El Vivir Bien languidece ante el dominio del PIB en la economía
El ministro de Economía, Luis Arce Catacora, finalmente afirmó estar de acuerdo con incorporar otros datos además del PIB “para hablar de crecimiento”. El debate podría por fin empezar discutir qué indicadores y datos usar para construir y medir una economía que realmente vaya más...
El ministro de Economía, Luis Arce Catacora, finalmente afirmó estar de acuerdo con incorporar otros datos además del PIB “para hablar de crecimiento”. El debate podría por fin empezar discutir qué indicadores y datos usar para construir y medir una economía que realmente vaya más allá del capitalismo.
Pero para ello hay que arriesgarse a pensar “fuera de la caja” o cambiar de “chip”. Ya el año pasado, el ganador del Premio Nobel de Economía del año 2008, Paul Krugman, afirmó que el PIB “no lo es todo” y que por tanto ese indicador “no ha de emplearse superfluamente para juzgar cómo funciona” la economía. Krugman se suma así a una creciente lista de expertos que cuestionan el PIB como indicador confiable para el bienestar y el progreso económico de los países.
Más recientemente, el editor del Financial Times y autor de varios libros de temas económicos, David Pilling, advirtió que hay una obsesión por el crecimiento del PIB sin que ni siquiera pueda considerarse este indicador como justo y adecuado.
Además de que el indicador no dice nada sobre la distribución del ingreso, tampoco lo hace sobre la sostenibilidad de ese crecimiento y menos aún sobre la calidad de vida de la población. “Al PIB le gusta la contaminación, el delito y las guerras”, afirma Pilling, a modo de graficar el tipo de actividades que contabiliza el indicador y que por tanto los gobiernos fomentan para aumentar su crecimiento, pero que son incompatibles con el bienestar.
Contabilizando un valor que no es valor
Hace alrededor de 80 años, el economista Simón Kuznets inventó el PIB, pero no estaba de acuerdo con que se incluyera en él la especulación financiera ni la banca, porque los banco en sí mismos no generan valor, lo distribuyen o asignan. Esta asignación, cuando está bien dirigida, puede contribuir a generar nuevo valor, pero no necesariamente es siempre así.
Pese a esto, en el mundo entero y en Bolivia también, las actividades de intermediación financiera son incluidas en el PIB. De hecho, “justo antes de la crisis financiera de 2008 en EEUU, en Reino Unido, los bancos habían elevado su contribución al PIB y era un 9%”, explica Pilling.
En Bolivia, según datos del INE al tercer trimestre de 2018, los Establecimientos Financieros fueron el sector que más creció en la economía boliviana (5,39%) después de la agricultura (6,95%). Y su incidencia porcentual en el crecimiento del PIB es también la segunda más alta: 0,70, sólo después de agricultura que tiene una incidencia de 0,89.
[caption id="attachment_239981" align="alignnone" width="502"] Sectores que más crecieron y tuvieron más incidencia en el PIB. Fuente: INE[/caption]
El problema es que, según Pilling, mucho de ese crecimiento “era de hecho un espejismo. Eso nos llevó a políticas equivocadas. Esa es la relación entre ese número abstracto y las políticas públicas”.
El director de la Fundación INASET (Instituto de Asistencia Social Económica y Tecnológica) en Bolivia, Enrique Velazco Reckling, se pronunció antes en la misma línea: “Financiar actividades no productivas promueve la especulación (aumenta el valor de activos financieros, bonos de deuda, inmuebles, etc.) y genera rentas para el banco y los vendedores, pero no crea nuevo valor, ya que ‘comprar barato y vender caro’ no crea nuevo valor en la economía”.
De estas explicaciones se puede entender que uno de los problemas con el PIB es lo que se incluye en su contabilidad, y que los empresarios bolivianos consideran que “infla” las cifras de crecimiento. Otro de los problemas es lo que el indicador excluye, y que cambiaría las cifras tanto positiva como negativamente.
Invisibilizando lo que sí es valor
La llamada Economía del cuidado es una parte de la economía invisible pero vital para el funcionamiento de todas las sociedades a lo largo de la historia de la humanidad. Incluye actividades relacionadas al cuidado del hogar (lavar, cocinar, planchar, hacer mercado, etc.), de los niños, de las personas mayores y/o con discapacidad.
Estas actividades no se incluyen en el PIB -salvo cuando son servicios fuera del hogar-, y por tanto no se han contabilizado ni se les ha dado un valor económico, pese a que sustentan todas las actividades que sí los son.
