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Reflexiones desde el Cursillo El milagro

El terrateniente le dice al sabio: Me han dicho que eres una persona muy poderosa y que puedes hacer milagros.El sabio le responde: Soy una persona vieja y cansada ¿Cómo crees que yo podría hacer milagros?El terrateniente le dice: Me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y...

El terrateniente le dice al sabio: Me han dicho que eres una persona muy poderosa y que puedes hacer milagros.El sabio le responde: Soy una persona vieja y cansada ¿Cómo crees que yo podría hacer milagros?El terrateniente le dice: Me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos.El sabio: Esos milagros los hace Dios, yo solo pido se conceda un favor para el enfermo o para el ciego, y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.El terrateniente: Muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.El sabio: ¿Esta mañana volvió a salir el sol?El terrateniente: ¡Sí claro que sí!El sabio: Pues ahí tienes un milagro… el milagro de la luz.El terrateniente: No yo quiero ver un verdadero milagro, oculta el sol, saca agua de una piedra… Mira, allí hay un conejo herido, tócalo y sana sus heridas!El sabio: ¿Quieres un verdadero milagro? ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?El terrateniente: ¡Sí!  Fue un varón y es mi primogénito.El sabio: Ahí tienes el segundo milagro…el milagro de la vida.El terrateniente: Sabio tu no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro.El sabio:¿Acaso no estamos en época de cosecha? ¿No hay trigo donde hace unos meses solo había tierra?El terrateniente: Si igual que todos los años.El sabio: Pues ahí tienes el tercer milagro.El terrateniente: Creo que no me he explicado, lo que yo quiero…El sabio: Te has explicado bien yo ya hice todo lo que podía hacer por ti… si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte.El terrateniente se fue muy desilusionado.El sabio se quedó con su alumno y tomando al conejo herido sopló sobre el y sus heridas quedaron curadas.El alumno le dice: Maestro te he visto hacer milagros como este, casi todos los días;  ¿por qué te negaste a mostrarle uno al caballero? ¿Por qué lo haces ahora que no puede verlo?El sabio responde: Lo que el buscaba no era un milagro, sino un espectáculo.Le mostré tres milagros y no pudo verlos.Esta anécdota nos hace reflexionar de que para ser rey, primero hay que ser príncipe, para ser maestro, primero hay que ser alumno. No se puede pedir grandes milagros si no hemos aprendido a valorar los pequeños milagros que se nos muestran día a día.El día en que aprendamos a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren en nuestra vida, ese día comprenderemos que no necesitamos más milagros que los que Dios no da todos los días, sin que se lo hayamos pedido.


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