El origen del nombre de Tarija
Uno de los aspectos que mayor controversia ha suscitado en la Historia de Tarija
Uno de los aspectos que mayor controversia ha suscitado en la Historia de Tarija ha sido, siempre, el origen del nombre con el que es conocida actualmente, tanto de la ciudad de ese nombre como del propio Departamento al cual pertenece, una de las 9 divisiones de la actual República de Bolivia, razón por la cual trataremos de hacer un análisis lo más aproximado posible de lo que pudo haber pasado al respecto.
El tema podría parecer irrelevante pero es de una importancia muy grande debido a una serie de implicaciones relacionadas con su antigua historia.
Es, sin embargo un tema complejo que requiere el desarrollo de varias posibles tesis cuyo análisis trataremos de hacer de la manera más simple y resumida posible.
CARACTERIZACIÓN
Tarija fue “fundada”[1] por Don Luis de Fuentes y Vargas el 4 de julio de 1574 por Real Provisión del virrey don Francisco de Toledo de 29 de enero de 1574[2]. Su nombre inicial fue el de Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija. Posteriormente vino en llamarse: San Bernardo de Tarija y, luego, Tarija, a secas. Por su ubicación, Tarija desempeñó papeles muy importantes en la conquista de los territorios del Noroeste argentino (Salta, Jujuy y Tucumán) y Chile, tanto en la época de los Incas, en la década de 1470 – 1480 como, posteriormente, en la de los españoles, a partir de 1539. Jugó igualmente un importante rol en la fundación de varias ciudades del Noroeste argentino e inclusive, en el de la segunda y definitiva fundación de Buenos Aires, en 1580.
Figura No. 1. Mapa del Dpto. de Tarija
PRIMERA POSIBILIDAD: EL PATRONÍMICO POR TRADICIÓN
Se atribuye tradicionalmente el origen de este nombre a la intervención de un supuesto conquistador español, Don Francisco de Tarifa o Tarija, integrante de la expedición de Almagro a Chile quien, “desgajado” de esas tropas a su paso por Tupiza, habría llegado a Tarija por algún motivo no especificado, habría permanecido allí algún tiempo y, por unos hechos heroicos que no se mencionan, habría dado su nombre a toda la región[3].
Es muy probable que esta especie de “conseja” popular hubiera dado lugar a un extenso artículo, publicado sin autor en el prestigioso Mercurio Peruano en 1791 ([4]), en el cual se indica que todos estos supuestos hechos habrían dado origen al nombre de “Tarija” en la siguiente forma (en facsímil):
Figura No. 2. Facsimil del Mercurio Peruano de 1791.
La parte medular, en lo que respecta al tema que estamos tratando, indica:
“… un tal Francisco Tarija …//… vino a parar al valle que todavía conserva su nombre…”. “…Ese corto rasgo de su llegada al Valle queda confusamente depositado en varios papeles del Archivo del Cabildo…/… sustraídos por diversos escribanos…//… algunos de estos se guardan en poder de un curioso de la ciudad de Oruro, que ha tenido la bondad de remitirnos una copia…”
Sin embargo, pese a la seriedad de este órgano periodístico, de tanto prestigio en su tiempo, no llega a aportar elementos creíbles respecto a la confiabilidad de los datos que menciona, manteniendo una gran vaguedad e imprecisión respecto a la procedencia de las fuentes que cita y poniendo en duda, desde luego, los hechos que relata.
Pese a ello, esta hipótesis fue vuelta a considerar en 1884. El padre Alejandro Corrado, uno de los principales cronistas de la Villa, indica lo siguiente respecto a este punto: “…Si es verdad lo que hemos oído referir, esta denominación (de Tarija), la recibiera del español Francisco Tarija, quien lo descubrió. No habiendo encontrado comprobante alguno de ello en los documentos que hemos tenido a mano, no lo podemos asegurar, ni debemos negar…”
Varias reconocidas personalidades de nuestro medio, basándose probablemente en esas publicaciones, sostuvieron en diferentes ocasiones esa misma posibilidad, sin aportar datos de mayor confiabilidad.
Sin embargo, la real existencia de este personaje no pudo ser nunca demostrada completamente ya que el nombre: “Francisco de Tarifa (o Tarija)”, no se encuentra en ninguna de las listas de los componentes de la tropa de Almagro a Chile en 1535, tan cuidadosamente elaboradas por historiadores chilenos como Don José Armando de Ramos Folch, autor de varios trabajos sobre el tema ([5]).
