Réquiem a la Ronda de Doha

La OMC, establecida en 1995, administra los acuerdos comerciales negociados por sus miembros y coopera con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional buscando en teoría coherencia entre la política económica y comercial a escala mundial, pero en la práctica ha demostrado que los...

La OMC, establecida en 1995, administra los acuerdos comerciales negociados por sus miembros y coopera con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional buscando en teoría coherencia entre la política económica y comercial a escala mundial, pero en la práctica ha demostrado que los intereses de los países desarrollados, especialmente los de Estados Unidos, pueden más que cualquier teoría.

La Ronda de Doha de la OMC pretendió ser una gran negociación. Su objetivo apuntaba a completar un tema que había quedado pendiente de un gran ciclo anterior (llamado Ronda de Uruguay): el comercio agrícola.

En esta etapa, los países en desarrollo tratan de obtener un acceso libre de obstáculos para sus producciones agrícolas en los mercados de los países centrales. Esto significa que las grandes potencias deberán eliminar o reducir, en forma significativa, la protección que dan a su agricultura. En Doha se estableció un tiempo límite para eliminar totalmente los subsidios a las exportaciones agrarias: el 2013.

También se defendió una fuerte reducción efectiva de los subsidios internos, "proporcional" a las concesiones sobre el comercio de bienes industriales que deben hacer los países en desarrollo. Pero estas negociaciones han fracasado.

La Ronda de Doha llegó a un punto muerto. En los nueve años transcurridos desde su creación el contenido de desarrollo prácticamente desapareció de las negociaciones y lo que estuvo en juego fueron las verdaderas intenciones de los países desarrollados: abrir los mercados de los países en desarrollo y, a la vez, proteger sus intereses, especialmente en agricultura y servicios. A los países en desarrollo se les exige que reduzcan drásticamente los aranceles de sus productos manufacturados.

Pese a la ventaja que ya tiene, Estados Unidos pretende que algunos países en desarrollo ­en particular China, India y Brasil­ también acepten llevar a cero los aranceles de algunos sectores, como productos químicos, maquinaria industrial y electrónica. El gobierno de Obama enfrenta un Congreso y una opinión pública que se muestran reacios a que el país cumpla con el compromiso de reducir su nivel máximo de subvenciones agrícolas y aranceles industriales. Por eso va más allá de los textos preliminares y exige a ciertos países en desarrollo que abran aún más sus mercados. Los países en desarrollo alegan que este no es el mandato acordado, en tanto Estados Unidos insiste con sus reclamos irracionales. Así no hay negociación.

Pero no es propiamente eso lo que nos preocupa, sino lo que suele hacer Estados Unidos cuando las “negociaciones” no le favorecen.

Pensábamos en estas cuestiones cuando aludían en estos días a las bases militares en Colombia y a la IV Flota.


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