Por ejemplo, dice Pilling, la leche materna (dar el pecho) en términos del PIB no tiene ningún impacto, mientras que la leche en polvo sí: hay fábricas, empleados, impuestos. “De manera invisible esto establece algunos incentivos. Si eres un Gobierno igual quieres más fábricas de leche en polvo y que las mujeres tengan menos baja por maternidad para que vuelvan al trabajo más rápido para incrementar tu PIB, y que compren leche en polvo”, explica.
Por las mismas razones, un gobierno puede estar a favor de que se fume, porque ponerle un impuesto al tabaco. “Es bueno para la economía. Pero no estás contabilizando la gente que va a enfermar y el dinero que vas a tener que gastarte en cuidarlos. Es irónico porque esos cuidados también contribuirían al PIB. Por tanto, tenemos que ser conscientes de lo que es visible y lo que no”, agrega.
[caption id="attachment_239982" align="alignnone" width="525"] Crecer en base a consumismo. Fuente: Presentación Arce Catacora 2018, datos de Impuestos Nacionales (SIN)[/caption]
“Incorporar otros datos al PIB”
En una reciente entrevista con El Deber, el ministro Luis Arce Catacora arremetió contra “esos analistas que se quejan que solo usamos el PIB” y lo justificó diciendo que “lo hacemos para compararnos y demostrarles que manejamos mejor la economía. Eso no les gusta, por eso proponen incorporar otros elementos más y ver si así caen nuestros indicadores, pero les vamos a ganar una vez más”.
Pese a ello, el ministro se considera “un convencido de que se deben incorporar otros datos, como el de la reducción de la pobreza, el que mejor ha distribuido el ingreso, el que más redujo el desempleo de un 8 a un 4%. El que aumento más la esperanza de vida de la población. Somos campeones en un indicador social y lo dice el Banco Mundial, donde Bolivia es el país que más ha incrementado el ingreso al 40% más pobre de su población. Por eso estoy de acuerdo con incorporar otros datos al PIB para hablar de crecimiento”.
Esta apertura es un paso hacia adelante para buscar mejores formas de entender y medir la economía, siempre en base a los objetivos nacionales. Lo que queda pendiente es avanzar en la definición de esos objetivos y concretizar los indicadores más adecuados para medir los resultados, de manera creativa y soberana. Utilizar el Producto Nacional Bruto (PNB) en vez del PIB (o junto con éste) es una sugerencia que circula hace tiempo.
Pero si se trata de construir un nuevo sistema, una nueva economía, hay que ir más allá. Indicadores de pobreza, distribución de ingreso, esperanza de vida, etc., son solo el principio. Para superar el capitalismo hay que ser más audaces, como decía el famoso economista Samir Amin.
El propio Banco Mundial ya está viendo una nueva forma de medir el éxito de una economía: el Índice de Capital Humano, que clasifica a los países de acuerdo a cuánto invierten en sus juventudes. Según el Banco Mundial, cuanto mayor es la inversión en educación y salud, mayores son la productividad y los ingresos de la fuerza laboral, y esto conduce a la creación de niveles de riqueza más altos y de una economía más fuerte.
Si se usa este índice, las mejores economías son Singapur, Corea del Sur, Japón, Hong Kong, Finlandia e Irlanda. Alemania recién está en el puesto 11 y Reino Unido en el 15. Mientras que EEUU y China, las dos economías más grandes del mundo por PIB, están apenas en la posición 24 y 46 respectivamente. No hay datos para Bolivia.
Lo que no se menciona
Las características de las empresas y el tamaño del sector informal son datos que están disponibles, pero que el ministro no mencionó como indicadores que complementen o contrapesen el PIB, pese a que guardan relación con los ingresos estatales, con la calidad del empleo, con la situación laboral de los trabajadores.
Por otra parte, aunque Bolivia ostenta la tasa de desempleo abierto más baja de la región, el CEDLA advierte que el subempleo en Bolivia representa el 20% de la población en edad de trabajar, y se manifiesta principalmente entre los jóvenes, las mujeres y los nuevos profesionales con alto nivel educativo.
Mientras tanto, el empleo informal supera el 70% de la población económicamente activa; el Estado genera menos del 10% de los trabajos, el sector privado formal cerca del 20%.
La precariedad de los trabajos, caracterizada por la inestabilidad, inseguridad, incertidumbre, falta de garantías, ingresos bajos, malas condiciones de trabajo, explotación, entre otros, también ha aumentado.
