El cruising de los políticos tarijeños
Adrián Oliva empezó su retorno a la política local en 2014 lanzando un furibundo ataque a Óscar Montes por sus tareas inconclusas, particularmente el agua. Duró varias semanas y no pasó inadvertida, aunque por entonces era un diputado metiéndose en asuntos municipales. De alguna forma,...



Adrián Oliva empezó su retorno a la política local en 2014 lanzando un furibundo ataque a Óscar Montes por sus tareas inconclusas, particularmente el agua. Duró varias semanas y no pasó inadvertida, aunque por entonces era un diputado metiéndose en asuntos municipales. De alguna forma, Oliva marcaba territorio.
Mario Cossío también volvió a la política departamental en 2005, batiéndose en un duelo que parecía desigual con Jaime Paz Zamora, que aspiraba a convertirse en el primer Prefecto electo de Tarija luego de haberlo sido casi todo en la política nacional. Cossío le ganó solventemente la partida y arrolló los restos del MIR, que desde entonces solo pudieron acurrucarse precisamente alrededor de Óscar Montes.
Oliva, Montes, Cossío y Paz Zamora/Pereira son los fenómenos políticos de este siglo en Tarija, y su objetivo personal, obviamente, es seguir siéndolo.
Las elecciones nacionales de mayo han vuelto a poner el foco en Tarija. De los cuatro partidos que conforman la alianza “Juntos” de Jeanine Áñez, dos son tarijeños – Todos de Oliva y UNIR de Montes -; y lo mismo pasa a la hora de enumerar aliados más o menos relevantes de Luis Fernando Camacho, en este caso con Mario Cossío por Camino al Cambio y Rodrigo Paz por “Primero la Gente”.
Curiosamente, tres de los cuatro partidos representados apoyaron a Carlos Mesa en las pasadas elecciones. Todos de Oliva, que no entró en la alianza pero si firmó un acuerdo estable al día siguiente del registro de alianzas que le dio acceso a las candidaturas de diputados y senadores; Primero la Gente, de Paz, que solito montó un acto para ofrecer su apoyo a quien presentara una buena lista de candidatos – léase, “quien me dé espacio” – y acabó disputando la C40 con Patricia Paputsakis; y Camino Democrático al Cambio, entonces de Mauricio Lea Plaza más que de Cossío, y que secundó la estrategia del voto útil dejando muy claro que la lista de senadores y diputados no era de su agrado.
La pregunta en el aire es… ¿Hay posibilidades de darle continuidad a los juntes para las departamentales? O ¿todo quedará en una historia pasional del momento de la que luego nadie quiere acordarse?
Paz parecía más cercano a Oliva, con proyectos conjuntos aunque con alguna pulseada subida de tono de vez en cuando, sobre todo entre “ejércitos de trolls” en las redes. Más evidentes resultaban cuando se cruzaban precisamente con los trolls del equipo de Óscar Montes. Críticas al amarillismo del exalcalde, a su habilidad de ponerse de perfil u ocultarse cuando hay problemas como los del octubre y noviembre, a sus cercanías con el MAS de siempre, de Evo y de Milcíades Peñaloza, hacían posible la conformación de un frente Paz – Oliva en el que uno fuera a la Alcaldía y el otro a la Gobernación. Una suerte de no injerencia. Parecía pactado.
Los nervios ahora recorren al alcalde, que si bien no cree posible una unidad Oliva – Montes para las subnacionales, sí ve factible que su pacto de no agresión haya cambiado de beneficiario. Ni los más cercanos colaboradores de Montes creyeron aquello de que iba a saltar a la Gobernación. Primero porque no es estable, segundo porque no tiene incidencia real, tercero, porque están en otro momento de su vida política, cercano a la jubilación.
A Oliva le cae bien el desistimiento de Montes a aspirar a la Gobernación, pues con un MAS “derrotado”, en un esquema de racionalidad a la antigua, no se ven rivales de peso en otro espacio. Al que le cae mal es a Mauricio Lea Plaza, próximo a Montes, leal a Cossío, y que alguna vez soñó con este momento del retorno en panorama incierto. En su última intervención dejó caer una suerte de voluntad de convertir CDC en un partido municipal y él buscar algún espacio ejecutivo. Una alianza a la grande y a por todas le abría más espacios junto a Montes que en solitario, por mucho que Mario Cossío pueda seguir teniendo sus incondicionales.
A Montes se le ha abierto el cielo. De haber naufragado con Bolivia Dice No de Óscar Ortiz, habiendo estado a punto de servirle un nuevo periodo de gobierno al MAS en bandeja, pasa a ser Gobierno con Áñez y el único que no ha hecho aspavientos ni gestos extraños en la nueva definición de alianzas, sino que se ha quedado nomás donde estaba. Aun así, y como siempre, sus allegados y enemigos dicen que irá a por lo más fácil, sin riesgos.
De momento todo es cálculo y ajedrez. Las elecciones subnacionales no llegarán hasta, por lo menos, octubre. Y hasta entonces, en Bolivia, puede pasar de todo. Y por cierto ¿Dónde está Johnny Torres?