Lo simple y lo complejo

Esta primera impresión demuestra que el efecto de las imágenes acerca la realidad, haciendo presentes los acontecimientos observados. Bajo esa primigenia reacción podemos reflexionar en torno al momento en que las imágenes de la intervención a la marcha del TIPNIS fueron difundidas e...

Esta primera impresión demuestra que el efecto de las imágenes acerca la realidad, haciendo presentes los acontecimientos observados. Bajo esa primigenia reacción podemos reflexionar en torno al momento en que las imágenes de la intervención a la marcha del TIPNIS fueron difundidas e inmediatamente se manifestaron una multiplicidad de sentimientos en contra de la policía y el Estado represor. Si hasta aquel momento algunas organizaciones y sectores de la población se mantenían al margen de un posicionamiento explícito sobre el conflicto, las sensaciones producidas por la intervención lograron aglutinar a un sin fin de actores sociales que ocuparon las calles para manifestar su repudio. Así, algunos articulistas y políticos empezaron a mencionar la conocida frase: “en río revuelto, ganancia de pescadores”, porque se vio cómo los opositores aprovechaban el momento para llenarse la boca en defensa de los pueblos indígenas y la naturaleza. El punto central de esta reflexión está en hacer notar, que la defensa del TIPNIS no debería ser circunscrita a la lucha de poder, sino a la defensa por la vida y por la naturaleza. No debiera darse la oportunidad de tergiversar este hecho, pues si bien las ONG’s fueron puestas en tela de juicio,  el involucramiento de otros actores políticos afianzó el argumento oficialista. Tampoco se trata de que se polaricen las aguas nuevamente, y se considere a todos quienes acompañan la marcha como parte de “la derecha que aprovecha el momento”; menos aún que no se pueda tomar una posición crítica al respecto. El hecho de que la marcha llegue a la sede de gobierno en días próximos a las elecciones de autoridades judiciales, también puede mostrar una  señal de la ciudadanía frente a un proceso que, lejos de otorgar renovada legitimidad al sistema judicial, pone de manifiesto las acciones realizadas cuando el poder es absoluto. No podemos manifestarnos sobre la ilegalidad de los candidatos ni del proceso, ya que cuenta con el aval institucional necesario, sin embargo, al igual que en el caso del TIPNIS, estamos hablando de un asunto que debería enmarcarse en horizontes comunes, núcleos que fundamenten qué justicia pretendemos construir. Asistir a un proceso en el que, en el mejor de los casos, la ciudadanía conoce solo el currículo profesional de cada uno de los candidatos, no garantiza para nada el conocimiento sobre qué tipo de justicia proponen y cuáles sus parámetros. Por ejemplo, la pregunta “más compleja” que se pudo realizar en los medios de comunicación estuvo referida a qué opina sobre la retardación de justicia y cómo superarla, la misma fue respondida en términos administrativos. Llegados a este punto, parece ser que: mientras la institucionalidad estatal trata de simplificar las discusiones sobre desarrollo y justicia en términos de progreso y administración, la ciudadanía ha dado pasos de gigantes preguntándose costos del progreso y sentido de la justicia. La democracia parte de un eje en el que se admite la capacidad del pueblo para gobernarse, mientras que la aristocracia como el gobierno de los sabios plantea que las decisiones políticas deben ser tomadas por quienes saben. No hablamos ni de zurdos ni de diestros, afirmamos la compleja y fundamental tarea de construir horizontes comunes para el Estado Plurinacional.Filósofo e integrante del EPRI-CCI.

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