¿Puede Camacho recuperar el poder en Santa Cruz?



Es verdad que los resultados finales de Luis Fernando Camacho aquel 7 de marzo de 2021 en Santa Cruz no distaron mucho de los que solía atesorar Rubén Costas. Fue tal vez la primera señal de alarma de que el mito se estaba erosionando. Camacho había ganado la Gobernación con solvencia, pues los Demócratas ni siquiera la disputaron, pero el aura de invencibilidad se había resquebrajado tras una campaña presidencial en la que no supieron explicar su objetivo.
Camacho fue la pieza clave que colocó a Evo Morales en aquel avión rumbo a México en 2019. Lo había anunciado en los cabildos contra los incendios que un mes antes había organizado en varias capitales, incluyendo Tarija: Desobediencia civil si ganaba Evo Morales, habilitado vía interpretación del Tribunal Constitucional del Derecho Humano. Después vino la chapuza del conteo rápido, la incredulidad del volteo de datos y finalmente, el estallido popular. Son otros quienes deben establecer lo espontáneo de aquello.
Camacho, imbuido en la estética paramilitar y enfocando la misión como una suerte de cruzada cristiana, dejó su carta en el palacio Quemado y se fue a su hotel a esperar lo que decidían “los que mandan”.
Su apuesta era por un gobierno “de notables”, que efectivamente hubiera sido una suerte de colofón a un golpe de Estado, pero la mesa de la zona sur decidió posesionar a un electo de la mesa directiva del Senado dándole cierta lógica constitucional. La suerte recayó en Jeanine Áñez. Camacho colocó fichas relevantes en el gabinete: Jerjes Justiniano gestionó la pacificación con inteligencia y Roxana Lizárraga se dio a la tarea de enlodar todo el legado de Evo ofreciendo todo el espectáculo posible, era el tiempo de la polarización.
Los suyos fueron borrados del gobierno a finales de ese 2019. La guardia pretoriana de Samuel Doria Medina con Arturo Murillo, los hombres clave de la Embajada como Erik Foronda y los benianos de Áñez, con Yerko Núñez en la cabeza, habían decidido que irían a por todas en la elección. La apuesta fue mal, pero aquello fue otra historia.
Camacho decidió finalmente habilitarse junto a Marco Antonio Pumari, pero para entonces todo había cambiado. Nunca fueron muy creíbles sus apelaciones a todo el país, pero en aquella campaña quedó claro que la prioridad era Santa Cruz y que la candidatura se trataba, esencialmente, de conseguir una bancada fuerte para lo que estaba por venir.
Sin rival, no tardó en hacerse con la Gobernación, pero su bancada en solo seis meses ya había dado muestras de debilidad: en la primera votación a la Directiva ya hubo díscolos pactando con el MAS, y la ruptura con la sección beniana se hizo evidente.
La gestión también se le atragantó: demasiados cuadros por cubrir con un movimiento emergente y sin institucionalizar, en una época, además, donde los recursos empezaban a escasear. Camacho optó entonces por endurar en la política y la exigencia del Censo fue casi inmediata. Tuvo ocasión de articular dos cabildos: el 13 de noviembre de 2022 Rómulo Calvo, ya de salida, conjuró el “derecho a la autodeterminación de los pueblos” y planteó la necesidad de establecer una nueva relación con el Estado… No fue suficiente
El Gobierno aprovechó el cansancio popular para armar un operativo espectacular y aprehenderlo el 28 de diciembre de 2022. La Policía se dispuso a contener las protestas con represión; cuando Johnny Fernández se dispuso a suspender el Carnaval, la protesta se diluyó. Cuatro meses después de que Camacho quebró el banco Fassil y con él la burbuja inmobiliaria entorno al Urubó que había empoderado a otros grupos de poder en la región.
Desde la cárcel, Camacho no logró ordenar la gestión y Creemos, su partido, acabó cediendo el testigo antes de ser devorados por el fracaso. La Asamblea está controlada por el MAS y la gobernación del interino Mario Aguilera es esencialmente funcional.
Curiosamente esta semana su bancada ha sido decisiva: la elección del fiscal general Roger Mariaca no hubiera sido viable sin la votación en bloque de Creemos. Tres días después cayó el proceso Golpe de Estado I por defectos procesales. El nuevo Fiscal debía decidir en 24 horas y mandó una subsanación, aunque aún no ha trascendido.
¿Puede Luis Fernando Camacho recuperar el poder? Su figura ha sufrido en la cárcel, varios grupos de poder en Santa Cruz han insistido en caricaturizarlo y la crisis económica generalizada ha abierto espacios a la prudencia, lejos de la confrontación. Luis Arce ha logrado ganar el favor del poderoso agro cruceño con concesiones de exportación, semillas y proyectos de biodiésel.
Aún así, Camacho sigue teniendo un relato épico que contar, algo que no tiene el resto de candidatos opositores que han acumulado derrotas sin reacción alguna durante década y media. Walter Chavez y Jerjes Justiniano tienen la palabra.