Una nueva generación

No obstante, los asuntos públicos son administrados por una clase política anclada en individuos e ideas cristalizadas hace décadas. Esta suerte de “brecha generacional” es una de las componentes, no la única por cierto, de la actual crisis que vive nuestro país. Un contingente...

No obstante, los asuntos públicos son administrados por una clase política anclada en individuos e ideas cristalizadas hace décadas. Esta suerte de “brecha generacional” es una de las componentes, no la única por cierto, de la actual crisis que vive nuestro país. Un contingente significativo de jóvenes están mutando el “carácter social” de la sociedad chilena actual.Si lo pensamos con un mínimo de sensatez y aplicamos una “comprensión generosa” al bullicio en las calles, resulta claro que la mayoría de nuestra juventud reclama con vehemencia por una “democracia de verdad”. Ni más ni menos: La “educación pública gratuita” es tan solo el aspecto coyuntural de un anhelo no solo legítimo sino imprescindible en una sociedad viva. A esto se opone, cómo no, el país individualista, mezquino, cínico, acomodaticio, cobarde y mediocre que hemos conocido por décadas.Pocas veces el espíritu humano alcanza una cierta altura, lo normal es la medianía. Filósofos y poetas han señalado el camino: Transformar el mundo, cambiar la vida. Los cambios en la vida de las naciones han sido protagonizados, justamente, por las nuevas generaciones capaces de concebir un mundo otro. Si bien durante doscientos años de vida “independiente”, nuestra sociedad ha dado sobradas muestras del estado de miseria en que habitamos, ha habido generaciones de chilenos que se han atrevido a enarbolar la bandera de los sueños, pagando, las más de las veces, con su vida tal atrevimiento.La juventud de hoy reclama, finalmente, su lugar en este mundo, un porvenir que les pertenece por derecho propio. Es de necios oponerse al nuevo verdor en nombre de verdades ya resecas y estériles. Puede que los jóvenes cometan muchos errores, pero serán los suyos. A los mayores nos corresponde más bien facilitar el despliegue de esta fuerza que emerge, asumir el desafío con generosidad y grandeza de espíritu, sabiendo que cada nueva generación es una oportunidad para hacer de este país un hogar más justo, más digno para todos.

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