Alejandro Arroz, el cine desde una mirada diferente
Es productor, guionista y director nacido en Salta. Alejandro Arroz es un afrodescendiente que estudió cine en Buenos Aires y realizó además varios seminarios internacionales de perfeccionamiento con destacados realizadores audiovisuales, emprendiendo desde muy temprana edad una carrera...
Es productor, guionista y director nacido en Salta. Alejandro Arroz es un afrodescendiente que estudió cine en Buenos Aires y realizó además varios seminarios internacionales de perfeccionamiento con destacados realizadores audiovisuales, emprendiendo desde muy temprana edad una carrera filmográfica extensa, donde destacan temas sociales y convierte en protagonistas a personajes de historias revolucionarias. Gran parte de su trabajo refleja la vida de las etnias nativas del continente, poniendo en la pantalla sus realidades y cosmovisiones.
Arroz llegó a Tarija en pasados días y visitó las oficinas del periódico El País. Su presencia en este departamento fue para difundir el acuerdo de co-producción que apunta a filmar el largometraje de ficción “La Casa de Piedra”, una nueva película del cineasta Rodrigo Ayala Bluske, que en el género de la ficción desentraña las vivencias de un personaje del tiempo de las guerrillas en Bolivia, convirtiéndose así esta producción en la primara realización que hacen los municipios hermanos de Salta y Tarija.
Si bien en su haber tiene unos 30 documentales y otras producciones como largometrajes, cortos y series (muchos de ellos ganadores de premios en festivales internacionales), una de las producciones más aclamadas a nivel internacional se llama “Pallca”, una obra que mediante una trama sencilla se propone mostrar los contrastes entre una antigua forma de ver el mundo y la actual vida de las grandes ciudades latinoamericanas inmersas en la globalización. El largometraje muestra cómo subsisten ritos ancestrales mezclados con la falta de oportunidades para crecer como seres humanos y de cómo transcurre la vida cotidiana en los andes, siendo el primero en contar con protagonistas de la comunidad “kolla”.
Entre sus premios, por mencionar algunos ganó el primer premio del Concurso Nacional de guiones sobre Niñez y Juventud organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). En 1985 ocupa el cargo de director asistente en Corazón de tango de Rubén Estrella, ganando el primer premio en el Festival Internacional de Zagreb (antigua Yugoslavia). En 1988 se convierte en miembro fundador de Yacoraite Film, cooperativa responsable de producir las películas La deuda interna y “La Última Siembra” de Miguel Pereira, trabajando en esta última en el departamento de edición.
En 1991 funda PACT4 (Producciones Alternativas de Cine y Televisión) centrando sus esfuerzos en la difusión, promoción y producción de documentales mostrando por primera vez la realidad social y cultural de quienes habitan las remotas fronteras del noroestes argentino y recibiendo el apoyo de la Fundación Antorchas, el INCAA y la Secretaría de Cultura de la Nación entre otros.
En el año 1993 da un salto importante a nivel internacional, al ser reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por sus trabajos en favor de los Pueblos Originarios, siendo acreditado para participar de la Conferencia Mundial en Contra del Racismo, la Xenofobia y la Discriminación (WCAR) realizada en Durban, Sudáfrica.
A continuación presentamos la entrevista concretada con Arroz, quien habló sobre su carrera, su visión del cine actual y lo que es posible hacer a través de este arte.
El País (E.P.) En 1985 se empieza a conocer de sus producciones cinematográficas, pero ¿qué pasó antes de ese año, cómo fue el camino que te llevó al cine?
Alejandro Arroz (A.A.) Básicamente el año 84 es un año fundamental en Argentina porque es cuando la democracia llega a nuestro país, tas la dictadura militar que fue desde el 76 al 83. En el 84 asume el primer gobierno democrático después de una sangrienta época que tuvo nuestro país.
Yo empecé a estudiar cine a los 24 años porque justamente no quería estudiar cine durante la dictadura. El instituto nacional de Cine conocido como INCAA estaba comandando por un oficial de la Fuerza Aérea, entonces me negué a estudiar bajo esas condiciones (digamos que tu rector sea un piloto de helicóptero), así que esperé hasta la llegada de la democracia y por eso empecé grande. Antes estudié música.