Es probable que esta hipótesis hubiera venido transmitiéndose de generación en generación, desde los primeros tiempos de la fundación de la Villa, en una especie de lo que hemos llamado: “conseja popular” que fue luego convertida en una verdadera postulación en el artículo del Mercurio Peruano ya citado
SEGUNDA POSIBILIDAD. LA TOPONIMIA
Siguiendo esa misma eventualidad, sin embargo, dos investigadores tarijeños, el Ing. Mario Suárez Calvimonte, en 2001[6] y luego, Don Elías Vacaflor Dorakis[7], presentaron una nueva hipótesis elaborada en base al parecido fonético de “Tarija” con una población española llamada “Torija”, ubicada en Castilla.
Fig. No. 3. TORIJA, la ciudad de las Torres
Vacaflor postula la posibilidad de que tres soldados de Almagro: Juan de Sedizo o Sedizio, Antonio Gutierrez y Diego Pérez del Río, se habían adelantado a su comandante, en Tupiza, y habrían llegado a Tarija, por una razón no aclarada, probablemente a mediados de agosto de 1535, determinando que ese lugar debía llamarse “Tarija”: “…por el parecido entre el deslumbrante paisaje natural de Torija” con el del valle que estaban “descubriendo…”, según plantea el segundo de los nombrados.
Sin embargo, esta acción no pudo haber tenido lugar debido a que estos tres “adelantados” son reportados muertos: “… en el valle de Guasco, en Chile, donde, según Ramos Folch[8], fueron asesinados por los naturales”. Este valle, sin embargo, no se encuentra en las cercanías de Tupiza sino de Oruro, a unas 30 0 40 leguas de distancia de Tupiza y probablemente 50 de Tarija, es decir, unos 300 o 400 kilómetros), distancia que, aún a ritmo de un buen caballo, no puede recorrerse en unos cuantos días
VALLE DEL HUASCO, EN CHILE
PROBABLE RECORRIDO DE LOS
Según relata Foch, lo que pasó en relación a este episodio, es que esos tres soldados fueron enviados por Almagro como custodios de la misión de buena voluntad que debían cumplir el sacerdote Villac Umu y Paullu, el hermano del Inca Manco, con la orden de “no detenerse hasta una distancia de doscientas leguas del Cuzco”. Los tres castellanos no regresaron sin embargo con los enviados sino que: “habían seguido su marcha, resueltos a no detenerse hasta el mismo Chile”. Posteriormente se supo que fueron asesinados por los naturales en el valle de Guasco.
Por lo tanto, no aparece ningún resquicio en el cual esos “custodios” hubieran podido “escapar” a Tarija a ponerle nombre puesto que tal acontecimiento habría tenido que haber ocurrido antes de su partida hacia Chile ya que su retorno nunca se produjo debido a su fallecimiento en las circunstancias indicadas, por lo cual, esta posibilidad no pasa de ser una simple suposición que no encuentra sustento documental de ninguna clase.
Existen asimismo varias otras similitudes fonéticas con nombres de lugares o de personas, de España, que hacen pensar que hubiera podido existir alguna relación entre el nombre de Tarija y algún lugar, persona o hecho, que hubiera tenido lugar en España, pero, en ninguno de esos casos, puede establecerse nada concreto que pudiera justificar una relación de este tipo.
De forma natural surge, por lo tanto, una tercera alternativa:
TERCERA POSIBILILDAD: EL ORIGEN AUTÓCTONO
Esta posibilidad sugiere que, en los hechos, el origen de este nombre hubiera sido autóctono como ha ocurrido en la generalidad de los casos. Existen varios indicios que apuntan a que este hubiera sido en realidad el caso.
El nombre de “Tarija” aparece consignado en documentos españoles muy tempranos, en momentos en los que ningún español hubo visitado anteriormente la zona. De esta forma, el nombre de Tarija aparece por primera vez en la probanza de Pedro de las Casas[9], cuando, en 1535, Ruy Diaz y sus compañeros fueron en barco desde Lima a Chincha y subieron al altiplano para seguir la ruta altiplánica de Almagro, para lo cual, pasaron: “…por Aullagas conquistando: “Arequipa y Charcas y Chichas y Topissa y Tirija (Tarija) e Chiarana (Chicoana)…”.