[caption id="attachment_239983" align="alignright" width="249"] Bajo desempleo abierto esconde aumento de precariedad laboral y subempleo[/caption]
El investigador del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) y del Observatorio Económico y Social (OES), José Luis Barroso, también nota que la calidad de empleo “se deterioró considerablemente” en los últimos años.
Según Barroso, más del 80% de la población en Bolivia actualmente se encuentra desarrollando sus actividades laborales “en condiciones realmente precarias, ya sea por no contar con contratos, no tener beneficios sociales o estar trabajando, en muchos casos, más de 15 horas diarias”.
En este sentido, si lo que se quiere es complementar el PIB con otros indicadores, éstos deben ser lo suficientemente variados y tener el suficiente alcance para tener una visión lo más completa posible de la economía. Incorporar unos y excluir otros solo preservará las limitaciones que el PIB ya ha demostrado tener.
Ir aún más allá
Bolivia tuvo una inmejorable oportunidad de desarrollar un indicador nuevo y contribuir así en el debate de cómo superar el PIB, cuando hace pocos años propuso el “Vivir Bien”. Sin embargo, el concepto sufre un desgaste acelerado por no haberse operativizado en nuevos estándares de desarrollo, políticas sectoriales, prácticas ambientales, ni en nuevos indicadores alternativos.
Cada vez más, tanto académicos como instituciones internacionales como las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) están prestando su atención a lo que pasa en el reino de Bután (en la cordillera del Himalaya, sin salida al mar), que lleva años basando su política y modelo de desarrollo en la Felicidad Nacional Bruta (FNB), y ha logrado convertir este concepto en un indicador funcional y útil en lo práctico.
Al respecto, los investigadores Gyambo Sithey, Anne-Marie Thow y Mu Li, de la Universidad de Sídney (Australia), en un trabajo para la OMS, destacaron que la felicidad, la salud y el bienestar están estrechamente unidos, y que normalmente se considera que la buena salud es el determinante más importante del bienestar.
“Cada vez hay más pruebas de que la actual trayectoria del desarrollo humano no es sostenible, por lo que es imperativo adoptar mediciones de progreso más inclusivas que indicadores económicos tradicionales como el PIB”, afirman. Y se adhieren al FNB como alternativa, resaltando las fuertes inversiones que hace Bhután en la salud, y cómo el país revisa todos los planes y políticas sectoriales para que sean coherentes con la FNB.
[caption id="attachment_239984" align="alignnone" width="500"] Bolivia: Gasto público en salud comparado con otros países. Fundación Milenio 2018/Banco Mundial[/caption]
Pero para ello hay que arriesgarse a pensar “fuera de la caja” o cambiar de “chip”. Ya el año pasado, el ganador del Premio Nobel de Economía del año 2008, Paul Krugman, afirmó que el PIB “no lo es todo” y que por tanto ese indicador “no ha de emplearse superfluamente para juzgar cómo funciona” la economía. Krugman se suma así a una creciente lista de expertos que cuestionan el PIB como indicador confiable para el bienestar y el progreso económico de los países.
Más recientemente, el editor del Financial Times y autor de varios libros de temas económicos, David Pilling, advirtió que hay una obsesión por el crecimiento del PIB sin que ni siquiera pueda considerarse este indicador como justo y adecuado.
Además de que el indicador no dice nada sobre la distribución del ingreso, tampoco lo hace sobre la sostenibilidad de ese crecimiento y menos aún sobre la calidad de vida de la población. “Al PIB le gusta la contaminación, el delito y las guerras”, afirma Pilling, a modo de graficar el tipo de actividades que contabiliza el indicador y que por tanto los gobiernos fomentan para aumentar su crecimiento, pero que son incompatibles con el bienestar.
Contabilizando un valor que no es valor
Hace alrededor de 80 años, el economista Simón Kuznets inventó el PIB, pero no estaba de acuerdo con que se incluyera en él la especulación financiera ni la banca, porque los banco en sí mismos no generan valor, lo distribuyen o asignan. Esta asignación, cuando está bien dirigida, puede contribuir a generar nuevo valor, pero no necesariamente es siempre así.
Pese a esto, en el mundo entero y en Bolivia también, las actividades de intermediación financiera son incluidas en el PIB. De hecho, “justo antes de la crisis financiera de 2008 en EEUU, en Reino Unido, los bancos habían elevado su contribución al PIB y era un 9%”, explica Pilling.