Del 84 al 86 me fui a Buenos Aires a estudiar y tuve la suerte de que rápidamente empecé a conseguir trabajos, antes de recibirme ya me encargaron un corto sobre tango que en esa época estaba de baja, y un productor norteamericano se le ocurrió hacerlo.
Lo hicimos y fue un placer tener recursos suficientes para alquilar todo el equipo, en ese trabajo nos fue muy bien y ganamos una medalla de oro en Yugoslavia en un festival internacional. Después de eso me convocaron para formar una cooperativa de cine, con la que hicimos la “Deuda Interna” película de Miguel Pereira con la cual ganamos el Oso de plata del festival internacional de Berlín. Desde ahí no paré de trabajar, después hicimos “Siembra” y ahí abrí mi camino en solitario, empecé a producir con premios, gané un premio para hacer un documental sobre los Wichi en la frontera con Bolivia, Argentina y Paraguay, fue una experiencia muy linda, me fui a vivir dos meses con ellos, con la posibilidad de que me acepten o me echen, ése fue el primer trabajo que se hizo en el Chaco salteño sobre los Wichi, nunca antes había ido un camarógrafo o un director.
Con ese documental me fue bien, se estrenó en Francia, España y la ONU me contrató para mostrarlo en Paris y varios lugares. Como que el broche de oro fue la invitación a la conferencia mundial contra el racismo en Sudáfrica el año 2001, lugar donde los grandes líderes del mundo como Rigoberta Menchú estuvieron hablando en contra del racismo, proyectando mi documental de fondo para un público de todos los continentes. Fue una experiencia muy fuerte la que me proporcionó este documental.
E.P. En el principio, ¿qué ideales te llevan a enfocar tu capacidad productiva a sectores que antes no eran contemplados dentro del mundo del cine?
A.A. Y eso por una profunda envidia… porque nosotros en Argentina no sabemos de dónde somos y hacia dónde vamos. Hay yo creo serios problemas de identidad. Cuando por ejemplo yo estoy en Europa me dicen no pareces argentino, entonces digo no parezco porteño, porque soy del norte de Argentina entonces no tienes la forma del capitalino. Yo siempre tuve muchas preguntas sobre la identidad al tener una abuela negra y otro abuelo vasco… entonces bueno ahondar en las identidades, en los procesos culturales, en las cosmovisiones distintas de los pueblos hizo que me acerque a los pueblos originarios, y realmente el cuerpo de trabajos que tengo mayoritariamente son de pueblos originarios, tengo cerca de 30 documentales, trabajé con guaraníes, kollas, chané y wichis.
La gente me decía otra vez una película sobre pueblos originarios y yo decía no sabes las que faltan todavía porque hay un montón de temas nuevos que tomar. Sobre todo me maravilla la cosmovisión de pueblos que todavía tienen una visión distinta a la llamada cultura blanca. Lo que más me llamaba la atención son sus procesos creativos, por ejemplo en los guaraníes la poética inmensa oral que tienen; los kollas tienen otras particularidades, los Wichi una mitología muy rica sobre su origen, entonces todo esto hace que todavía haya muchas historias para contar.
Básicamente es bucear en la identidad para buscar respuestas y mostrar realidades que son duras. A veces me decían que mis documentales son de denuncia, que cuál es mi postura, yo no tengo ninguna, yo decía eso lo tienen que resolver ustedes y cada uno tendrá una postura diferente. El último trabajo que hago es sobre personajes muy activos en la revolución cubana, y tiene que ver con que todo empezó retratando a un argentino (Alberto Granado) y a un cubano preso en Salta (Ermes Peña), entonces mi acercamiento fue en este caso porque me interesa contar la historia de estos personajes que estuvieron en mi tierra.
Con la periferia siempre me interesó destacar que el 90 por ciento de las películas sobre periferia tienen que ver con la droga, la prostitución, la violencia, y hay 300 millones de habitantes que viven de otra forma pero no son retratados en el cine. Hay gente que vive a veces en condiciones miserables de realidad social y no entran en estos círculos de la violencia, pero nadie cuenta esa historia, no digo que no haya problemas, pero creo que hay un inmenso número de gente que no se ve retratada en el cine.
