Judiciales: Cuando votar por vos no es lo mismo
Las elecciones del 3 de diciembre han dejado diferentes mensajes para todos los actores políticos del país. Las elecciones judiciales 2017 habían sido presentadas como un plebiscito por la oposición, especialmente después de que irrumpiera en los últimos días de campaña el fallo del...
Las elecciones del 3 de diciembre han dejado diferentes mensajes para todos los actores políticos del país. Las elecciones judiciales 2017 habían sido presentadas como un plebiscito por la oposición, especialmente después de que irrumpiera en los últimos días de campaña el fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional eliminando del ordenamiento jurídico boliviano la limitación de mandatos y por ende, habilitando al presidente Evo Morales para las elecciones de 2019 y consiguientes. Al menos así se entendió en primera instancia. El Movimiento Al Socialismo, con el fallo del TCP, llevó las elecciones a su escenario favorito, el de la confrontación, el del plebiscito.Los resultados oficiales dejan una lectura nuevamente compleja que no está dejando a muchos de los actores pensar con claridad en su siguiente paso. El voto nulo ha ganado en todo el país con más del 50 por ciento, una cifra sin duda notable, pero que invita más a la reflexión que al regocijo aunque las reacciones, por el momento, están siguiendo los mismos derroteros de la política moderna tanto para unos como para otros: siempre ganar, nunca ser derrotados, nunca mostrar debilidad, nunca dudar y siempre llenar Facebook de frases míticas, likes y sonrisas.La oposición se lanzó el domingo a proclamar una inmensa victoria antes de que empezaran a surgir datos oficiales en el Tribunal Supremo Electoral y sus diferentes sistemas. Muchos de ellos pidieron la anulación de la votación y del sistema, sin aclarar si eso supone volver a elegir los Magistrados en la Asamblea Plurinacional, donde el MAS tiene una aplastante mayoría y no requiere de ningún pacto con el diablo para nominar a quien considere.Los datos que fueron haciéndose públicos demostraron que el “empate técnico” sigue vigente en el país, pero cada uno ha decidido aferrarse a su discurso. El MAS insiste en que no ponía nada en juego y la oposición cuenta los votos a su antojo.Es evidentemente una falacia de la oposición tratar de apoderarse del voto blanco para ahondar en su discurso de victoria contundente. En 2011 con la novedad que supuso la elección judicial, la campaña opositora confundió blanco y nulo y sumó todos en su proclamación de victoria contundente. En esta ocasión no ha habido ningún lugar a la duda. La oposición ha pedido el voto nulo y ha ganado, pero no ha arrasado. En Bolivia hay aproximadamente un 15 por ciento de ciudadanos que votó en blanco, lo que en sí no indica un rechazo al proceso sino tal vez una llamada de atención pero con un voto de confianza al mismo.La falacia del MAS pasa por considerar que el voto nulo es un rechazo exclusivo a los jueces, al sistema de Justicia, y pretender que el Gobierno, quien asigna el presupuesto, ha abierto procesos sumarísimos y ha forzado interpretaciones en el Tribunal Constitucional, etc, etc no tiene nada que ver.Las judiciales se convirtieron en un plebiscito y por ello, los resultados de referencia son los del 21 de febrero. El Gobierno no va a caer por estos resultados y por ende, no conviene a nadie hacerse trampas a sí mismos.Los resultados ensanchan la brecha entre el sí y el no de 2016 blanqueando además el voto duro del MAS, en torno al 35 por ciento, y un 10-12 por ciento que lo puede apoyar, pero ya no con la pasión de antaño. La oposición quería una victoria contundente después de todos los acontecimientos, y no la ha tenido. Apenas dos puntos más que el 21 de febrero a pesar del desgaste padecido por el Gobierno desde entonces.Todos los líderes de la oposición son perfectamente conscientes de que los resultados no son extrapolables a lo que pueda pasar en 2019, cuando deban concurrir como candidatos, con proyecto propio que genere ilusión y logre arrastrar gente a las urnas a votar por ellos y no contra los otros. Todos son conscientes que después de las judiciales de 2011 llegaron las nacionales de 2014 donde Morales volvió a firmar los dos tercios, no sin ayuda de aquellos opositores que hicieron todo lo posible por no unirse. Después de dos plebiscitos consecutivos con derrota del MAS, aunque al MAS no le guste reconocer ese carácter, la oposición se encuentra exactamente en el mismo punto de 2011. Sin renovarse, sin proyecto ilusionante, sin capacidad de ser alternativa y, lo que es peor, creyendo que ya ganaron.