El dulce en la alimentación
Camilo Andrade Nutricionista No debemos sentirnos mal por querer tomar un dulce. La Medicina Tradicional China nos dice que este sabor es relajante… siempre que lo busquemos en alimentos saludables. En este sentido, y sin lugar a dudas, lo mejor que podemos hacer es apostar por alimentos...
Camilo Andrade Nutricionista
No debemos sentirnos mal por querer tomar un dulce. La Medicina Tradicional China nos dice que este sabor es relajante… siempre que lo busquemos en alimentos saludables. En este sentido, y sin lugar a dudas, lo mejor que podemos hacer es apostar por alimentos dulces naturalmente.
Conociendo más
Desde nuestro primer momento de vida, el sabor dulce es un reclamo natural que se satisface con la leche materna. Es, por tanto, absolutamente normal y primitiva la búsqueda de consuelo y nutrición en el sabor dulce. Alimentos como la mayoría de las frutas, algunas verduras y ciertas especias, tienen un sabor dulce propio que hemos dejado de reconocer y que también tienen la capacidad de hacernos rememorar esa emoción tan primitiva de tranquilidad y seguridad que nos aporta el dulce.
La cuestión está en el tipo de comida dulce que escogemos. Si recurrimos a productos refinados, ricos en azúcares y en harinas, nuestro organismo experimenta un “subidón” de forma rápida que luego se transforma en “bajón”, cuando ese azúcar disminuye, también de forma rápida. Es un bajón de energía y también anímico, que nos llevará a consumir de nuevo este tipo de producto para volver a tener el subidón… y así sucesivamente. Como una montaña rusa que, en el mediano plazo, puede producirnos unos cuantos problemas de salud.
No debemos sentirnos mal por querer tomar un dulce
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No debemos sentirnos mal por querer tomar un dulce. La Medicina Tradicional China nos dice que este sabor es relajante… siempre que lo busquemos en alimentos saludables. En este sentido, y sin lugar a dudas, lo mejor que podemos hacer es apostar por alimentos dulces naturalmente.
Conociendo más
Desde nuestro primer momento de vida, el sabor dulce es un reclamo natural que se satisface con la leche materna. Es, por tanto, absolutamente normal y primitiva la búsqueda de consuelo y nutrición en el sabor dulce. Alimentos como la mayoría de las frutas, algunas verduras y ciertas especias, tienen un sabor dulce propio que hemos dejado de reconocer y que también tienen la capacidad de hacernos rememorar esa emoción tan primitiva de tranquilidad y seguridad que nos aporta el dulce.
La cuestión está en el tipo de comida dulce que escogemos. Si recurrimos a productos refinados, ricos en azúcares y en harinas, nuestro organismo experimenta un “subidón” de forma rápida que luego se transforma en “bajón”, cuando ese azúcar disminuye, también de forma rápida. Es un bajón de energía y también anímico, que nos llevará a consumir de nuevo este tipo de producto para volver a tener el subidón… y así sucesivamente. Como una montaña rusa que, en el mediano plazo, puede producirnos unos cuantos problemas de salud.
No debemos sentirnos mal por querer tomar un dulce
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