Y dele con la planta

Imaginemos, por un momento, que nos quedemos sin agua. Eso tiene casi cero tolerancia. Solamente la privación del aire puede ser más radical.Para tener agua nos esforzamos, luchamos, hacemos lo que sea necesario.  Es natural. Y por eliminar las “aguas residuales” ¿Qué estamos realmente...

Imaginemos, por un momento, que nos quedemos sin agua. Eso tiene casi cero tolerancia. Solamente la privación del aire puede ser más radical.Para tener agua nos esforzamos, luchamos, hacemos lo que sea necesario.  Es natural. Y por eliminar las “aguas residuales” ¿Qué estamos realmente haciendo? ¿Es esa una responsabilidad compartida, como debiera ser? ¿Es una causa común?Claro que lo es, pero no la asumimos así y da hasta vergüenza admitirlo.Porque sigue como si fuera conflicto “ajeno” sin definir siquiera el sitio donde finalmente se construiría, si se llega a construir, la tristemente famosa planta para tratamiento de aguas servidas.Ahora hay inclusive amagos de enfrentamientos, entre los pobladores de Laderas Centro y un grupo organizado de vitivinicultores.Unos quieren que se haga la planta de tratamiento en un lugar y los otros no. Ese es el conflicto. El de siempre, el que comenzó desde cuando se resolvió que había que tratar esas aguas de alcantarilla, porque era una necesidad  urgente. Y hasta ahora ni siquiera el lugar donde se construirá la planta se ha podido definir.Sinceramente da vergüenza. A la hora de exigir dotación de agua todo vale. A la hora de eliminar las aguas que ya nos han “servido” parecería que el asunto no es problema “nuestro”.Este, sin buscar más lejos, es un asunto de civismo. En esto debería intervenir, porque es su competencia, un comité cívico que justificara su razón de existir. Nunca hemos oído siquiera mencionar el asunto a sus dirigentes, que felizmente, ya serán cambiados.Por supuesto que la responsabilidad original, esencial, no es de ellos, sino de las autoridades, municipales y departamentales, que han permitido que, día a día, mes tras mes, años tras año, la situación creciera y se convirtiera en lo que es ahora: un problema que ya está pareciendo insoluble.Sería inaudito que tuviéramos que pedir auxilio a cualquier instancia para que solucione la eliminación de “nuestras” aguas residuales. Es algo que tenemos que hacerlo nosotros. ¿No es que somos autónomos? Porque entretanto las lagunas fétidas e infecciosas siguen aumentando su peligrosidad, a tal punto que si no asumimos nuestra responsabilidad, todos los tarijeños, habrá que soportar que nos “intervengan” por razones de “salud pública”.De manera que si no lo hacemos por sentido común, que es nomás el menos común de los sentidos, si no somos capaces de hacerlo asumiendo que es una causa común cívica, y ni siquiera por “instinto de conservación”, alguien tendrá que hacerlo por nosotros.De ese tamaño está el problema

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