De manera oficial se la cita en el documento llamado de compañía firmado entre Pedro de Candia y Pedro Anzúres de Camporedondo, el 25 de junio de 1539, en la localidad de Paria[10] en el cual, los firmantes, hacen sociedad para hacer un pueblo: …en el balle de Tarija…, consignando de manera muy clara y concreta: “…por quanto vamos en nombre de su Magestad he del Marques Francisco Pizarro, en su rreal nombre, a hacer un pueblo en el balle de Tarija…”.
Fig. No. 5. Facsimil de la carta de compañía entre Pedro de Candia y Pedro Anzures de Camporedondo.
Por lo tanto, en esos momentos, los españoles no solamente sabían que existía un “balle” que se llamaba “Tarija” sino también, exactamente, dónde se encontraba puesto que estaban yendo a ese balle a: hacer un pueblo, por mandato expreso: “…de su magestad e del señor Francisco de Pizarro…”, es decir, cumpliendo órdenes expresas de las dos autoridades máximas en ese tiempo.
Esta no es sin embargo la primera mención a Tarija puesto que, conforme veremos (ver más adelante), ya en febrero de ese mismo año hay referencias a las intenciones de “hacer una nueva entrada a los chunchos, esta vez por el balle de Tarija…”.
Estas son las primeras menciones documentales del nombre de Tarija y surge desde luego la pregunta dónde se originó el conocimiento de su existencia ya que, hasta ese momento, nadie había tenido noticia de su existencia ni, menos, de los datos geográficos del territorio en el que se encontraba salvo, claro está, los propios Incas, quienes estuvieron en posesión de todos esos territorios desde la conquista que hizo de la zona el Inca Tupac Yupanqui, aproximadamente en 1471[11], unos 70 años antes de la llegada de los españoles. Los Incas, por lo tanto, no solamente conocían el nombre y la ubicación de esa zona sino también las características de cada uno de los pueblos que allí existían y el de las personas que lo habitaban[12] .
LA FORMA EN LA CUAL PIZARRO SE ENTERÓ DE LA EXISTENCIA DE TARIJA
Una vez muerto el Adelantado Diego de Almagro, el 8 de julio de 1538, Francisco Pizarro quedó en poder de todo el territorio “al sur del Cuzco” que le había correspondido a aquel: el antiguo Collasuyo, que ocupó seguidamente con intervención de sus hermanos: Hernándo y Gonzalo, a fines de noviembre de 1538.
Sin embargo, Francisco Pizarro no estaba en esos momentos en posesión de los datos acerca de lo que había en esos territorios en cuestión de gente, recursos, ubicación, etc., razón por la cual se encontraba imposibilitado para repartirlo en encomiendas entre su gente, algo que todos esperaban con ansias, datos que Manco Inca dejaba solo filtrar: “con cuentagotas” y de vez en cuando[13].
La forma en la cual Pizarro finalmente consiguió esta información es mencionada con mucho detalle por Juan de Betanzos en la versión recientemente descubierta y publicada por María del Carmen Rubio [14]:
“…Y un dia, pareciéndole al Marques que era bien saber los repartimientos que había en la tierra y repartirlos en los españoles que al presente estaban con el y poblar los pueblos, mandó llamar a Mango Ynga, y mandóle que le trujese allí por cuenta y memoria todos los repartimientos que había en la tierra. Y Mango Ynga se fue de allí e hizo llamar a los llactacamayos, que quiere decir mayordomos de los pueblos y los que ansi tenían cargo en la ciudad del Cuzco de tener cuenta de lo que ansi les pedían y supo de ellos los repartimientos que había y los indios que tenía cada repartimiento, y trujole al Marques la cuenta y razón de lo que ansi le pedia. Y el Marques repartio allí en la ciudad en los vecinos que allí habían poblado, los repartimientos que bastaron para los vecinos que allí pobló y ansi hizo después en los demás pueblos que poblo…”
Este hecho, relatado por Betanzos en 1555, tuvo que haber ocurrido a comienzos de 1539 puesto que, incluso antes del 25 de junio de ese año, fecha en la cual Pedro de Candia firma la carta de compañía con Peranzures que indicamos, varios de los integrantes de la tropa de Candia hablaban de hacer: “…una nueva entrada a los chunchos, esta vez por el balle de tarija…”[15]:
Igual afirmación hace el testigo Bartolomé Flores, en la misma Probanza indicando: “…quel dicho capitán Pedro de Candia con toda la gente suya e del dicho Perazules estuvieron reformándose en el dicho pueblo de la Ricaja y en el camino hasta llegar al valle de Tarija…”[16].
