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Nosotros, la otra América

Ahora ellos ya están claramente diferenciados como “angloamericanos”. Nosotros somos, en forma rotunda y categórica, la otra América.Y esta nuestra América, la hispano-luso parlante, (aunque muchos digan “cash” en vez de “efectivo), es esencialmente católica, a pesar de la...

Ahora ellos ya están claramente diferenciados como “angloamericanos”. Nosotros somos, en forma rotunda y categórica, la otra América.Y esta nuestra América, la hispano-luso parlante, (aunque muchos digan “cash” en vez de “efectivo), es esencialmente católica, a pesar de la persistente penetración de sectas, algunas originadas en la Reforma Protestantes, otras muy posteriores y de reciente creación, pero la mayoría alentadas desde “aquella América”, la angloparlante.Nuestro inocultable sincretismo, tan nítido y tan digno como nuestro mestizaje, se harán visibles nuevamente la próxima semana, cuando al carnaval de origen europeo lo aderecemos con nuestra tradicional “challa” de ofrenda a la Pachamama. Esto es así, simple, transparente, y quienes lo fundamentalizan y lo convierten en materia prima para disputas, confrontaciones, (y, por supuesto, divisiones, que es lo que buscan) tendrán que, en algún momento, admitir la realidad.Como lo admitió lo iglesia católica, con mucha dignidad y con toda la solemnidad que siempre rodean todo lo suyo, cuando según dice la noticia “por primera vez —en directo, con luz y taquígrafos— representantes de 110 conferencias episcopales y superiores de 30 órdenes han escuchado de viva voz el testimonio de una de “sus” víctimas, sino también porque el mensaje, rubricado con el sello papal, es nítido y contundente: “Las víctimas son nuestra prioridad. Los curas, ante el juez”.Recapitulemos, entonces: Desde el lunes hasta el jueves, Roma fue sede de un simposio milimétricamente organizado por el Vaticano, a través de la Pontificia Universidad Gregoriana, para lanzar un mensaje muy claro al orbe cristiano resumido en tres reflexiones del Papa. La cuarta reflexión, la del obispo Scicluna, es la consecuencia lógica de las tres anteriores y supone, de hecho, un gran salto adelante: “Es erróneo e injusto aplicar la ley del silencio ante los casos de pederastia. El abuso sexual de menores no es solo un delito canónico, sino también un delito perseguido por el Derecho Civil. Por tanto, es esencial cooperar con las autoridades.Y terminamos con lo que a propósito de la propaganda anticatólica decía el sociólogo belga Léo Moulin:  la obra maestra de la propaganda anticristiana es haber logrado crear en los cristianos, sobre todo en los católicos, una mala conciencia, infundiéndoles la inquietud, cuando no la vergüenza, por su propia historia. A fuerza de insistir, desde la Reforma hasta nuestros días, han conseguido convenceros de que sois los responsables de todos o casi todos los males del mundo”.Por eso a nosotros, los de “esta América”, la esencialmente católica, nos complace mucho lo que la más alta jerarquía de la iglesia resolvió en Roma, la semana pasada.Así, sin ruido y sin aspavientos innecesarios.

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