Lluvia de candidatos
No hay siquiera fecha confirmada de elecciones, pero las campañas ya han empezado. Todo apunta a que la elección será lo más pronto posible, por lo que los partidos y agrupaciones han decidido no perder ni un minuto en su agenda, más allá incluso de los nombres de los candidatos. El MAS...



No hay siquiera fecha confirmada de elecciones, pero las campañas ya han empezado. Todo apunta a que la elección será lo más pronto posible, por lo que los partidos y agrupaciones han decidido no perder ni un minuto en su agenda, más allá incluso de los nombres de los candidatos.
El MAS propuso dejar invariable tanto el número de partidos a presentarse como el nombre de diputados y senadores que ya concurrieron en las elecciones fallidas del 2019. Es más una cuestión práctica para no perder tiempo en ese trámite, dejando libertad a unos y otros para sustituir los candidatos necesarios – ya que mucho renunciaron a un curul que siquiera ganaron -. En cualquier caso, en la elección fallida del 20 de octubre ya concurrieron nueve agrupaciones, por lo que resultaría difícil que no encontraran acomodo en alguna sigla aquellos que parecen perfilarse como “nuevos candidatos”.
Porque sí, después de las fallidas elecciones del 29 de octubre, de cuyos resultados ya nadie quiere hablar y los sepulta al fraude, a pesar de que el mismo sea focalizado en un porcentaje mínimo, nada apunta a que la cosa se resolverá entre dos frentes – MAS versus oposición -, sino más bien todo lo contrario.
La sorpresa del 20 octubre fue la debacle de Bolivia Dice No, particularmente en Santa Cruz. El partido de Ortiz se quedaba en el 4% y de no haber sido por eso – dicen algunos analistas – tal vez no hubiera tenido que “activarse” ningún “operativo de contingencia”, pues la victoria del MAS en primera vuelta estaba prácticamente garantizada por la atomización de la oposición.
Pese a ello, Demócratas, matriz de Bolivia Dice No, ha asumido el poder estatal en la accidentada transición, y la propia figura de Jeanine Áñez aparece ahora como una de las más populares y con posibilidades, por lo que se da prácticamente por hecho que concurra a elecciones.
Cerca del gabinete, aunque no dentro, está Samuel Doria Medina, quien por cierto tuvo sus más y sus menos con Arturo Murillo, ahora ministro de Gobierno, luego de que Doria Medina decidiera romper la alianza con Bolivia Dice No y Murillo se quedara haciendo campaña. Doria Medina teorizaba con algo similar a lo que ha acabado pasando, pero no está logrando capitalizarlo. Con probabilidad, en una nueva campaña, aparecerá como un “hombre de Estado” ofreciéndose para la transición, tal vez de la mano de la propia Áñez. O tal vez no.
Al hombre de Estado también juega Mesa, al que ya le resultó la campaña de voto útil en octubre y cuya existencia es la que precisamente forzó esa posibilidad de segunda vuelta, que acabó convirtiéndose en renuncia de Morales tras el informe de la OEA. Mesa sí ha reafirmado que será candidato y probablemente ratificando los mismos candidatos. El expresidente todavía tiene a su favor que ya comandó una transición tanto o más compleja que la actual y que llevó a Evo Morales al poder por la vía democrática.
Otra pata del banco es Luis Fernando Camacho, el cívico de Santa Cruz y quien precisamente sería el más interesado en una elección rápida, si es que se decide a ser candidato, antes de que se generen dudas sobre su persona y se diluya su liderazgo. De hecho, su declive ya ha empezado con el enfrentamiento con Carlos Valverde y con sus mensajes intimidatorios. Camacho podría ser considerado en alguna fórmula, pero no precisamente con Demócratas.
Evidentemente, Chi Hyun Chung del PDC volvería a repetir la aventura que le salió perfecta en términos comunicacionales; y con probabilidad, también lo haría el MNR e incluso PAN Bol, el partido policial que resultó clave en la caída del Morales con aquella noticia nunca del todo verificada del “bono lealtad” que acabó desencadenando el motín. No es tan claro que lo haga la UCS de Víctor Hugo Cárdenas ni el partido de Félix Patzi ni el Frente Para la Victoria.
El último en discordia es el Movimiento Al Socialismo (MAS), mermado en sus élites y fortalecido en sus bases, por aquello de la estampida que provocó la propia renuncia de Morales en sus propias filas. Docenas de invitados y advenedizos no derramaron ni una lágrima antes de borrarse, lo cual convierte al partido en algo más coherente.
Son los propios voceros del MAS los que se desgañitan señalando que ni Evo Morales ni Álvaro García Linera serán candidatos, aunque nadie les quiera creer. El MAS confía en su 40% de voto duro, y en la posibilidad de atraer un voto de izquierda en un partido regenerado por la vía traumática, pero regenerado. Lo que falta son los candidatos, aunque no por falta de nombres, sino por la propia administración del luto en un partido muy exitoso desde 2005.
Sin duda, hay partido.