Es decir, por tanto, que fueron los datos proporcionados por esos “quipucamayos” los que fueron consignados en lo que luego se conoció como: “la encomienda de las Provincias de Carangas y de Tarija”, otorgada el 22 de enero de 1540, a Francisco de Retamoso[17].
LOS DATOS DE LOS QUIPUCAMAYOS
Es necesario hacer notar que la información transmitida por Manko Inca a Francisco Pizarro fue transcrita, de los quipus incaicos al español que manejaban los conquistadores. En realidad, sin embargo, si bien esos datos eran todos de procedencia Inca, provinieron, en parte, de lo que los Incas encontraron en la zona cuando realizaron la conquista de ella, unos 70 años antes, como el nombre de los pueblos existentes, probablemente sin cambios pero, asimismo, otros que cambiaron completamente el panorama debido a su intervención, como fue el caso de sus habitantes, que no son tomados en cuenta debido a que fueron incorporados, “en masa” a tareas militares que los alejaron de sus tierras de origen.
De acuerdo a ello se puede presumir que los Incas mantuvieron tanto el nombre de toda la zona, es decir el de: “Tarija” como el de las 16 poblaciones que allí existieron, entre ellas, algunas que todavía mantienen las apelaciones originales como: Chaguaya y Tolomosa. Es probable que se hubiera mantenido igualmente el nombre de los curacas y curakunas que las gobernaban.
En lo que toca a sus habitantes aparenta que hubieran sido destinados a funciones de diverso tipo siendo, en su mayoría, extrañados de la zona.
Esta información, por lo tanto, transmite datos tanto de la administración Inca como de lo que los Incas encontraron a su llegada y, por tanto, el nombre de Tarija ya habría sido encontrado por los Incas el momento en que conquistaron la zona, en 1471 y, si este fue el caso, significaría que Tarija fue conocida y reconocida como tal, física y conceptualmente, quizás desde muchos miles de años atrás, si nos atenemos a la antigüedad de los restos arqueológicos que se encontraron en la zona[18].
LOS NOMBRES QUE APARECEN EN LA ENCOMIENDA
Cuadro No. 1
ENCOMIENDA DE LA PROVINCIA DE TARIJA A FRANCISCO DE RETAMOSO
(esquemático. Solo se consigna la provincia de Tarija)
Cuzco, 22 de enero de 1540[19]
De acuerdo a todo lo relatado, los Incas no solamente conocieron a Tarija con ese preciso nombre sino que sabían exactamente dónde se encontraba y quienes la habitaban, consignándola con el rango de provincia y nombrando a 16 de los pueblos que allí existían, con sus respectivos curacas o curacunas.
Valga la oportunidad para hacer notar que ninguno de nombres de las poblaciones o de los curacas y curacunas que menciona este documento tiene “visos” de haber sido de origen quechua y eran, por lo tanto, derivados de los idiomas y lenguas locales. El único de esos nombres que aparenta tener una raíz aymara es el de tolamarca, actualmente tolomosa.
Por tanto: el nombre de Tarija y el de las diferentes poblaciones que enumera la encomienda a Retamoso fueron apelativos que los incas ya encontraron a su llegada, 70 años antes de la llegada de los españoles y el origen del nombre de Tarija, así como el de las otras poblaciones que menciona la encomienda se pierden en la noche de los tiempos y así fueron seguramente conocidas por los primitivos habitantes de la zona desde mucho antes de la llegada de los incas.
El nombre de TARIJA correspondía en realidad no a un pueblo o asentamiento humano en particular sino al de toda la zona, la cual era conocida como Tarija o, en algunos casos, como “valle de Tarija”.
LA VILLA DE SAN BERNARDO DE LA FRONTERA DE TARIJA
La evidencia final de que Tarija ya existía con ese nombre la da el propio virrey, Francisco de Toledo, por Provisión Real redactada por don Alvaro Ruiz de Navamuel y firmada de su propia mano al indicar, el 22 de enero de 1574, en Charcas:
EN CONSECUENCIA, LA EVIDENCIA DOCUMENTAL E HISTÓRICA DEL ORIGEN DEL NOMBRE DE TARIJA SE INCLINA, EN REALIDAD, A QUE SE TRATA DE UN NOMBRE DE ORIGEN AUTÓCTONO.
