Uno de los famosos jinetes

Porque el hambre no solamente existe, sino que quienes la padecen son cada día más, a pesar de existir organismos internacionales, gubernamentales y no gubernamentales,  campañas publicitarias de todo tipo y hasta un paradójico Día Internacional para la Lucha contra el  hambre. Lucha que,...

Porque el hambre no solamente existe, sino que quienes la padecen son cada día más, a pesar de existir organismos internacionales, gubernamentales y no gubernamentales,  campañas publicitarias de todo tipo y hasta un paradójico Día Internacional para la Lucha contra el  hambre. Lucha que, por cierto, estamos perdiendo cada día, como humanidad.“Oficialmente”, los seres humanos que padecen hambre son ya más de mil millones, seguramente que con mayor notoriedad en el sufrido y secularmente explotado continente africano, pero en todo el mundo. Nosotros tenemos nuestra propia vergonzosa cuota, que “vemos sin ver” en las calles de las ciudades.Pero el hambre, como calamidad universal, no es resultado de la falta de alimentos, que el planeta puede producir en cantidad suficiente para todos. El hambre es un producto resultante de la mercantilización de los alimentos. Es decir, convertir el alimento en mercancía, es una de las calamidades provocadas por el ser humano.No es sin motivo que convertido por la religión en “jinete del apocalipsis”, el hambre este representado por un hombre que lleva en la mano una balanza y que, según algunas versiones, dice: «Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario” es decir, le pone precio al hambre.Y uno de los científicos sociales que mejor entendió el tema fue, indudablemente, el brasilero Josué de Apolonio de Castro, médico nacido en Recife, y quien fue pionero en ese  tema ya considerado tabú en su época, como sigue siéndolo ahora: el hambre. En sus dos libros más conocidos, Geografía del hambre y Geopolítica del hambre, mostró que, al contrario de lo que se pensaba, el hambre no era un fenómeno natural, provocado por la escasez de alimentos, sino producto de la acción humana, más concretamente, de la organización social y económica. Para Josué de Castro, el hambre, la pobreza, la miseria y la violencia son “fenómenos que crea el hombre mismo, y son expresión propia del subdesarrollo”.El desarrollo, como proceso histórico de cambio social, se refiere a una serie de transformaciones realizadas intencionalmente en diferentes esferas de sociedades nacionales que se atrasaron con relación al ritmo de avance de la revolución industrial. Tienen por objeto transformar la propia estructura de la sociedad, con el fin de atender las aspiraciones legítimas de sus poblaciones. Sin embargo, debemos reafirmar lo que todos sabemos: crecimiento no significa necesariamente desarrollo.Pero algunos, en el país de Josué de Castro, como en Bolivia, siguen pensando, por ejemplo, que producir ingentes cantidades de soya para negocio, es desarrollo.Ha pasado medio siglo desde que el ilustre cientista clamó por algo que aún hoy nos resistimos a entender.Y por eso hay cada vez más hambre.

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