¿Y si fuera el Choquehuanca?
Choquehuanca siempre estuvo ahí, en la primera línea del Movimiento Al Socialismo (MAS), hasta que un día dejó de estarlo. David Choquehuanca - canciller once años, de 2006 a 2017 -, era el indígena de verdad, el que mojaba sus pies en el lago Titicaca, un intelectual empírico que...



Choquehuanca siempre estuvo ahí, en la primera línea del Movimiento Al Socialismo (MAS), hasta que un día dejó de estarlo. David Choquehuanca - canciller once años, de 2006 a 2017 -, era el indígena de verdad, el que mojaba sus pies en el lago Titicaca, un intelectual empírico que construyó buena parte de la filosofía del Vivir Bien, más tarde hecha ideología. El que le daba el contenido suficiente a una revolución que no podía ser una juntucha de sindicatos al servicio de los k´aras “sanos”.
Choquehuanca siempre reinó entre las ONG; siempre tuvo el respaldo de la derecha mediática, que se veía más amenazada por las pragmáticas intenciones de otros ministros, por mucho que compartieran visión hegemónica de los 500 años.
Choquehuanca siempre fue “uno de los nuestros”, una especie de Evo II, un indígena con espacio propio y con predicamento entre las organizaciones sociales e indígenas. Era el salvador del proceso en los momentos oscuros.
Choquehuanca nunca fue tan famoso como cuando le dedicó aquella oración de Gandhi a Evo por su 53 cumpleaños y que empezaba “Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles” y terminaba “Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso, si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar” y que dejó desencajado al expresidente.
Era 2013, los precios de los hidrocarburos estaban en máximos y Morales y su equipo desfilaban sin oposición hacia un tercer mandato. Muchas bases del proceso se habían violentado ya, y la tendencia a la “apertura” hacia nuevos sectores ya se había impuesto desde la Vicepresidencia. Las listas de 2014 – la Asamblea actual - son un ejemplo de aquella política.
Choquehuanca sobrevivió a aquella “afrenta” que dio carrete a los medios por varias semanas, pero la lucha con el resto de hombres fuertes del Gabinete se recrudeció. Sin tiempo para pensar, llegó el referéndum de 2016 y después la purga de 2017. Juan Ramón Quintana fue apartado del gabinete y en contraparte, también Choquehuanca. El Vicepresidente Álvaro García Linera quedaba suelto de pies de manos. Lo cierto es que Quintana volvería al poco tiempo. Choquehuanca nunca.
Hay quien dice que el excanciller pudo haber hecho algo más en la crisis de octubre, pues el MAS no logró movilizar a sus sectores fuertes, sobre todo en El Alto, que bebe y siente a orillas del Titicaca. La cuestión es que en un momento dado ya con Evo en el exilio, Choquehuanca estaba solo en la carrera por la sucesión.
El Pacto de Unidad, ese mismo que apenas movió un pelo en octubre, determinó apoyar un binomio con David Choquehuanca en el número uno, pero “la rosca” de Evo Morales en Buenos Aires decidió que iría de dos, y que de uno quedaría el exministro de Economía Luis Arce Catacora, porque el mejor recuerdo de toditos los votantes que dejaron de votar es el doble aguinaldo, no el despido de seis meses después.
En las bases, claro, Arce Catacora puede ser la “mano blanca” que Choquehuanca señaló en una suerte de defensa de los suyos en el escándalo del Fondo Indígena. El victimismo como leiv motiv.
El miércoles se le buscaba en el césped del Deportivo Español de Buenos Aires, Choquehuanca estaba sin embargo haciendo gestiones con las organizaciones sociales. El jueves todo se cerró con un acto público en el que Choquehuanca fue pragmático y no filósofo: “Debemos participar”, “si alguien tiene personería jurídica, que la traiga” y “No por culpa de una rosca vamos a arruinar nuestro movimiento”. Una declaración de principios que le sirvió para convencer a toditos.
La carrera ha comenzado y el MAS vuelve a ser una sola fuerza, ahora bien, Choquehuanca ha demostrado poder sobre las bases: Arce Catacora no podrá hacer lo que quiera. Evo Morales, tampoco.