Ayer y hoy de Israel

Sin el dramatismo de entonces, la historia se repite e incluye al Mossad israelí que no se percató de que en el Medio Oriente, la coyuntura política daría una vuelta de campana.Mediatizada por la influencia norteamericana y mancillada por la brutalidad de la OTAN, la “Primavera árabe”...

Sin el dramatismo de entonces, la historia se repite e incluye al Mossad israelí que no se percató de que en el Medio Oriente, la coyuntura política daría una vuelta de campana.Mediatizada por la influencia norteamericana y mancillada por la brutalidad de la OTAN, la “Primavera árabe” que no colma las aspiraciones de la izquierda, ni complace a los sectores islámicos, carece de ganador visible aunque tiene un perdedor: Israel. Sin importar el rumbo que sigan los procesos nacionales abiertos en Egipto, Tunez, Libia, Yemen y Siria, nada de lo que allí ocurra favorecerá al Estado sionista ni hará las cosas más fáciles para Estados Unidos. El ajuste en curso es como una bisagra entre el pasado reciente y el futuro inmediato.Al desastre geopolítico que para Israel representan los cambios de regímenes con los cuales había acoplado, hay que sumar la exitosa movida de Palestina en la ONU y el viraje de Turquía, que excepto las bombas atómicas (difícilmente utilizables y cada vez más inútiles) no sólo cuenta con un poderío militar y económico equiparable al de Israel sino que es parte de la OTAN y tiene una tradición de liderazgo político regional imposible de desconocer.Por otra parte, aunque presionado por aspiraciones electorales y rehén de los manejos de su Secretaria de Estado, el presidente Obama es suficientemente inconstante como para en cualquier momento matizar nuevamente sus posiciones. Por ahora el problema es adivinar cómo reaccionará Israel ante la suma de eventos que en unos meses ha cambiado la correlación de fuerzas en la región y debilitado la hegemonía que hasta hace poco ejerció.Impedido de actuar en Siria donde influir a favor de Bachar al- Assad y el cambio plantea difíciles interrogantes, anulado en Egipto, país con el cual las relaciones se tensan peligrosamente y ante el riesgo del renacer de la “causa palestina”; aunque sea el hueso más difícil de roer; la única posibilidad para Israel de enseñar los músculos y mostrar presencia es cargar contra Irán.Un elemento nuevo en la ecuación es que a pesar de su enorme trascendencia para el Levante, el impacto global de los conflictos en el Medio Oriente (excepto respecto al petróleo) eran militarmente limitados; cosa que también ha cambiado, precisamente por la elevación de las capacidades de Irán, la presencia de tropas norteamericanas en Irak y la determinación de los lideres persas.No obstante su tradicional bravuconería, se sabe que en términos políticos e incluso militares, Israel no está en condiciones de emprender en solitario una aventura militar de la envergadura que supone una agresión contra Irán que, inevitablemente arrastraría a Estados Unidos que ahora no parece interesado en semejante empresa. Una acción israelí con los flancos abiertos podría tentar a Egipto, Siria, Yemen, probablemente Turquía y otros países a aprovechar para saldar antiguas deudas.A las cábalas habría que añadir la situación interna de Israel, matizada por gigantescas protestas que revelan una especie de agotamiento de una parte del pueblo que parece percibir que el esfuerzo económico y militar destinado a sostener la hegemonía sionista en la región conspira no sólo contra su seguridad, sino también contra el nivel de vida. Ya ha comenzado a resultar inaceptable la construcción de miles de viviendas en los asentamientos en territorio palestino mientras escasean y son extremadamente caras en Israel.Es imposible desconocer que el sionismo duro del cual Benjamín Netanyahu es ponente y las ínfulas del Gran Medio Oriente que en su momento alentaron Bush y Condoleezza Rice, no es ahora una estrategia viable y sobre todo no es una opción táctica compartida por todas las fuerzas políticas de Israel que por sus propios intereses están al acecho para hacerse con el poder.Aunque en el contexto político del Oriente Próximo, Washington y Tel-Aviv siguen desempeñando papeles claves y su alianza es todavía decisiva, es visible el proceso por el cual la iniciativa estratégica se le escapa de las manos. Con todo y su poderío, Israel ha tenido que depender exclusivamente del veto norteamericano para neutralizar temporalmente a Palestina que, gane o pierda este round, ha clavado una pica en Flandes.Aunque queda camino por andar, el tiempo y el viento del Levante no están a favor de Estados Unidos e Israel. El Medio Oriente puede o no radicalizarse, pero ya no será el mismo. Allá nos vemos.

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