NO SE ENCUENTRA FUNDAMENTO PARA PENSAR EN UNA POSIBILIDAD DE ORIGEN PATRONÍMICO O TOPONIMICO DE ALGÚN TIPO…
“…me ha parecido para lo que adelante se podría ofrecer para la defensa de los españoles e indios, vasallos de su Majestad, que se hagan algunas poblaciones de españoles en aquella frontera y que la primera que se hiciera sea en el valle de Tarija…”
EN CONSECUENCIA, LA EVIDENCIA DOCUMENTAL E HISTÓRICA DEL ORIGEN DEL NOMBRE DE TARIJA SE INCLINA, EN REALIDAD, A QUE SE TRATA DE UN NOMBRE DE ORIGEN AUTÓCTONO.
NO SE ENCUENTRA FUNDAMENTO PARA PENSAR EN UNA POSIBILIDAD DE ORIGEN PATRONÍMICO O TOPONIMICO DE ALGÚN TIPO…
[1] Hay discrepancias a este respecto puesto que el Acta de Fundación, según el padre Corrado, fue: “sustraída por una mano temeraria e ignorante” (Corrado, A. Op. Cit., Tomo I, pág. 10). El padre Corrado añade sin embargo que, con toda felicidad, existe una carta del Concejo Municipal, de fecha 29 de octubre de 1574, en la cual se dice: “poblamos a 4 de julio”. Esto, sin embargo, querría significar que, en los hechos, no hubo un verdadero acto de fundación sino que fue un “poblamiento de hecho”, puro y simple.
[2] Biblioteca Municipal de Tarija. Tomo II, 58-59v.También: Saignes, 1983, pp. 177-181 y Avila, F., 1975, pp. 99—101.
[3] El padre Corrado menciona, al respecto (Tomo I, pie de página 1, pág. 3): ”Si es verdad lo que hemos oído referir, esta denominación la recibiera del español Francisco Tarija, quien lo descubrió. No habiendo encontrado comprobante alguno de ello en los documentos que hemos tenido a mano, no lo podemos asegurar, ni debemos negarlo.-
[4] “Descripción corográfica de las provincias de Chichas y Tarija”. Mercurio Peruano. 8 de mayo 1791, pág. 415-419.
[5] José Armando de Ramos Folch. “Descubrimiento de Chile y compañeros de Almagro”. Instituto de Investigaciones Históricas. Santiago de Chile, 1953.
[6] Suárez, M., Opinión. 24 agosto 2001
[7] *Reportaje de El Nacional a Elías Vacaflor Dorakis, Tarija, 5 de mayo de 2011.
[8] Ramos Folch, Op. Cit., p. 179
[9] Barriga, M. Documentos para la Historia de Arequipa. T. II, Arequipa, 1939.
[10] Actas Notariales de Juan de Grájeda. Colección Mendel. Lilly Library, University of Bloomington.“Doc. No. 674. Ver Barragán, M. Historia Temprana de Tarija, 2001, p. 259—260-
[11] Betanzos, J. Suma y narración de los Incas. Ed. María del Carmen Rubio. Parte I, Cap. XXXIII-XXXV.
[12] Cieza de León, Pedro de: El señorío de los Incas. Ed. C. Arabnibar. Lima, 1967: 62-63. : Cieza de león indica al respecto lo siguiente: “…cada grupo étnico tenía su propio cuerpo de quipucamayos que contabilizaban todos los nacimientos y defunciones ocurridos durante el año y al finalizar este llevaban esa información al Cuzco y así, tanto el Inca como los señores étnicos, sabían el numero de gente que podía salir para la guerra, los indios que eran pobres o las mujeres que eran viudas…”
[13] Julien, C. 1998: La encomienda del Inca. En: Actas del IV Congreso Internacional de Etnohistoria (Vol. II). Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.pp.489-516.
[14] Juan de Betanzos, “Suma y narración de los Incas”. Parte II. Cap. XXVIII, pág. 331.
[15] Probanza de Santiago de Azoca (17 octubre 1562, AGI, 1-5-20/4 En: Medina, J. T., Op. Cit. Tomo XII, p. 26 y Barragán, M., Op. Cit., p. 173
[16] AGI, Patronato, 1-4-14/19, en: Medina, T. XVI, p. 110 y Barragán, Op Cit., p 185.
[17] AGI 1125, ff. 31.
[18] “El hombre de San Luis”. Antigüedad aproximada: 7640 años A:P. Arósqueta y Sieber, 1968.
[19] AGI JUSTICIA 1125, ff. 31v-34.
[20] Se calcula un promedio de 2 a 3 personas por casa.
[21] Esta población figura como poblada por indios juríes de Tucumán.