¡¡Alto!!

El derrame de petróleo crudo, el más voluminoso y prolongado de la historia de este tipo de desastres, ha provocado daños incalculables a la fauna y flora submarina y costera de la región. Sus efectos perjudiciales jamás serán conocidos con exactitud y, aunque se tenga una idea aproximada,...

El derrame de petróleo crudo, el más voluminoso y prolongado de la historia de este tipo de desastres, ha provocado daños incalculables a la fauna y flora submarina y costera de la región. Sus efectos perjudiciales jamás serán conocidos con exactitud y, aunque se tenga una idea aproximada, su magnitud nunca será revelada, debido a los criminales intereses de los magnates petroleros y de los gobiernos que los apañan.La British Petroleum Company, directamente responsable del desastre ecológico, entre otras razones por negligencia, insensibilidad e irresponsabilidad, mintió desde un principio al anunciar que el vertido de petróleo al mar era de mil barriles diarios, cuando en realidad la cifra sería 60 veces mayor, y se prolongó durante 70 días.La contaminación del mar y sus costas continentales e isleñas, produjo una disminución del turismo, fuente de distracción y disfrute para muchos y de medio de vida para cientos de miles de personas de los países caribeños.La muerte de peces, mariscos, reptiles, aves y mamíferos, continúa produciendo pérdidas millonarias y desocupación laboral en la industria pesquera, marisquera, en los astilleros y una profunda alteración de las cadenas alimentarias.La vida en la costa, en especial los pantanos y manglares, ha sido gravemente afectada, así como la de los arrecifes coralinos, ese jardín subacuático que maravilla por su belleza y su biodiversidad, víctimas de la insensatez humana que puede destruir en un abrir y cerrar de ojos lo que la naturaleza ha construido durante millones de años.Las formaciones coralinas, únicas en el planeta, de las cuales nueve por ciento se halla en el Mar Caribe, han sobrevivido a cuatro cataclismos prehistóricos, separados entre sí por millones de años, en un lapso inimaginable para nuestras mentes y que va desde su nacimiento, hace dos mil millones de años, hasta hace 65, en el último cataclismo conocido hasta llegar a nuestros días.Se calcula que, para crecer dos metros, un arrecife necesita entre 250 a 700 años, y los corales son los principales componentes de los arrecifes, pero no los únicos. Para sobrevivir y formar colonias de esqueleto calcario, necesita condiciones físicas y químicas especiales, como mucha luz, aguas limpias, transparentes, cálidas y oxígeno.Es la razón por la que crecen en aguas tropicales, 30 grados norte y sur de latitud, con una temperatura media de 18 º, siendo las óptimas entre 20 y 24 º, y la salinidad entre 35 y 25 partes por mil, con excepción de los corales de lagos y estuarios.Los corales pertenecen a los celenterados, cnidarios, con tentáculos múltiples de seis, dentro de los cuales las flores del mar (anémonas y madréporas). Viven en simbiosis con un alga microscópica, la zooxantheles; y mientras estas se nutren de los metabolitos de los pólipos, éstos obtienen oxígeno del proceso de fotosíntesis llevado a cabo por las algas.El arrecife coralino más grande del mundo es el Gran Arrecife en el Pacífico, que bordea la provincia australiana de Queensland y llega a Nueva Guinea, mide dos mil kilómetros de largo y entre 15 y 150 Kms. de ancho. En él encalló el Capitán Cook en 1768, librándose del naufragio gracias a sacrificar parte de sus cargas.El segundo gran arrecife del mundo, por su extensión, se encuentra en el Caribe.Además de la acción erosiva producida por las corrientes marinas, que también influyen con su temperatura, las mareas, oleajes, maremotos y tornados (en 1961 uno arrancó 80 por ciento a lo largo de ocho Kms., en las Honduras Británicas), los corales tienen enemigos naturales, tal la estrella del mar, corona de espinas (Acantáster), que ha proliferado peligrosamente en el Gran Arrecife y en los del Pacífico de las costas americanas. La muerte de los corales se evidencia por el blanqueamiento de las colonias, pero sin dudas es el ser humano el mayor depredador.Las joyas de coral ejercen un poder magnético, con el que adornamos nuestra vanidad. En algunas islas del Pacífico (Maldivas, por ejemplo), los arrecifes son utilizados para la construcción de edificios, de carreteras, y hasta triturados para fabricar cal. (En Paraguay se utilizan diversos tipos de mármol, con el mismo fin).Peor aún, en las Islas Bikini, Mururoa, Estados Unidos ha realizado ensayos atómicos y, contra ese mismo ejercicio, en la década 80 Greenpeace se batió a duelo con el Gobierno Francés en defensa de Nueva Caledonia.Esas acciones, además de la destrucción de los propios arrecifes, con todos sus habitantes, compromete la vida futura, a causa de las radiaciones atómicas.La hecatombe marina producida por la reciente fuga radioactiva de las plantas atómicas niponas, causadas por el tsunami, es por todo el mundo conocida, pero lamentablemente muy poca conciencia comunitaria a construido.La pesca indiscriminada, con métodos de arrastre o por explosión, amenaza la fauna marina del planeta.Las empresas japonesas balleneras, con el increíble pretexto de estudio científico, así como de otros países, están llevando a algunas especies al límite de su extinción, en particular la ballena azul y la jorobada.Por razones pragmáticas y de estudio, el hombre ha dividido a nuestro planeta en cuatro esferas: la litósfera, que comprende la corteza terrestre; la hidrósfera, compuesta por el conjunto de aguas superficiales, que cubre el 75 por ciento de la superficie terrestre, y la atmósfera. La cuarta capa está constituida por la biósfera, rica y variada, a la cual pertenecemos, para desgracia de todos los otros seres vivientes.Lo que aún no ha dimensionado el hombre es que todos los elementos que componen nuestro planeta, están íntimamente relacionados y son interdependientes y si se daña una sola de estas estructuras, se altera el sistema ecológico planetario, cuyo mecanismo de readaptación no puede compensar el ritmo acelerado de la destrucción a la que es sometido.Los sistemas de medición son de diversos tipos, pero tienen una unidad a la que todos los valores son referidos.¿Cuál es la medida que hay que utilizar para medir el daño ambiental?. Parece que hemos errado la unidad de referencia, proque ninguna vida puede ser valorada en términos económicos.Los efectos del sobrecalentamiento del planeta se sufren por poblaciones enteras: inundaciones, sequías, tornados, huracanes, pérdidas de reservas de agua dulce, y enfermedades por desplazamiento de los vectores, tales como la leishmania y fiebre amarilla, y por la pérdida de su hábitat natural, las selvas y el agua limpia.El año 2010 ha sido el más caliente de todos, sobrepasando el pico del 2008, como consecuencia de la mayor inyección de CO2 a la atmósfera y de otros gases de efecto invernadero, y la destrucción de la capa de ozono.A pasado ya más de un año y la BP dilata los procesos de indemnización a las víctimas humanas (los animales no tienen abogados, ni derechos de propiedad), y los reclamos se pierden en laberintos leguleyos y burocráticos, con la complicidad de autoridades.Mientras tanto, se autorizan nuevas prospecciones petroleras en aguas profundas. La Amazonía, el gran pulmón planetario, es de los escenarios más codiciados y agredidos, pero no habrá reacción ciudadana hasta que una nueva catástrofe, irrumpa en los medios masivos de comunicación, mostrándonos imágenes de peces muertos y aves engudronadas.Luego, en pocas semanas, el manto de olvido tranquilizará nuestras conciencias y, aunque las tumbas en el mar no ofenden nuestros sentidos, sus flores se están muriendo en sus corales.

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