En Bolivia, según datos del INE al tercer trimestre de 2018, los Establecimientos Financieros fueron el sector que más creció en la economía boliviana (5,39%) después de la agricultura (6,95%). Y su incidencia porcentual en el crecimiento del PIB es también la segunda más alta: 0,70, sólo después de agricultura que tiene una incidencia de 0,89.
[caption id="attachment_239981" align="alignnone" width="502"] Sectores que más crecieron y tuvieron más incidencia en el PIB. Fuente: INE[/caption]
El problema es que, según Pilling, mucho de ese crecimiento “era de hecho un espejismo. Eso nos llevó a políticas equivocadas. Esa es la relación entre ese número abstracto y las políticas públicas”.
El director de la Fundación INASET (Instituto de Asistencia Social Económica y Tecnológica) en Bolivia, Enrique Velazco Reckling, se pronunció antes en la misma línea: “Financiar actividades no productivas promueve la especulación (aumenta el valor de activos financieros, bonos de deuda, inmuebles, etc.) y genera rentas para el banco y los vendedores, pero no crea nuevo valor, ya que ‘comprar barato y vender caro’ no crea nuevo valor en la economía”.
De estas explicaciones se puede entender que uno de los problemas con el PIB es lo que se incluye en su contabilidad, y que los empresarios bolivianos consideran que “infla” las cifras de crecimiento. Otro de los problemas es lo que el indicador excluye, y que cambiaría las cifras tanto positiva como negativamente.
Invisibilizando lo que sí es valor
La llamada Economía del cuidado es una parte de la economía invisible pero vital para el funcionamiento de todas las sociedades a lo largo de la historia de la humanidad. Incluye actividades relacionadas al cuidado del hogar (lavar, cocinar, planchar, hacer mercado, etc.), de los niños, de las personas mayores y/o con discapacidad.
Estas actividades no se incluyen en el PIB -salvo cuando son servicios fuera del hogar-, y por tanto no se han contabilizado ni se les ha dado un valor económico, pese a que sustentan todas las actividades que sí los son.
Por ejemplo, dice Pilling, la leche materna (dar el pecho) en términos del PIB no tiene ningún impacto, mientras que la leche en polvo sí: hay fábricas, empleados, impuestos. “De manera invisible esto establece algunos incentivos. Si eres un Gobierno igual quieres más fábricas de leche en polvo y que las mujeres tengan menos baja por maternidad para que vuelvan al trabajo más rápido para incrementar tu PIB, y que compren leche en polvo”, explica.
Por las mismas razones, un gobierno puede estar a favor de que se fume, porque ponerle un impuesto al tabaco. “Es bueno para la economía. Pero no estás contabilizando la gente que va a enfermar y el dinero que vas a tener que gastarte en cuidarlos. Es irónico porque esos cuidados también contribuirían al PIB. Por tanto, tenemos que ser conscientes de lo que es visible y lo que no”, agrega.
[caption id="attachment_239982" align="alignnone" width="525"] Crecer en base a consumismo. Fuente: Presentación Arce Catacora 2018, datos de Impuestos Nacionales (SIN)[/caption]
“Incorporar otros datos al PIB”
En una reciente entrevista con El Deber, el ministro Luis Arce Catacora arremetió contra “esos analistas que se quejan que solo usamos el PIB” y lo justificó diciendo que “lo hacemos para compararnos y demostrarles que manejamos mejor la economía. Eso no les gusta, por eso proponen incorporar otros elementos más y ver si así caen nuestros indicadores, pero les vamos a ganar una vez más”.
Pese a ello, el ministro se considera “un convencido de que se deben incorporar otros datos, como el de la reducción de la pobreza, el que mejor ha distribuido el ingreso, el que más redujo el desempleo de un 8 a un 4%. El que aumento más la esperanza de vida de la población. Somos campeones en un indicador social y lo dice el Banco Mundial, donde Bolivia es el país que más ha incrementado el ingreso al 40% más pobre de su población. Por eso estoy de acuerdo con incorporar otros datos al PIB para hablar de crecimiento”.
Esta apertura es un paso hacia adelante para buscar mejores formas de entender y medir la economía, siempre en base a los objetivos nacionales. Lo que queda pendiente es avanzar en la definición de esos objetivos y concretizar los indicadores más adecuados para medir los resultados, de manera creativa y soberana. Utilizar el Producto Nacional Bruto (PNB) en vez del PIB (o junto con éste) es una sugerencia que circula hace tiempo.
