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Riberalta…

Compruebo con cada viaje que realizo fuera del eje central y de sus capitales, que la dinámica que sigue la gente, es otra. No desconocen las incómodas y despreciables noticias de un país que parece irse al barranco sin que se den cuenta quienes lo administran. En esos lugares, la ciudadanía profundiza una voluntad de trabajar y de mantener la esperanza contra viento y marea y le busca a la imaginación y a su creatividad, ejecutando actividades que recuperan el futuro.

Anoche he tenido la oportunidad de presentar en el Club Progreso, la segunda edición de “Un cafetal de tamaño de Bolivia” en esta ciudad que es un testimonio de la voluntad de mantener el desarrollo como estrategia de vida. Aunque antes estuvo marcada por la siringa y los últimos tiempos por la explotación de la castaña, no respondería a la realidad desconocer el proceso de diversificación que está alcanzando para establecer hoy un proceso productivo permanente. Ganadería, madera, pesca, turismo, comercio están marcando una tendencia de crecimiento económico y poblacional que necesita estudio y acompañamiento.

La población boliviana a identificado a la región amazónica que tiene su cabecera en Riberalta, como uno de los lugares en los que la migración y la producción de excedente económico y simbólico se demuestra auspicioso. La instalación de empresas de sello nacional, la construcción de infraestructura industrial ligada a la madera y a las bebidas, los emprendimientos que incorporan agregados a la producción de castaña con aceites y otros derivados, y una naciente capacidad turística, es una señal indiscutible.

Pero la historia tiene su historia. Fernando Vaca Suárez recuerda al escritor Medardo Chávez Saucedo, apasionado por la amazonia, cuando escribió en su libro "El Dorado" en 1926: “Riberalta: Es un bello pueblo (con) una situación privilegiada, frente a la confluencia de los caudalosos ríos Beni y Madre de Dios, sobre una meseta natural de 30 metros sobre el nivel del río y 160 sobre el nivel del mar. La población de Riberalta es poco más o menos de tres mil habitantes. Su temperatura media, 24° C y su constante ventilación hace que su clima sea el más saludable de la zona. Sus calles tienen 20 metros de anchura, con 160 manzanas de 100 metros por lado. Hay un servicio de luz eléctrica público y particular que dura desde las 6 de la tarde hasta las 5 de la mañana. La beneficencia y la salubridad es admirable, debido a la esmerada atención de la H. Junta Municipal. Tiene Riberalta hermosa plaza, avenidas, parques, una iglesia, hospital, sociedades obreras y centros sociales, imprentas, oficina inalámbrica y veinte cosas más, propias de un pueblo que marcha hacia el progreso. Es la población más bella y más importante del Beni y del Territorio de Colonias, por su cultura, sociabilidad y comercio. Existen fuertes razones económicas e históricas para que sea considerado este pueblo como el cerebro de toda la zona.”

Retrocediendo unos años, encontramos el interdiario “El Comercio” que se publicó entre julio de 1916 a diciembre de 1918 y dirigido por Placido Molina Mostajo, que recoge una crónica extraordinaria de un pueblo que tenía 8 consulados y 4 imprentas. La vida cultural, académica, social y política, se expresaba además en la capacidad laboral de crear empresas acompañadas de servicios, artes y oficios que le dieron a la población de todos los sectores sociales, una calidad que aún hoy, sería envidiable.

Cuando se amplía el análisis a la Provincia Vaca Diez, a la Laguna Tumichucua le sumamos Cachuela Esperanza, Guayaramerín y los ríos que transitan la zona, tenemos una opción que se abre para asombro de Bolivia.

Compruebo, también, la importancia de los poetas. Cuando los pueblos tienen uno, se hace más fácil contar el relato escrito en el tiempo. El Poeta de Riberalta se llama, Pedro Shimose: “En la alta ribera un hombre espera volver a Riberalta. /En su tierra colorada/todo es alborada. /No hace falta la melancolía de la tarde en el barranco. /El cielo arde/y el amor fermenta su melaza. /Junto a un banco de la plaza/el tataí cuenta lo que fuimos/y el bibosi lamenta lo que no hicimos. / En la alta ribera: el sol y la palmera. / En la ribera alta sólo tú prevaleces en forma de alegría. / A veces, te llamas Riberalta; otras, Poesía.”

 

 

 

 


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