E.P. ¿Por qué tu inclinación al cine documental sobre el cine de ficción?
A.A. Básicamente por una posibilidad de producción, preparar dos películas de ficción es mucho más caro, es mucho más difícil conseguir los recursos y toma más tiempo. En Argentina es todo un sistema donde estamos controlados por los sindicatos, en donde se paga según lo que dicen, lo que me parece muy bien pero a veces es muy difícil hacer una ficción.
En cambio en documental yo tengo un equipo armado que me acompaña hace 20 años, entonces ya son como hermanos, con ellos podemos decir vamos a la Habana cuatro personas y hacemos un documental, después nos encargamos del proceso de distribución, de los estrenos, las ventas internacionales. Eso es lo que hace que podamos hacer más documentales que ficción, pero me gustan ambos por igual, los cortos que hago por ejemplo en mis talleres son todos de ficción, y tenemos algunos que son muy buenos y premiados, que recorrieron festivales internacionales.
E.P. ¿Cómo vez la producción cinematográfica en Salta?
A.A. Salta se está destacando por la gran producción audiovisual que hay en el noreste argentino. Hay estrenos que se están dando en este momento, hay cinco largometrajes que están presentándose, esto a pesar de que en Tucumán se tiene una escuela de cine y también en Jujuy, pero no tienen tanta producción como nosotros. Se generó un fenómeno donde hay cantidad y calidad de realizadores, te hablo solamente de largometrajes, pero hay también series y documentales.
E.P. ¿Cómo ves la producción en Bolivia?
A.A. Yo tengo amigos bolivianos con los que estuve en festivales. Todo lo que me refieren los conocidos y amigos es que faltan sistemas de apoyo en Bolivia para la producción audiovisual, por ejemplo en Argentina nosotros tenemos un promedio de 100 películas anuales que se producen, y me decían que en Bolivia a veces una o dos, entonces la diferencia es muy grande.
En esto de la cantidad tiene que ver con que salgan nuevas voces, nuevos equipos de cineastas bolivianos que puedan expresarse, pero si no tienen los medios de producción eso va retrasando el desarrollo del cine en Bolivia. Con la cónsul de Bolivia de hace dos años hicimos una muestra de cine boliviano y realmente el salteño descubrió un cine que no conocía y se asombraba que haya cine de buena calidad.
La falta de apoyo al cine boliviano hace que por ahí IBERMEDIA sea como una de las pocas salidas que tiene el cine de este país para poder crecer y mientras no se produzca más esto va a seguir así.
E.P. ¿Cómo crees que el cine contribuye a la construcción de la patria grande?
A.A. Yo creo que cada país tiene una forma de ver, de pensar, de hablar, de expresarse. Todas esas particularidades que se muestran en el cine tanto ecuatoriano, peruano, colombiano o brasilero que nos llega de a poco, hace que nos acerquemos como hermanos Latinoamericanos.
El conocimiento hace que nos acerquemos, cuanto más cine circule entre los países de nuestra patria grande va a hacer que se rompan barreras de prejuicios, barreras políticas y sociales. Ahora mismo en Argentina está muy candente este tema de que a un estúpido gobernador “macrista” de Jujuy se le ocurrió restringir el ingreso de bolivianos a los hospitales; el gobernador de Salta salió en contra de eso y se hermanó con Tarija, pero esto que está pasando en Jujuy es parte de lo que piensa la sociedad, el gobernador responde a un pensamiento de un gran sector de la sociedad que votó al gobierno neoliberal que tenemos en este momento en Argentina.
El cine nos puede acercar, sacar barreras del racismo sobre todo que en Argentina es muy grande. El cine creo que es un arma muy poderosa para ir limando todas estas diferencias que nos crean los distintos gobiernos.
E.P. ¿Cómo ves tu legado, el fruto de todas las películas y documentales que has realizado?
A.A. Ya empecé a ver los frutos porque soy el creador de la Semana de Cine Argentino en Salta. Un día vi un documental sobre los Wichi hecho en HD y me interesó mucho el cómo tenía la misma temática de un documental que hice hace varios años atrás, me contacté con la directora para invitarla y cuando la llamo grande fue su sorpresa. Me contó que hizo el documental en base al que habíamos hecho años antes.
