Corrupción, impunidad y crimen

En cambio, no dice ni pío de mi riesgo de padecer cáncer de próstata, normalmente asociado a mi condición sexual masculina de la cual, por cierto, me siento razonablemente orgulloso y que pretendo conservar por siempre. No sé si deba encabezar una manifestación de orgullo macho, entablar...

En cambio, no dice ni pío de mi riesgo de padecer cáncer de próstata, normalmente asociado a mi condición sexual masculina de la cual, por cierto, me siento razonablemente orgulloso y que pretendo conservar por siempre. No sé si deba encabezar una manifestación de orgullo macho, entablar una querella preventiva o esconder la carta para evitar posibles extorsiones con cargo a mi sexualidad. Se aceptan sugerencias.Pareciera un chascarrillo y, en cierta manera, así lo tomo. Pero es sólo una más de las muestras de un crimen. Es un crimen el torrente de propaganda mentirosa con que el régimen nos atiborra el cerebro mañana, tarde y noche; por radio, televisión y prensa; por teléfono en la sagrada privacidad del domicilio; por cuanto medio se le antoje al Primer Corruptor del país, en su afán por esconder la realidad y hacernos creer los “logros de su gobierno”. Pero ya se agotó; la capacidad de engaño se gasta por exceso y se revierte: hoy, aunque se le ocurriera decir alguna verdad, nadie le cree.Confiado en la supuesta capacidad de engaño, Calderón hace oídos sordos al clamor, rayano en alarido, que le exige enmendar el rumbo de “su” desgobierno. El estridente reclamo ante la inseguridad y la violencia provocada por el erróneo tratamiento del problema, ha colocado en segundo plano el que es causa anterior: el fracaso del modelo económico y, más aún, el que origina ambos: la corrupción y la impunidad que han dado al traste con las instituciones republicanas, comenzando por la ilegitimidad de la toma del poder. Una pirámide invertida que se sume hacia el inframundo mitológico, hoy muy parecido a la realidad.Me queda claro que, para sus afanes oscuros, a Calderón le ha sido funcional el pánico en que vive la sociedad. No de otra manera puedo explicarme la desatención a las muy civilizadas y comedidas propuestas de cambio formuladas por amplios sectores de la sociedad, entre las que destaca por su autoridad moral y científica la presentada por la Universidad Nacional Autónoma de México, producto de la esmerada labor de sus investigadores, bajo el título: Elementos para la Construcción de una Política de Estado para la Seguridad y la Justicia en Democracia. Una reunión en el Museo de Antropología; la foto para los diarios; una palmada de agradecimiento y sanseacabó. El destinatario se mantiene en su macho y punto. Es claro: un cambio como el propuesto pudiera tener resultados exitosos, en cuyo caso, se abatiría el pánico y, entonces, el régimen se derribaría. Por eso le resulta inaceptable. También es posible que la desatención se deba a que la propuesta universitaria coincide en lo sustancial con el discurso de López Obrador y eso sí sería la negación de toda la sustentación mentirosa del gobierno espurio.De corrupción e impunidad estamos hasta la madre, como nunca antes. Santana y Porfirio Díaz devienen en inocentes palomitas y hasta los priístas resultan santos frente al grado de deterioro alcanzado. Quise hacer una lista de los casos más sonados de crímenes de orden público que han quedado en el archivo muerto, escondidos por las cortinas de humo de un nuevo escándalo en lo que ya es una interminable cadena; desistí por falta de espacio. Sólo me quedo con uno de los últimos: las debilitadas finanzas de Petróleos Mexicanos empleadas en un turbio manejo especulativo en la española Repsol, como si fuera capital privado. ¡Es el colmo!Así las cosas, cómo se puede combatir al crimen organizado.

Más del autor