Camino

La vida es un recorrer el camino, que muchas veces está iluminado con luces de bienestar, de salud, de sentirse acompañado y querido; otras veces nos cubren las sombras que oscurecen nuestra alegría y entusiasmo, cae hasta el fondo nuestro optimismo, porque las sombras de la tristeza,...

La vida es un recorrer el camino, que muchas veces está iluminado con luces de bienestar, de salud, de sentirse acompañado y querido; otras veces nos cubren las sombras que oscurecen nuestra alegría y entusiasmo, cae hasta el fondo nuestro optimismo, porque las sombras de la tristeza, oscurecen nuestro camino. Jesús que nos acompaña, nos dice: “No teman soy yo” (Mt. 14-22-23)Si tenemos fe, vamos a caminar junto al Señor, por eso El nos exhorta: “Tengan fe, confíen en Mí”.Casi siempre nos ocurre, lo que a los israelitas, cuando Moisés los conducía a la tierra prometida, Dios los sacó de la esclavitud y los conducía por el desierto.Era su pueblo, los miraba con amor, cuidaba de ellos, los alimentaba con el maná, pero ellos dudaron y murmuraron.Al verse frente al mar Rojo, se sintieron atrapados, sin salida y detrás perseguidos por los egipcios; protestaron contra Moisés y contra Dios, se preguntaban ¿Por qué nos sacó de Egipto, allí acaso no habían tumbas para morir aquí?Pero El Señor abrió el mar para que pasara su pueblo y se unieron las aguas, cuando el ejército egipcio comenzó a cruzar en su persecución.Eso mismo nos pasa a nosotros frente a las dificultades y sufrimientos y gritamos: ¿Por qué? ¿Por qué esto me tenía que suceder a mí? ¿Por qué Dios se olvidó de mí? Y la tormenta pasa, vuelve la calma, porque El está a nuestro lado: “Yo estaré con ustedes hasta la consumación de los siglos”.Nos falta fe, confianza, no olvidemos que el camino del Señor que nos invita a transitar, es muy distinto del que a veces creemos; ni es tan claro como quisiéramos verlo, ni es tan llano como para avanzar sin tropiezos, por el contrario, estará sembrado de obstáculos, pero ningún obstáculo es imposible de superar si tenemos la confianza puesta en El.No nos dejemos seducir por el mundo, que con sus ofertas y propuestas nos alejan de la propuesta de Jesús que proclama la felicidad para los pobres de espíritu, para los pacientes, para los que buscan la paz, para los puros de corazón, para los que trabajan por la justicia; en definitiva a los que se atreven a ser “artesanos del Reino”, porque en sus oídos siguen escuchando sus palabras: “No tengan miedo, yo he vencido al mundo”. Y este éxito que tenemos que lograr, muy diferente al éxito que buscan muchos hermanos que se dejaron seducir por ese “mundo” lejano a Dios; que es en el que se busca prestigio a cualquier precio, hacer fortuna, conquistar dentro de lo posible todos los placeres del mundo, ser “figuras” para que los demás admiren, realizarse en esta forma, olvidándose de los principios que en algún momento fueron parte importante en sus vidas.No es ese el plan de Dios para sus hijos, sino que debemos sentirnos hermanos de todos, desterrar de nuestro corazón el egoísmo que esclaviza, sino que debemos caminar con equilibrio.Caminemos como nos enseña un siervo de Dios, al que un hombre le preguntó un día: ¿Qué debo hacer para acercarme a Dios? “Diviértete y alaba a Dios con tu alegría” y otra persona le preguntó: ¿Qué debo hacer para acercarme a Dios? Y El le contestó: “No te diviertas tanto”.Ante esto sus discípulos dijeron: “Parece maestro que usted no sabe muy bien como debe uno acercarse a Dios, porque a una persona le dijo que se divirtiera y a la otra que no lo hiciera. El siervo de Dios les respondió: “La Búsqueda de Dios es un puente sin barandas, si alguien está cerca del lado derecho, hay que decirle que se vaya un poco hacía la izquierda, si por el contrario está muy cerca del lado izquierdo, hay que decirle que se vaya un poco más a la derecha.Los dos extremos constituyen un peligro.

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