Tomaron como base mi documental. De hecho hace muy poco gané un premio para remasterizar mi obra documental del año 95 al 2000, ese material está ya en una página liberado para la gente y empezó a usarse en los colegios, centros de investigación, centros de culturas originarias que me mandan sus mensajes. Yo creo que mis trabajos siguen en vigencia y el legado es que se siguen usando, son documentales que no les pasó el tiempo porque las problemáticas como la discriminación, la miseria, siguen vigentes y era lo que veníamos contando desde el año 90.
E.P. ¿Cómo te ha marcado recibir un reconocimiento de la ONU?
A.A. Yo lo viví con mucho orgullo porque el trabajo que siempre hicimos tratamos que sea muy honesto. Yo no creo en el cine objetivo, sobre todo en el documental, no hay forma porque en base a donde pongas la cámara vas a mostrar lo mejor o lo peor, y con el mismo material con la edición podes hacer un documental en contra o a favor, lo que sí creo es que hay que trabajar con honestidad intelectual y moral, y ésa fue una de las premisas.
La ética va de la mano de la estética decía un colega de trabajo, no podíamos salirnos de eso. Ése reconocimiento vino a afianzarnos en nuestro trabajo, saber que gente de otros países estaba analizando nuestras producciones nos llenó de orgullo pero también nos dimos cuenta de que el cine para pueblos originarios debería ser hecho por los propios pueblos originarios.
Está muy bien que hayan reconocido el trabajo y que yo haya estado en los distintos países exponiéndolo, pero acá debería haber cineastas indígenas mostrando su realidad. En ese proceso estoy en este momento, trabajando con Bernabé Montellanos, un dirigente de la comunidad kolla de San Isidro donde filmé Pallca. La idea es que yo sea una bisagra con ellos para que luego sea el espectador de las películas que ellos mismos hacen.
E.P. ¿Crees que la producción alternativa de cine en el continente llegue a buen puerto?
A.A. Yo creo que sí porque hay un nuevo paradigma en cómo uno ve las películas. Esto de las Redes Sociales, de salirse del sistema, se han hecho cosas muy interesantes y otras no tanto, pero esto es parte de la ebullición que hay, de la gente que se apropia de las tecnologías para expresarse. He visto películas hechas con celulares, hechas con una técnica impecable que han impactado en festivales internacionales. Los jóvenes se comunican mediante redes y hay series web que tienen miles de personas que las siguen, yo creo que el panorama se abre y hay un paradigma nuevo de cómo ver y hacer cine.
E.P. Tu filmografía es extensa. ¿Hacia dónde vas?
A.A. Estoy en mi mejor etapa, ahora tengo 56 años y tengo cerca de 10 proyectos en carpeta, estoy en pleno proceso creativo, de hecho me ofrecieron que me postule para jurado en festivales pero yo quiero seguir compitiendo. Tengo 28 premios en cine, eso hace que también a esta edad quiera ayudar a otros jóvenes a hacer cine. Ahora estoy en la etapa de posibilitar que otros filmen además de poder trabajar en mis propios proyectos.
E.P. En Bolivia hay un surgimiento de producción independiente. ¿Cuál sería el mensaje para los que quieran entrar a este mundo y se encuentran con grandes obstáculos?
A.A. En Argentina hay 15.000 estudiantes solamente en Buenos Aires, esto quiere decir que hay más estudiantes de cine ahí que en toda la comunidad europea junta, o sea que todas estas cosas negativas de que “no se va a poder” chocan con esta realidad porque la gente se inscribe a estudiar cine. Yo ahora comienzo un taller anual de cine en Salta para capacitar a gente durante un año, puse un cupo de 25 personas y hemos llegado a 60 inscritos, esto hace que toda esa gente, pese a las condiciones adversas de las políticas audiovisuales, se inscriba.