Pero si se trata de construir un nuevo sistema, una nueva economía, hay que ir más allá. Indicadores de pobreza, distribución de ingreso, esperanza de vida, etc., son solo el principio. Para superar el capitalismo hay que ser más audaces, como decía el famoso economista Samir Amin.
El propio Banco Mundial ya está viendo una nueva forma de medir el éxito de una economía: el Índice de Capital Humano, que clasifica a los países de acuerdo a cuánto invierten en sus juventudes. Según el Banco Mundial, cuanto mayor es la inversión en educación y salud, mayores son la productividad y los ingresos de la fuerza laboral, y esto conduce a la creación de niveles de riqueza más altos y de una economía más fuerte.
Si se usa este índice, las mejores economías son Singapur, Corea del Sur, Japón, Hong Kong, Finlandia e Irlanda. Alemania recién está en el puesto 11 y Reino Unido en el 15. Mientras que EEUU y China, las dos economías más grandes del mundo por PIB, están apenas en la posición 24 y 46 respectivamente. No hay datos para Bolivia.
Lo que no se menciona
Las características de las empresas y el tamaño del sector informal son datos que están disponibles, pero que el ministro no mencionó como indicadores que complementen o contrapesen el PIB, pese a que guardan relación con los ingresos estatales, con la calidad del empleo, con la situación laboral de los trabajadores.
Por otra parte, aunque Bolivia ostenta la tasa de desempleo abierto más baja de la región, el CEDLA advierte que el subempleo en Bolivia representa el 20% de la población en edad de trabajar, y se manifiesta principalmente entre los jóvenes, las mujeres y los nuevos profesionales con alto nivel educativo.
Mientras tanto, el empleo informal supera el 70% de la población económicamente activa; el Estado genera menos del 10% de los trabajos, el sector privado formal cerca del 20%.
La precariedad de los trabajos, caracterizada por la inestabilidad, inseguridad, incertidumbre, falta de garantías, ingresos bajos, malas condiciones de trabajo, explotación, entre otros, también ha aumentado.
[caption id="attachment_239983" align="alignright" width="249"] Bajo desempleo abierto esconde aumento de precariedad laboral y subempleo[/caption]
El investigador del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) y del Observatorio Económico y Social (OES), José Luis Barroso, también nota que la calidad de empleo “se deterioró considerablemente” en los últimos años.
Según Barroso, más del 80% de la población en Bolivia actualmente se encuentra desarrollando sus actividades laborales “en condiciones realmente precarias, ya sea por no contar con contratos, no tener beneficios sociales o estar trabajando, en muchos casos, más de 15 horas diarias”.
En este sentido, si lo que se quiere es complementar el PIB con otros indicadores, éstos deben ser lo suficientemente variados y tener el suficiente alcance para tener una visión lo más completa posible de la economía. Incorporar unos y excluir otros solo preservará las limitaciones que el PIB ya ha demostrado tener.
Ir aún más allá
Bolivia tuvo una inmejorable oportunidad de desarrollar un indicador nuevo y contribuir así en el debate de cómo superar el PIB, cuando hace pocos años propuso el “Vivir Bien”. Sin embargo, el concepto sufre un desgaste acelerado por no haberse operativizado en nuevos estándares de desarrollo, políticas sectoriales, prácticas ambientales, ni en nuevos indicadores alternativos.
Cada vez más, tanto académicos como instituciones internacionales como las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) están prestando su atención a lo que pasa en el reino de Bután (en la cordillera del Himalaya, sin salida al mar), que lleva años basando su política y modelo de desarrollo en la Felicidad Nacional Bruta (FNB), y ha logrado convertir este concepto en un indicador funcional y útil en lo práctico.
Al respecto, los investigadores Gyambo Sithey, Anne-Marie Thow y Mu Li, de la Universidad de Sídney (Australia), en un trabajo para la OMS, destacaron que la felicidad, la salud y el bienestar están estrechamente unidos, y que normalmente se considera que la buena salud es el determinante más importante del bienestar.
“Cada vez hay más pruebas de que la actual trayectoria del desarrollo humano no es sostenible, por lo que es imperativo adoptar mediciones de progreso más inclusivas que indicadores económicos tradicionales como el PIB”, afirman. Y se adhieren al FNB como alternativa, resaltando las fuertes inversiones que hace Bhután en la salud, y cómo el país revisa todos los planes y políticas sectoriales para que sean coherentes con la FNB.
[caption id="attachment_239984" align="alignnone" width="500"] Bolivia: Gasto público en salud comparado con otros países. Fundación Milenio 2018/Banco Mundial[/caption]