Eppur si muove

En Chile, los mapuches en huelga de hambre contra una Ley Antiterrorista que los califica así por su origen étnico en cuyo alumbramiento, como digno padre de esa racista legislación, el genocida Pinochet estuvo presente. En Estados Unidos, la extrema derecha ha erigido muros para frenar las...

En Chile, los mapuches en huelga de hambre contra una Ley Antiterrorista que los califica así por su origen étnico en cuyo alumbramiento, como digno padre de esa racista legislación, el genocida Pinochet estuvo presente. En Estados Unidos, la extrema derecha ha erigido muros para frenar las oleadas mestizas que provienen del sur y en Israel, su eterno gobierno sionista separa a su población de los palestinos para que no se contaminen con el objetivo final de aniquilarlos para adueñarse absolutamente de sus tierras.

 

La locura xenófoba, que no es más que la ignorancia en la peor de sus facetas, se ha apoderado de las clases dominantes en el mundo. Culpar a los más débiles y vulnerables, a los más frágiles y desamparados, de las crisis que ellas mismas han creado es su fin y con ello desencadenar nuevas guerras donde sus cuentas deficitarias sean pagadas con la venta de armas y la reconstrucción de las ciudades. ¿No lo fue así en las guerras imperialistas anteriores y actuales? Solo en el capitalismo el dolor, la muerte y la destrucción son un ejercicio redondo. Solo en el capitalismo más arrogante y estúpido la educación es negocio y no un medio de desarrollo humanístico.

 

Esa mentalidad cavernaria puede apreciarse igual en nuestro país y en esferas que uno pensaría imposible. Pero en el mundo del revés se entiende todo de esa forma. Aquí los estudiantes que han puesto el dedo sobre la llaga, que han desenmascarado los negocios sucios que se realizan dentro de los recintos universitarios, son acusados de vagos, drogadictos, peludos, haraganes y estrafalarios. Los que han desnudado la verdad son vilipendiados y descalificados por muchos de esos que utilizan a la Universidad como plataforma politiquera y mercantil. Se relamen con la orden de desalojo. Mientras tanto, como en el fuego cruzado entre futuro y pasado, muchos profesores corren a ponerse a resguardo de las “hordas” estudiantiles tan indóciles, tan rebeldes. Tan críticas, tan irreverentes. Quieren volver a la “normalidad” de su vida desteñida. Vomitan contra el estudiante que desordena su orden establecido. No logran ver más allá.

 

La mentalidad fascista está viva, y si allá, Sarkozy, Piñeira y Obama quisieran erradicar de una vez por todas a los que representan una parte de su sangre, acá los que una vez fueron estudiantes quieren de una patada echar a los que hoy son su contradicción y tuvieron la osadía de hacer lo que ellos jamás pretendieron llevar a cabo: recuperar la dignidad.

 

Lo interesante de estos escenarios es que, allá como acá, los elegantes caballeritos ya no pueden actuar tan abiertamente represivos como lo hicieron sus antecesores, pues si lo hicieran estarían cavando su propia tumba política y moral. Allá como acá, los “desgarbados”, han hecho oír su verdad desde el fondo de la caverna. Han planteado un cambio que trocará la realidad, porque es imposible seguir con el mismo sistema de cosas.

 

Ni allá ni acá, la gente desea batirse en escaramuzas pero sí ser tratado con dignidad. Así ha sido el camino de la humanidad. Bajo el mismo influjo luchó Espartaco, los sains-coullots, los esclavos haitianos, los independentistas americanos; así seguirán luchando los humanos para conseguir su libertad, en especial contra este orden caduco capitalista que reduce la belleza de lo humano a lo burdo de la mercancía. Pero al frente de esas luchas la razón iluminando el camino, la ciencia, la academia, en fin los estudiantes.

 

No hay batallas grandes ni pequeñas, solo batallas y, a pesar de que muchos crean que las cosas deben seguir como siempre, tenemos que comprender que todo está en constante cambio a pesar de los deseos e intereses de los poderosos, por tanto, prestos a opinar como Galileo ante el Tribunal de la Santa Inquisición: Eppur si muove (Sin embargo se mueve).


Más del autor