Hay gente que me dice: yo quiero hacer un videoclip, un documental sobre mi barrio, sobre temas que a nadie le interesa ni los tocan, quiero hacer una ficción. Yo lo que les digo es que la clave está en la capacitación, en no echarse atrás. En medios audiovisuales hay técnicas que grandes maestros vienen transmitiendo, decirles que vean mucho el cine histórico porque viendo se aprende tanto como en un instituto, que hagan cine como puedan porque como dijo un gran escritor argentino “los errores hay que cometerlos lo antes posible”… entonces empecemos y después veremos hasta dónde llegamos.
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Arroz llegó a Tarija en pasados días y visitó las oficinas del periódico El País. Su presencia en este departamento fue para difundir el acuerdo de co-producción que apunta a filmar el largometraje de ficción “La Casa de Piedra”, una nueva película del cineasta Rodrigo Ayala Bluske, que en el género de la ficción desentraña las vivencias de un personaje del tiempo de las guerrillas en Bolivia, convirtiéndose así esta producción en la primara realización que hacen los municipios hermanos de Salta y Tarija.
Si bien en su haber tiene unos 30 documentales y otras producciones como largometrajes, cortos y series (muchos de ellos ganadores de premios en festivales internacionales), una de las producciones más aclamadas a nivel internacional se llama “Pallca”, una obra que mediante una trama sencilla se propone mostrar los contrastes entre una antigua forma de ver el mundo y la actual vida de las grandes ciudades latinoamericanas inmersas en la globalización. El largometraje muestra cómo subsisten ritos ancestrales mezclados con la falta de oportunidades para crecer como seres humanos y de cómo transcurre la vida cotidiana en los andes, siendo el primero en contar con protagonistas de la comunidad “kolla”.
Entre sus premios, por mencionar algunos ganó el primer premio del Concurso Nacional de guiones sobre Niñez y Juventud organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). En 1985 ocupa el cargo de director asistente en Corazón de tango de Rubén Estrella, ganando el primer premio en el Festival Internacional de Zagreb (antigua Yugoslavia). En 1988 se convierte en miembro fundador de Yacoraite Film, cooperativa responsable de producir las películas La deuda interna y “La Última Siembra” de Miguel Pereira, trabajando en esta última en el departamento de edición.
En 1991 funda PACT4 (Producciones Alternativas de Cine y Televisión) centrando sus esfuerzos en la difusión, promoción y producción de documentales mostrando por primera vez la realidad social y cultural de quienes habitan las remotas fronteras del noroestes argentino y recibiendo el apoyo de la Fundación Antorchas, el INCAA y la Secretaría de Cultura de la Nación entre otros.
En el año 1993 da un salto importante a nivel internacional, al ser reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por sus trabajos en favor de los Pueblos Originarios, siendo acreditado para participar de la Conferencia Mundial en Contra del Racismo, la Xenofobia y la Discriminación (WCAR) realizada en Durban, Sudáfrica.
A continuación presentamos la entrevista concretada con Arroz, quien habló sobre su carrera, su visión del cine actual y lo que es posible hacer a través de este arte.
El País (E.P.) En 1985 se empieza a conocer de sus producciones cinematográficas, pero ¿qué pasó antes de ese año, cómo fue el camino que te llevó al cine?
Alejandro Arroz (A.A.) Básicamente el año 84 es un año fundamental en Argentina porque es cuando la democracia llega a nuestro país, tas la dictadura militar que fue desde el 76 al 83. En el 84 asume el primer gobierno democrático después de una sangrienta época que tuvo nuestro país.
Yo empecé a estudiar cine a los 24 años porque justamente no quería estudiar cine durante la dictadura. El instituto nacional de Cine conocido como INCAA estaba comandando por un oficial de la Fuerza Aérea, entonces me negué a estudiar bajo esas condiciones (digamos que tu rector sea un piloto de helicóptero), así que esperé hasta la llegada de la democracia y por eso empecé grande. Antes estudié música.
Del 84 al 86 me fui a Buenos Aires a estudiar y tuve la suerte de que rápidamente empecé a conseguir trabajos, antes de recibirme ya me encargaron un corto sobre tango que en esa época estaba de baja, y un productor norteamericano se le ocurrió hacerlo.
