Análisis desde Bolivia: ¿Estado continental o una continuación transnacional?
Los últimos meses y semanas han estado marcados por llamativas actividades del Gobierno boliviano relacionadas a la búsqueda de inversiones para explotar los recursos naturales del país.
Particularmente llamativas han sido las recientes visitas del vicepresidente Alvaro García Linera a Argentina y Nueva York, donde por un lado resaltó la importancia de la integración latinoamericana y la idea del Estado-Continente como esperanza para la región, pero contradictoriamente invitó a empresas transnacionales a operar en Bolivia.A lo largo de este año, el vicepresidente del Estado Plurinacional estuvo embarcado en una campaña por la integración económica, energética y política a nivel latinoamericano.En mayo, durante un evento de YPFB en Santa Cruz, afirmó categóricamente que “Latinoamérica tendrá futuro y podrá redireccionar la globalización sólo si actúa como Estado-continente. El siglo veintiuno será de Estados continentales”. Para ello se “requiere la integración de las empresas estatales de nuestros países en todos los ámbitos. Hay que articularse”, explicó.En días cercanos a estas declaraciones, el secretario de Minería de Argentina, Jorge Mayoral, anunciaba en Catamarca que estaba buscando negociar con Bolivia y Chile un plan estratégico tripartito diseñar políticas económicas regionales en torno a la extracción de litio. Una “OPEP del litio”, la había prebautizado Mayoral, en referencia al órgano que reúne a los países exportadores de petróleo.Como es sabido, los tres países aglutinan la gran mayoría de las reservas de litio del mundo. “El 85 por ciento de las reservas del litio del mundo están en el triángulo que conformamos Argentina, Chile y Bolivia, por lo que presentamos en sociedad la decisión política de volver a los países hermanos y conformar la constitución tripartita”, a fin de explotar conjuntamente este recurso “no renovable, estratégico, energético, altamente demandado por las economías mundiales” manifestó Mayoral.Sin embargo, estas esperanzadoras ideas parecen haberse quedado en el tintero este año. Al parecer, más allá de la retórica y el discurso innovador, las prácticas son conservadoras y vuelven a invocar el capital transnacional.En diciembre, el vicepresidente García Linera visitó la capital mundial del capitalismo para dar una conferencia en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Caribeños de la Universidad de Nueva York (NYU). Ahí, volvió a remarcar que “son los estados continentes los que geográfica y políticamente tienen mayor capacidad de influenciar en el curso de este proceso de mundialización de la economía, y el futuro de América Latina es desempeñar el papel de un estado”.Sin embargo, en la misma ciudad, y ante las cámaras de la cadena noticiosa CNN en español, García Linera sorprendió al anunciar que “estamos invitando a las empresas extranjeras” a invertir “en distintas áreas de la economía, puede ser el petróleo, el gas, pero también agricultura, minería y especialmente el litio”.El vicepresidente recordó también que “tenemos varias empresas extranjeras, en Bolivia, tenemos empresas francesas, tenemos empresas chinas, tenemos empresas inglesas, tenemos empresas españolas, y si hay otras empresas extranjeras que se animan a venir a invertir a Bolivia, bajo las condiciones, las reglas que tiene Bolivia de control del excedente, son bienvenidas”.De esta manera, García Linera parece hacer una distinción entre capital bueno y capital malo. En contraste, también conviene recordar las recientes palabras del conocido teórico social y pensador marxista, David Harvey: “hay que reconocer también que el capital es capital, donde quiera que vaya. Hay una cierta universalidad en lo que el capitalismo hace”.El riesgo de más transnacionales en agriculturaSegún la Fundación Tierra, en Bolivia desde hace ya varios años se está imponiendo un tipo de agricultura agroindustrial ligada a grupos empresariales que plantea la producción de monocultivos a gran escala con un alto uso de insumos externos. Estudios de este centro de investigación muestran también que “la expansión de la agricultura agroindustrial en Bolivia está estrechamente ligada al cultivo de la soya transgénica”.Asimismo, el control transnacional sobre la cadena agroindustrial ha generado que en los últimos siete años, las importaciones de alimentos aumentaran a razón de 100 millones de dólares cada año. Alimentos que antes los producía la economía campesina boliviana, actualmente en franco declive.Otro estudio de la Fundación Tierra evidencia que seis compañías extranjeras que controlan el “90 por ciento de la producción de soya y derivados de exportación”. Estudios previos ya mostraron que menos de cien empresas extranjeras controlan más de la mitad de las tierras cultivadas de Santa Cruz que en total suman alrededor de dos millones de hectáreas, a través de la “capitalización” de las grandes propiedades agrícolas. Este fenómeno es caracterizado también como “extranjerización” de la tierra.Un debate que todavía no se está dando. ¿Queremos más transnacionales en nuestra agricultura?