Una y otra vez, Ni Una Menos

El movimiento Ni Una Menos nació de la manera más espontánea en Argentina en 2015 para repudiar uno de los tantos feminicidios cometidos en ese país. Rápidamente se extendió por todo el continente, como una mecha, pues no en vano en Sudamérica se cuentan los países más violentos y los...

El movimiento Ni Una Menos nació de la manera más espontánea en Argentina en 2015 para repudiar uno de los tantos feminicidios cometidos en ese país. Rápidamente se extendió por todo el continente, como una mecha, pues no en vano en Sudamérica se cuentan los países más violentos y los mayores índices de violencia.Según cifras de esa ONU Mujeres, 1 de cada 3 mujeres en el mundo sufre violencia física o sexual, principalmente a manos de un compañero sentimental. La violencia contra las mujeres es el abuso más generalizado de los derechos humanos y “el feminicidio es su expresión extrema”.América Latina es la región donde se presentan más de asesinatos de mujeres por su género: 14 de los 25 países del mundo con las tasas más elevadas de feminicidio están en esta parte del mundo donde alrededor de 60.000 mujeres son asesinadas al año.Bolivia no se queda atrás, casi un centenar de mujeres pierden la vida cada año a manos de sus parejas o ex parejas. Una cifra que se mantiene trágicamente estable en los últimos tres años y que hacen un índice sobrecogedor en función de la población.También en Tarija la muerte acecha a las mujeres con las que nos cruzamos cada día en la calle o en el micro. Cinco en 2016, otras tantas en 2017. El goteo continua.2016 acabó con una trágica escena, una niña de 13 años que ya era madre perdía la vida en La Talita, Bermejo, vejada y asesinada por un vecino. En pasadas semanas se dictaron 30 años de cárcel para el autor en un juicio afortunadamente más rápido que el promedio, pero que pasó por fases delicadas.También en este 2017 se dictaron 30 años de cárcel para el asesino de Katty, la mujer que fue arrojada desde el segundo piso del Hotel Los Ceibos; y también han recibido castigo similar los asesinos confesos de Orlanda, también en Bermejo y de Gerónima, en Yacuiba.Otros casos se enredan más y acaban convirtiéndose en ejemplos de las vergüenzas judiciales que padece el país; en campo para la chicana, la mentira y el amedrentamiento. En Tarija están abiertos todavía los juicios por la muerte de Dayana en Tomatitas o de Angélica Aricoma en el Mercado Campesino.Angélica fue asesinada con siete puñaladas, dos de ellas en el corazón, por su concubino Basilio Ramos según ha quedado acreditado esta semana por el Ministerio Público, motivo por el que piden la pena máxima contemplada en la Ley 348, los 30 años de cárcel. Aricoma hace más de un año que fue enterrada pero su concubino sigue prófugo sin haber salido del país.Con estas mimbres, el Colectivo Ni Una Menos en Tarija ha sabido hacerse un espacio en la denuncia permanente y sobre todo, en el apoyo y acompañamiento a las víctimas, tantas veces revictimizadas cuando no ignoradas y maltratadas. El colectivo ha sabido huir de radicalismos y ha mantenido una agenda simple pero clara ante el ímpetu de otros movimientos emparentados y otras calenturas de la agenda mediática. En 2016 se dio un salto cualitativo y las instituciones públicas u organizaciones habituales en estas batallas supieron movilizar a la sociedad civil en sentido amplio para protagonizar una de las marchas más multitudinarias de los últimos tiempos en la capital tarijeña.Durante 2017 solo se han podido sumar más razones para acompañar la causa, y no solo por las mujeres asesinadas, sino por la impunidad que todavía amenaza, por los silencios obligados o incluso, por las sonrisas censoras.No es tiempo de quedarse en casa, encerrarse en el armario ni de mirar por encima del hombro sintiéndose a salvo porque no se sufre. Es más bien tiempo de tomar cartas en el asunto. Porque puede ser cualquiera. Porque es necesario que no haya Ni Una Menos.


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