Lo hicimos y fue un placer tener recursos suficientes para alquilar todo el equipo, en ese trabajo nos fue muy bien y ganamos una medalla de oro en Yugoslavia en un festival internacional. Después de eso me convocaron para formar una cooperativa de cine, con la que hicimos la “Deuda Interna” película de Miguel Pereira con la cual ganamos el Oso de plata del festival internacional de Berlín. Desde ahí no paré de trabajar, después hicimos “Siembra” y ahí abrí mi camino en solitario, empecé a producir con premios, gané un premio para hacer un documental sobre los Wichi en la frontera con Bolivia, Argentina y Paraguay, fue una experiencia muy linda, me fui a vivir dos meses con ellos, con la posibilidad de que me acepten o me echen, ése fue el primer trabajo que se hizo en el Chaco salteño sobre los Wichi, nunca antes había ido un camarógrafo o un director.
Con ese documental me fue bien, se estrenó en Francia, España y la ONU me contrató para mostrarlo en Paris y varios lugares. Como que el broche de oro fue la invitación a la conferencia mundial contra el racismo en Sudáfrica el año 2001, lugar donde los grandes líderes del mundo como Rigoberta Menchú estuvieron hablando en contra del racismo, proyectando mi documental de fondo para un público de todos los continentes. Fue una experiencia muy fuerte la que me proporcionó este documental.
E.P. En el principio, ¿qué ideales te llevan a enfocar tu capacidad productiva a sectores que antes no eran contemplados dentro del mundo del cine?
A.A. Y eso por una profunda envidia… porque nosotros en Argentina no sabemos de dónde somos y hacia dónde vamos. Hay yo creo serios problemas de identidad. Cuando por ejemplo yo estoy en Europa me dicen no pareces argentino, entonces digo no parezco porteño, porque soy del norte de Argentina entonces no tienes la forma del capitalino. Yo siempre tuve muchas preguntas sobre la identidad al tener una abuela negra y otro abuelo vasco… entonces bueno ahondar en las identidades, en los procesos culturales, en las cosmovisiones distintas de los pueblos hizo que me acerque a los pueblos originarios, y realmente el cuerpo de trabajos que tengo mayoritariamente son de pueblos originarios, tengo cerca de 30 documentales, trabajé con guaraníes, kollas, chané y wichis.
La gente me decía otra vez una película sobre pueblos originarios y yo decía no sabes las que faltan todavía porque hay un montón de temas nuevos que tomar. Sobre todo me maravilla la cosmovisión de pueblos que todavía tienen una visión distinta a la llamada cultura blanca. Lo que más me llamaba la atención son sus procesos creativos, por ejemplo en los guaraníes la poética inmensa oral que tienen; los kollas tienen otras particularidades, los Wichi una mitología muy rica sobre su origen, entonces todo esto hace que todavía haya muchas historias para contar.
Básicamente es bucear en la identidad para buscar respuestas y mostrar realidades que son duras. A veces me decían que mis documentales son de denuncia, que cuál es mi postura, yo no tengo ninguna, yo decía eso lo tienen que resolver ustedes y cada uno tendrá una postura diferente. El último trabajo que hago es sobre personajes muy activos en la revolución cubana, y tiene que ver con que todo empezó retratando a un argentino (Alberto Granado) y a un cubano preso en Salta (Ermes Peña), entonces mi acercamiento fue en este caso porque me interesa contar la historia de estos personajes que estuvieron en mi tierra.
Con la periferia siempre me interesó destacar que el 90 por ciento de las películas sobre periferia tienen que ver con la droga, la prostitución, la violencia, y hay 300 millones de habitantes que viven de otra forma pero no son retratados en el cine. Hay gente que vive a veces en condiciones miserables de realidad social y no entran en estos círculos de la violencia, pero nadie cuenta esa historia, no digo que no haya problemas, pero creo que hay un inmenso número de gente que no se ve retratada en el cine.
E.P. ¿Por qué tu inclinación al cine documental sobre el cine de ficción?
A.A. Básicamente por una posibilidad de producción, preparar dos películas de ficción es mucho más caro, es mucho más difícil conseguir los recursos y toma más tiempo. En Argentina es todo un sistema donde estamos controlados por los sindicatos, en donde se paga según lo que dicen, lo que me parece muy bien pero a veces es muy difícil hacer una ficción.
