Elecciones

La realización de nuevas elecciones que supere el fraude del 20 de octubre del 2019, en un escenario normal habría sido complicadísima.

La lectura de las observaciones que se formularon, y que produjeron la renuncia del gobierno del MAS, plantean la necesidad no solo de soluciones imaginativas sino además radicales para restablecer la confianza en un nuevo proceso electoral. El cambio de los miembros del Órgano Electoral era la primera, pero no la única dada las características y volumen de las denuncias.

Por compromiso con la democracia, la preocupación en este momento tendría que ser la de dar respuestas puntuales a cada una de las observaciones que, en su conjunto, dejaron en evidencia la violación de la soberanía popular y el inicio de causas por presuntos delitos contra la fe pública. Las observaciones al padrón, la depuración de los votantes, las dudas sobre los sistemas informáticos, la existencia de procedimientos irregulares para el conteo de votos, y la lista continua, necesitan una respuesta secuencial por parte de las actuales autoridades. Hubo "manipulación dolosa", "irregularidades graves" y "la existencia de un patrón de manipulaciones, falsificaciones y adulteraciones en el llenado de actas electorales, a través de mecanismos muy similares en seis departamentos diferentes y a favor de un único candidato” señala el informe de la OEA.

En un análisis básico, si el proceso estaba viciado y los procedimientos están bajo sospecha, el simple cambio de las personas no tendría por qué modificar los próximos resultados. Se desconocen todavía las respuestas que nos hagan sentir tranquilos.

Sin embargo, a esto se suma una circunstancia exorbitante que complica aún más el escenario y no repetiré lo que está viviendo el mundo con el COVID 19. Suponiendo que se hubieran superado todas las observaciones y tuviésemos certeza de la transparencia de las próximas elecciones, aparece otra duda de carácter humano con una pregunta elemental, ¿realizar elecciones en el momento de mayor expansión de la pandemia?

Las noticias señalan que por lo menos en 30 territorios nacionales y subnacionales se han realizado elecciones en este periodo. Revisando los cuidados y previsiones que han debido adoptarse en esos lugares, resultará imprescindible tener presente las medidas mínimas para no provocar la cercanía que está señalada como una invitación al contagio.

En un proceso democrático, la transparencia de la elección es el bien tutelado mayor. En una situación de pandemia, la vida es el bien tutelado mayor. ¿Cómo lograremos conjugar racionalmente ambas situaciones? El apego a la legalidad ha encontrado en Bolivia siempre una solución práctica para las situaciones más inverosímiles. Las transiciones políticas son motivo de estudio constitucional por la creatividad y oportunidad, y parece que esta no debiera ser la excepción. ¿Se pueden realizar elecciones durante la pandemia? La respuesta técnica es, sí. El dilema estará en encontrar el objetivo que justifique el riesgo en contagio y en economía para ser consecuentes con las necesidades humanas de salud y trabajo.

Este es el momento que se necesitaría el mayor acuerdo social y político de la historia nacional. Sin embargo, la cohesión social está rota y la confrontación radical es el signo de la disputa. Un modelo de 14 años que colapsó y otro de transición que todavía no se resuelve, marcan la incertidumbre para enfrentar la pandemia y el proceso electoral.

Todavía no se ha aprobado la ley que definirá la fecha de las próximas elecciones, aunque existe un acuerdo político previo que pareciera no ha tomado en consideración la evolución del contagio. Con relación al mes de septiembre, todavía no hemos llegado a darnos las respuestas sobre las condiciones de la transición, las características del proceso electoral, y la situación de la salud de los votantes en medio de la pandemia. Son inquietudes que no podemos callar, y las respuestas no deben ser la razón de Estado sino la condición humana de los terrícolas que vivimos en Bolivia. ¿Y si mediante un consenso superior de acciones y compromisos, las elecciones se realizaran no antes del mes de diciembre, siempre que la salud de los bolivianos y la transparencia del proceso, lo permitieran? ¿Y si durante este tiempo, todos, sólo nos ocupamos de cuidar la vida y el trabajo?

¡Qué dura será la Historia con las decisiones que se adoptarán en este momento! ¿Alea iacta est? Todavía, no.


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