La vida repetida

A veces sucede que toda la ingenuidad

de los seres adoptados como propios

se acerca y se adhiere para llenar los ya colmados vasos

de incertidumbre.

Abriendo los párpados al eterno insomnio

e impidiendo la respiración feliz -o, al menos, sosegada-

de la hija que descansa en el hijo,

tiritando. Como un animal.

 

Salvajes las mareas, pero no hay otra cosa.

Ritmos y palabras.

Llegar al lodazal.

Que las masas de vapor acuoso se sostengan sobre su cabeza

y que el cuerpo de frágil hija humana se transmute

en frágil líquido.

Mientras el sol mantiene su centelleo tardío.

 

El hijo ha vuelto a casa caminando

tras sus clases en la mansión Lady Hood.

Siempre ha valorado la práctica del ejercicio físico,

con una asfixia en el cuello, vulgar.

Empezar no es sencillo, pero cuando se empieza...

Ha deseado echar a correr. Apartarse.

Girar y girar. Hasta volar.


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