En cambio en documental yo tengo un equipo armado que me acompaña hace 20 años, entonces ya son como hermanos, con ellos podemos decir vamos a la Habana cuatro personas y hacemos un documental, después nos encargamos del proceso de distribución, de los estrenos, las ventas internacionales. Eso es lo que hace que podamos hacer más documentales que ficción, pero me gustan ambos por igual, los cortos que hago por ejemplo en mis talleres son todos de ficción, y tenemos algunos que son muy buenos y premiados, que recorrieron festivales internacionales.
E.P. ¿Cómo vez la producción cinematográfica en Salta?
A.A. Salta se está destacando por la gran producción audiovisual que hay en el noreste argentino. Hay estrenos que se están dando en este momento, hay cinco largometrajes que están presentándose, esto a pesar de que en Tucumán se tiene una escuela de cine y también en Jujuy, pero no tienen tanta producción como nosotros. Se generó un fenómeno donde hay cantidad y calidad de realizadores, te hablo solamente de largometrajes, pero hay también series y documentales.
E.P. ¿Cómo ves la producción en Bolivia?
A.A. Yo tengo amigos bolivianos con los que estuve en festivales. Todo lo que me refieren los conocidos y amigos es que faltan sistemas de apoyo en Bolivia para la producción audiovisual, por ejemplo en Argentina nosotros tenemos un promedio de 100 películas anuales que se producen, y me decían que en Bolivia a veces una o dos, entonces la diferencia es muy grande.
En esto de la cantidad tiene que ver con que salgan nuevas voces, nuevos equipos de cineastas bolivianos que puedan expresarse, pero si no tienen los medios de producción eso va retrasando el desarrollo del cine en Bolivia. Con la cónsul de Bolivia de hace dos años hicimos una muestra de cine boliviano y realmente el salteño descubrió un cine que no conocía y se asombraba que haya cine de buena calidad.
La falta de apoyo al cine boliviano hace que por ahí IBERMEDIA sea como una de las pocas salidas que tiene el cine de este país para poder crecer y mientras no se produzca más esto va a seguir así.
E.P. ¿Cómo crees que el cine contribuye a la construcción de la patria grande?
A.A. Yo creo que cada país tiene una forma de ver, de pensar, de hablar, de expresarse. Todas esas particularidades que se muestran en el cine tanto ecuatoriano, peruano, colombiano o brasilero que nos llega de a poco, hace que nos acerquemos como hermanos Latinoamericanos.
El conocimiento hace que nos acerquemos, cuanto más cine circule entre los países de nuestra patria grande va a hacer que se rompan barreras de prejuicios, barreras políticas y sociales. Ahora mismo en Argentina está muy candente este tema de que a un estúpido gobernador “macrista” de Jujuy se le ocurrió restringir el ingreso de bolivianos a los hospitales; el gobernador de Salta salió en contra de eso y se hermanó con Tarija, pero esto que está pasando en Jujuy es parte de lo que piensa la sociedad, el gobernador responde a un pensamiento de un gran sector de la sociedad que votó al gobierno neoliberal que tenemos en este momento en Argentina.
El cine nos puede acercar, sacar barreras del racismo sobre todo que en Argentina es muy grande. El cine creo que es un arma muy poderosa para ir limando todas estas diferencias que nos crean los distintos gobiernos.
E.P. ¿Cómo ves tu legado, el fruto de todas las películas y documentales que has realizado?
A.A. Ya empecé a ver los frutos porque soy el creador de la Semana de Cine Argentino en Salta. Un día vi un documental sobre los Wichi hecho en HD y me interesó mucho el cómo tenía la misma temática de un documental que hice hace varios años atrás, me contacté con la directora para invitarla y cuando la llamo grande fue su sorpresa. Me contó que hizo el documental en base al que habíamos hecho años antes.
