Somos “hombres de maíz”

No es sin motivo que muchos, muchísimo americanos nos consideremos orgullosos de que el maestro guatemalteco y premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias nos haya llamado “hombres de maíz”.El riesgo del que hablamos no es, en realidad, propiamente para la producción, sino para la...

No es sin motivo que muchos, muchísimo americanos nos consideremos orgullosos de que el maestro guatemalteco y premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias nos haya llamado “hombres de maíz”.El riesgo del que hablamos no es, en realidad, propiamente para la producción, sino para la exportación de maíz y ese es, sin duda, un serio problema, pero para los exportadores, que son solo un sector del país. Es que la alarma es inevitable para quienes recordamos la vez que Bolivia tuvo que ¡importar papa de Holanda! Y esas papas se consumieron en el distrito minero llamado “de Patiño”, que junto a los de sus “colegas” Hochschild y Aramayo había dejado el campo sin agricultores, para trasladarlos a las explotaciones mineras.  Eran tiempos tenebrosos.Pero el maíz no está exento de peligros. Desde el hecho que haya bolivianos que imaginen como “pop corn” o como “polenta”, en vez de pensar en él, en el maíz, como pasankcalla y como lagua, que son sus nombres originarios legítimos. Claro que ahora el maíz es también combustible para vehículos y no faltará quienes crean que esa es su verdadera importancia, porque el maíz contiene un biocarburante derivado del bioetanol es el ETBE (etil-ter-butil-éter), caracterizado por mezclarse fácilmente con la gasolina, se le añade a ésta para aumentar el índice de octano, evitando así la adición de sales orgánicas de plomo.Lo que muchos ignoran es que el antropólogo MacNeish encontró en México restos arqueológicos de plantas de maíz que, se estima, datan del 7.000 antes de Cristo. Teniendo en cuenta que ahí estuvo el centro de la civilización Azteca es lógico concluir que el maíz constituyó para los primitivos habitantes una fuente importante de alimentación.Siguiendo con el tema, lo que nos resulta difícil de entender es que los exportadores digan ahora que las compras bolivianas de maíz extranjero “se han triplicado”En criterio de este sector, la producción limitada al mercado interno es un desincentivo para ampliar la producción actual de maíz, puesto que éste queda abastecido solamente con el cultivo de 80 mil hectáreas contra las 242 mil hectáreas sembradas en 2008.Ahí se nota que hay tela para cortar, porque las ingentes exportaciones agrícolas, especialmente las de soya,  no tienen que ver propiamente con la “seguridad alimentaria” que es de interés nacional, sino con el “agro-negocio”, que tiene tenaces defensores. No son muchos, pero son fuertes.De todas maneras, entre los agro-negocios y los mal llamados biocombustibles (que en un mundo donde hay millones de seres humanos pasando hambre deberían llamarse más bien “necrocombustibles”) el maíz no está exento de riesgos.Y de ningún modo es asunto que pueda tratarse “a la ligera”.

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