Laura Rodríguez, el viaje de la fotografía
La fotógrafa tarijeña recuerda sus inicios en la fotografía.
Laura Rodríguez Segovia es una fotógrafa tarijeña que a lo largo de su carrera ha recorrido los lugares más ocultos del país. Aunque su formación universitaria abarca el área de la ingeniería comercial, desde su época de colegio que la fotografía evocaba en ella un sentimiento que no la dejaba despegarse de su cámara.
Entonces las cámaras aún funcionaban con rollos de 24 películas, Laura recuerda lo novedosos que fueron los de 36 películas. Ella se la pasaba tomando fotos, a costa de someterse a largos periodos de ahorro para poder revelar sus capturas.
Con la llegada de las cámaras digitales, el pasatiempo se le tornó más accesible. Se describe en esa época como la “paparazzi de Tarija” ente risas y con un toque irónico.
“Con la fotografía pude combatir mi miedo a olvidar”
Más allá del mero gusto por este arte, una de sus motivaciones para ir disparando flashes a donde iba fue un miedo interno a un día no recordar las experiencias vividas, dice: “Tomaba fotos a todo por el temor de algún día no recordar lo que he vivido”.
Durante un tiempo en México, tomó clases de maquillaje. Cuando regresó, eso le permitió ser parte de la producción de un trabajo cinematográfico como maquillista. Esa experiencia sería el inicio de 10 años de trabajo en la producción audiovisual, concretamente produciendo documentales.
Para estos trabajos viajaba por toda Bolivia, cuenta: “Conocí lugares y cosas que nunca creí que existían aquí. Al volver no me creían, pero yo tenía todo en mi cámara”. Respecto a cómo pudo lograr semejante aventura de una década, dice que fue algo producto de muchos elementos como el momento, las personas, el talento, entre otras.
En todo ese tiempo pudo interiorizar aún más la fotografía y darse cuenta de que realmente era para ella. Así que dejó la producción de documentales y se dedicó enteramente a las fotos, pero sin olvidar nunca lo vivido esos años. Destaca que el camino que tomó nunca fue muy del agrado de su familia, pues la habían hecho estudiar para aportar a la fabrica familiar, pero Laura nunca dudó porque sabía qué quería ser; con el tiempo su familia la entendió.
El último trabajo de Laura es un viaje por el camino antiguo de Tariquía. Hace 9 años que trabajó y fotografió ahí. Ahora vuelve tras sus pasos para ver los cambios en el lugar a través de su lente una vez más.