para vinos tarijeños repercute en toda la cadena productiva. Los principales problemas identificados son tres: el contrabando, la falta de barreras arancelarias para vinos extranjeros y la falsificación de singani. Esta situación se la...
Los bodegueros advierten que la caída de mercados para vinos tarijeños repercute en toda la cadena productiva. Los principales problemas identificados son tres: el contrabando, la falta de barreras arancelarias para vinos extranjeros y la falsificación de singani. Esta situación se la arrastra desde hace cuatro años aproximadamente, pero con mayor agudeza el 2019 y en lo que va del 2020.
Después de los hidrocarburos, que ya tuvo sus efectos negativos por la caída de los precios, la actividad vitivinícola es la economía más importante del departamento de Tarija, pero está también se desploma. Atrás quedaron los discursos de las autoridades departamentales y nacionales de potenciar mercados para vivir de esta actividad y dejar de depender del gas. Tantos los productores de la vid y los de vinos y singanis sienten los primeros efectos.
Según el Centro Vitivinícola (Cevita), entre el 30 y 40 por ciento de la producción de uva departamental es destinada para la elaboración de vinos y singanis, el restante porcentaje se lo comercializa como uva de mesa.
El presidente de la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV), Luis Pablo Granier, explicó que hubo una caída del 20 por ciento de los mercados internos para los vinos y singanis en el país, por ende, eso genero que compren menos uva a los productores, sector que también está preocupado porque temen quedarse con uva en campo.
El empresario sostiene que el contrabando es el principal flagelo para esa cadena productiva, con mayor impulso con la devaluación de la moneda argentina. Toda esa situación genero que en la actualidad las bodegas funcionen al 60 por ciento de su capacidad instalada.
Ante esa situación, Granier reconoce que redujeron la compra de uva a los productores, pero es porque los mercados de los vinos y singanis cayeron. Sin embargo, eso no significó que como industriales les compren a menos precio la uva, porque saben que tienen que proteger la cadena.
“Es muy importante que las autoridades entiendan que tienen una responsabilidad con el sector más importante del sur de Bolivia. La crisis se la viene hablando desde el año pasado, pero no hubo ninguna solución de fondo – comentó el empresario –. No se debe echar barro a una solo eslabón de la cadena, los productores también venden uva de mesa y es el mercado más grande que tienen. A ellos, al igual que a nosotros, se cerraron los mercados”.
El miembro del directorio de ANIV, Franz Molina, sostiene que al margen del contrabando, otro de los problemas es la falta de aranceles para los vinos que se importa de otros países, principalmente del Brasil y de Argentina. La falta de barreras arancelarias hace que los productos de esos países se encuentren a un precio más bajo de los que se producen en Bolivia, aventajados por la depreciación de la moneda nacional de ambas naciones.
A eso se suma la falsificación del singani, personas inescrupulosas que mezclan el alcohol de caña para luego comercializarlo como singani. Al igual que Granier, Molina dice que el principal problema es el contrabando, pues, sabe que el 80 por ciento de los mercados es informal.
Molina dice que esta problemática se la arrastra desde hace cinco años aproximadamente, situación que no encontró un puerto de solución.
Según un estudio de Gerardo Aguirre Ulloa (año 2015), cuando la superficie cultiva en Tarija era 2.500 hectáreas, la producción de vino era de 11,5 millones de litros, mientras que la producción de singani llegaba a 6 millones de botellas y 10 toneladas de Uva. En la actualidad, la superficie cultivada sobrepasa las 3.500 hectáreas.
Después de los hidrocarburos, que ya tuvo sus efectos negativos por la caída de los precios, la actividad vitivinícola es la economía más importante del departamento de Tarija, pero está también se desploma. Atrás quedaron los discursos de las autoridades departamentales y nacionales de potenciar mercados para vivir de esta actividad y dejar de depender del gas. Tantos los productores de la vid y los de vinos y singanis sienten los primeros efectos.
Según el Centro Vitivinícola (Cevita), entre el 30 y 40 por ciento de la producción de uva departamental es destinada para la elaboración de vinos y singanis, el restante porcentaje se lo comercializa como uva de mesa.
El presidente de la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV), Luis Pablo Granier, explicó que hubo una caída del 20 por ciento de los mercados internos para los vinos y singanis en el país, por ende, eso genero que compren menos uva a los productores, sector que también está preocupado porque temen quedarse con uva en campo.
El empresario sostiene que el contrabando es el principal flagelo para esa cadena productiva, con mayor impulso con la devaluación de la moneda argentina. Toda esa situación genero que en la actualidad las bodegas funcionen al 60 por ciento de su capacidad instalada.
Ante esa situación, Granier reconoce que redujeron la compra de uva a los productores, pero es porque los mercados de los vinos y singanis cayeron. Sin embargo, eso no significó que como industriales les compren a menos precio la uva, porque saben que tienen que proteger la cadena.
“Es muy importante que las autoridades entiendan que tienen una responsabilidad con el sector más importante del sur de Bolivia. La crisis se la viene hablando desde el año pasado, pero no hubo ninguna solución de fondo – comentó el empresario –. No se debe echar barro a una solo eslabón de la cadena, los productores también venden uva de mesa y es el mercado más grande que tienen. A ellos, al igual que a nosotros, se cerraron los mercados”.
El miembro del directorio de ANIV, Franz Molina, sostiene que al margen del contrabando, otro de los problemas es la falta de aranceles para los vinos que se importa de otros países, principalmente del Brasil y de Argentina. La falta de barreras arancelarias hace que los productos de esos países se encuentren a un precio más bajo de los que se producen en Bolivia, aventajados por la depreciación de la moneda nacional de ambas naciones.
A eso se suma la falsificación del singani, personas inescrupulosas que mezclan el alcohol de caña para luego comercializarlo como singani. Al igual que Granier, Molina dice que el principal problema es el contrabando, pues, sabe que el 80 por ciento de los mercados es informal.
Molina dice que esta problemática se la arrastra desde hace cinco años aproximadamente, situación que no encontró un puerto de solución.
Según un estudio de Gerardo Aguirre Ulloa (año 2015), cuando la superficie cultiva en Tarija era 2.500 hectáreas, la producción de vino era de 11,5 millones de litros, mientras que la producción de singani llegaba a 6 millones de botellas y 10 toneladas de Uva. En la actualidad, la superficie cultivada sobrepasa las 3.500 hectáreas.