¿Lactancia materna y COVID-19?

A pesar de los importantes avances, aún la ciencia no tiene todas las respuestas respecto al coronavirus. Pero está claro que la incertidumbre absoluta que generó el virus hoy está mínimamente relativizada. Diferentes elementos han contribuido a que esto vaya sucediendo paulatinamente, sobre todo el desarrollo de las vacunas. A pesar de los mitos de ciencia ficción que se han creado en torno a las vacunas, claramente en ellas no se almacena solo una fórmula científica, sino una dosis de esperanza. En medio de todo esto, uno de los grupos poblacionales con más preguntas y en una ignorada situación de vulnerabilidad es el de las mujeres lactantes.

Es una constatación científica que las mujeres embarazadas que reciben vacunas como la de la influenza o la tosferina transfieren los anticuerpos a los fetos a través de la placenta. De hecho, hoy en día la mayoría de los profesionales de la salud recomiendan la aplicación de estas vacunas a las gestantes. Así, bajo esta premisa y otras valoraciones importantes, países como Israel han incluido a las mujeres embarazadas en la lista de las personas prioritarias para recibir la vacuna contra el COVID-19.

Por otro lado, ya pueden mencionarse una serie de estudios científicos y rigurosos en torno a la presencia de anticuerpos en la leche materna. Países como España, Chile y Estados Unidos han avanzado significativamente en la materia, sobre todo desde instancias académicas. Así como está comprobado que el COVID-19 no se contagia a través de la leche materna, está también evidenciado que no existe razón alguna para suspender la lactancia en caso de que una madre haya adquirido el virus.

Unicef, de hecho, recomienda que las mujeres madres contagiadas sostengan la lactancia y el contacto piel con piel con sus bebés para incrementar el sistema inmunológico de éstos. Por supuesto lo anterior debe estar siempre acompañado de las medidas de bioseguridad. La OMS, por su parte, recomienda que las madres lactantes que forman parte de un grupo prioritario como los trabajadores en salud, sean vacunadas.

Desde una perspectiva diferente pero complementaria, colectivos y redes feministas que trabajan y estudian temas vinculados a la maternidad en países como México y Chile también han logrado poner en discusión la relación de la maternidad con la pandemia. Con mucha lógica se sostiene, por ejemplo, que las mujeres embarazadas y lactantes son un grupo poblacional altamente expuesto ya que requieren visitar un centro médico público o consultorio privado al menos una vez al mes para los controles rutinarios. Además, estos controles en países como Bolivia son obligatorios para concretar los beneficios sociales, tales como el bono Juana Azurduy.

Los nacimientos, por su parte, sean por parto natural o inducido son acontecimientos de exposición para el binomio madrehijo, sobre todo si éstos se realizan en recintos de salud que también atienden a pacientes COVID. De ahí que un estudio en México haya constatado el incremento de partos en casa con resultados exitosos para la salud del binomio en tiempos de pandemia.

Es importante insistir en que los estudios sobre la relación entre la gestación y la lactancia con la vacuna contra el COVID aún son muy escasos y la evidencia sigue siendo limitada. A priori pareciera que este grupo poblacional debiera ser prioritario para recibir la vacuna. Lo ideal sería que las mujeres en periodo de gestación y lactancia reciban al menos información estandarizada, actualizada y avalada por el Ministerio de Salud. La autora de esta columna ha buscado sin éxito alguna cartilla informativa a la que puedan acceder las mujeres en los centros de salud.

Ojalá las instancias nacionales, departamentales y municipales con competencias en salud faciliten lo antes posible el acceso a la información pertinente. Es menester recordar que la génesis para la protección social del binomio madre-hijo está vinculada con la proyección de un futuro más sano para las próximas generaciones. Todavía no se ha desarrollado una vacuna para personas menores de 16 años, pero sí se ha comprobado que la leche materna de una madre vacunada o contagiada transmite anticuerpos al lactante. Ahí precisamente reside la enorme y esperanzadora oportunidad de inmunizar a una nueva generación. Así, se apunta uno más de los maravillosos beneficios reconocidos científicamente de la lactancia materna, la que debiera ser alentada y apoyada por el conjunto de la sociedad.

 *Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter @ValeQinaya.


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