Tomaron como base mi documental. De hecho hace muy poco gané un premio para remasterizar mi obra documental del año 95 al 2000, ese material está ya en una página liberado para la gente y empezó a usarse en los colegios, centros de investigación, centros de culturas originarias que me mandan sus mensajes. Yo creo que mis trabajos siguen en vigencia y el legado es que se siguen usando, son documentales que no les pasó el tiempo porque las problemáticas como la discriminación, la miseria, siguen vigentes y era lo que veníamos contando desde el año 90.
E.P. ¿Cómo te ha marcado recibir un reconocimiento de la ONU?
A.A. Yo lo viví con mucho orgullo porque el trabajo que siempre hicimos tratamos que sea muy honesto. Yo no creo en el cine objetivo, sobre todo en el documental, no hay forma porque en base a donde pongas la cámara vas a mostrar lo mejor o lo peor, y con el mismo material con la edición podes hacer un documental en contra o a favor, lo que sí creo es que hay que trabajar con honestidad intelectual y moral, y ésa fue una de las premisas.
La ética va de la mano de la estética decía un colega de trabajo, no podíamos salirnos de eso. Ése reconocimiento vino a afianzarnos en nuestro trabajo, saber que gente de otros países estaba analizando nuestras producciones nos llenó de orgullo pero también nos dimos cuenta de que el cine para pueblos originarios debería ser hecho por los propios pueblos originarios.
Está muy bien que hayan reconocido el trabajo y que yo haya estado en los distintos países exponiéndolo, pero acá debería haber cineastas indígenas mostrando su realidad. En ese proceso estoy en este momento, trabajando con Bernabé Montellanos, un dirigente de la comunidad kolla de San Isidro donde filmé Pallca. La idea es que yo sea una bisagra con ellos para que luego sea el espectador de las películas que ellos mismos hacen.
E.P. ¿Crees que la producción alternativa de cine en el continente llegue a buen puerto?
A.A. Yo creo que sí porque hay un nuevo paradigma en cómo uno ve las películas. Esto de las Redes Sociales, de salirse del sistema, se han hecho cosas muy interesantes y otras no tanto, pero esto es parte de la ebullición que hay, de la gente que se apropia de las tecnologías para expresarse. He visto películas hechas con celulares, hechas con una técnica impecable que han impactado en festivales internacionales. Los jóvenes se comunican mediante redes y hay series web que tienen miles de personas que las siguen, yo creo que el panorama se abre y hay un paradigma nuevo de cómo ver y hacer cine.
E.P. Tu filmografía es extensa. ¿Hacia dónde vas?
A.A. Estoy en mi mejor etapa, ahora tengo 56 años y tengo cerca de 10 proyectos en carpeta, estoy en pleno proceso creativo, de hecho me ofrecieron que me postule para jurado en festivales pero yo quiero seguir compitiendo. Tengo 28 premios en cine, eso hace que también a esta edad quiera ayudar a otros jóvenes a hacer cine. Ahora estoy en la etapa de posibilitar que otros filmen además de poder trabajar en mis propios proyectos.
E.P. En Bolivia hay un surgimiento de producción independiente. ¿Cuál sería el mensaje para los que quieran entrar a este mundo y se encuentran con grandes obstáculos?
A.A. En Argentina hay 15.000 estudiantes solamente en Buenos Aires, esto quiere decir que hay más estudiantes de cine ahí que en toda la comunidad europea junta, o sea que todas estas cosas negativas de que “no se va a poder” chocan con esta realidad porque la gente se inscribe a estudiar cine. Yo ahora comienzo un taller anual de cine en Salta para capacitar a gente durante un año, puse un cupo de 25 personas y hemos llegado a 60 inscritos, esto hace que toda esa gente, pese a las condiciones adversas de las políticas audiovisuales, se inscriba.
Hay gente que me dice: yo quiero hacer un videoclip, un documental sobre mi barrio, sobre temas que a nadie le interesa ni los tocan, quiero hacer una ficción. Yo lo que les digo es que la clave está en la capacitación, en no echarse atrás. En medios audiovisuales hay técnicas que grandes maestros vienen transmitiendo, decirles que vean mucho el cine histórico porque viendo se aprende tanto como en un instituto, que hagan cine como puedan porque como dijo un gran escritor argentino “los errores hay que cometerlos lo antes posible”… entonces empecemos y después veremos hasta dónde llegamos.
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