La ducha después del ejercicio
José Arciénaga Preparador físico Se recomienda efectuar un “baño de contraste” después de entrenar: abra la llave de agua caliente por unos dos o cuatro minutos, y luego, la de la fría durante no más de dos minutos. Repita eso unas cuatro veces. Cuando se efectúa un ejercicio, el...



José Arciénaga Preparador físico
Se recomienda efectuar un “baño de contraste” después de entrenar: abra la llave de agua caliente por unos dos o cuatro minutos, y luego, la de la fría durante no más de dos minutos. Repita eso unas cuatro veces. Cuando se efectúa un ejercicio, el ritmo cardíaco aumenta y el ácido láctico se acumula. Luego, una ducha con agua caliente previene el cúmulo del ácido láctico, relaja los músculos y mejora la circulación de la sangre.
Por otro lado, añadir, una ducha con agua fría logra que el organismo responda a las bajas temperaturas intentando proteger a los órganos internos, y para ello hace que la sangre fluya fuera de las extremidades y de la piel, lo cual es beneficioso para la salud. Además, el agua fría y la mejor circulación ayudan a recuperar rápidamente el ritmo cardiaco y reduce la inflamación muscular.
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Si bien existe una serie de beneficios asociada a bañarse, tanto con agua fría como caliente, hay un cuidado que se debe tener antes de meterse bajo la ducha después del ejercicio: no debe hacerlo inmediatamente después de terminar. Según los estudios científicos, durante una sesión de entrenamiento el cuerpo llega a una temperatura de 38,3 º C a 39,5º C. Al entrar a un ambiente frío de manera brusca, en este caso el agua de la ducha, sucede una descompensación en el cuerpo.
Se recomienda efectuar un “baño de contraste” después de entrenar: abra la llave de agua caliente por unos dos o cuatro minutos, y luego, la de la fría durante no más de dos minutos. Repita eso unas cuatro veces. Cuando se efectúa un ejercicio, el ritmo cardíaco aumenta y el ácido láctico se acumula. Luego, una ducha con agua caliente previene el cúmulo del ácido láctico, relaja los músculos y mejora la circulación de la sangre.
Por otro lado, añadir, una ducha con agua fría logra que el organismo responda a las bajas temperaturas intentando proteger a los órganos internos, y para ello hace que la sangre fluya fuera de las extremidades y de la piel, lo cual es beneficioso para la salud. Además, el agua fría y la mejor circulación ayudan a recuperar rápidamente el ritmo cardiaco y reduce la inflamación muscular.
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Si bien existe una serie de beneficios asociada a bañarse, tanto con agua fría como caliente, hay un cuidado que se debe tener antes de meterse bajo la ducha después del ejercicio: no debe hacerlo inmediatamente después de terminar. Según los estudios científicos, durante una sesión de entrenamiento el cuerpo llega a una temperatura de 38,3 º C a 39,5º C. Al entrar a un ambiente frío de manera brusca, en este caso el agua de la ducha, sucede una descompensación en el cuerpo.