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La Hormiguita Pastora

Después de un tiempo de tranquilidad

Cántaro
  • Blanca Estela Castellanos Vásquez
  • 10/07/2022 00:00
Teresa, Blanca y Ruth

Teresa, Blanca y Ruth

Iglesia de Chaguaya

Iglesia de Chaguaya

Teresa, Blanca y Ruth
Iglesia de Chaguaya

Después de un tiempo de tranquilidad, en la tierra que otrora fue un paraíso, llegaron los días tristes. Las colonias de hormiguitas mineras dejaron de trabajar porque el mercado internacional ya no valoraba el producto de su trabajo y una plaga de cigarras las expulsó sin compasión.

En los bosques tropicales, en las extensas pampas, en los llanos, valles  y en el altiplano, dominaban las ociosas cigarras, que en un coro ensordecedor y peleándose entre ellas, se apoderaron de las ramas más altas de sus árboles donde construyeron sus lujosos castillos.

En la siringa y el tajibo, en las palmeras Totai y Motacú, en el árbol Guapurú y quebracho colorado, en los cedros, algarrobos, caobas, molles, tarcos y sauces penetraron por doquier; se adueñaron de la Kishuara, el famoso árbol silvestre de las hormigas incaicas, también de la Kehuiña y hasta de la flor de la Kantuta, siendo el símbolo Nacional; la thola, la Yareta y hasta la paja brava que crece en las alturas, fueron también víctimas de su saqueo.

Además succionaron toda la vitalidad de las hojas de coca, cantando felices por su triunfo, engañando y dañando a todos los seres de la sociedad insectil; contemplando desde arriba con sus miradas crueles y desafiantes a las pobres hormiguitas que en vano intentaban remediar su miseria, pues el hambre estaba a punto de hacerlas sucumbir. Su trabajo no valía nada  ni en las minas ni en los campos, tampoco en las ciudades, no tenían derecho ni a una miga de pan, y mucho menos a un alimento espiritual de una educación digna, muchas no sabían leer ni escribir y todo se les negó a las hormiguitas y cayo la noche con su manto negro que las cubrió totalmente en un estado lamentable que ya no podían hablar, su voz de protesta no se escuchaba, mientras que el canto de las cigarras se imponía, ellas cantaban y cantaban y no se sabía hasta cuando duraría su canto.

                              ¡Que desigualdad!             ¡Que tragedia!

La riqueza acumulada solo se repartía entre las ociosas cigarras, que alborotadas seguían entonando sus monótonas canciones y sus locos estribillos, queriendo convencer que procedían con justicia y generosidad; sus líderes asombraban con su charlatanería, pero su disfraz se iba perfilando; además tenían un enorme ejército que las amparaba gracias a las prebendas y mortíferas armas.

Las cigarras en cada momento ponían de manifiesto su brutalidad y falta de sensibilidad. Sus cantos eran cada vez más ensordecedores y crueles porque las dominaba el sadismo y las hacia inflexibles al dolor ajeno, había en ellas mucho egoísmo e individualidad y solo les importaba su bienestar.

                               ¡Cantar y Cantar!

Como movidas por un fuerte cataclismo las hormiguitas se dispersaron desde el altiplano a los valles y  llanos,  desde los llanos y valles migraron a los países vecinos, iban y venían transportando productos para su consumo y también para su sustento.

En el valle de rosas pascuas las embriagó con su aroma y les brindo acogida. Un día sábado, desolada y triste con lágrimas en los ojos llega una morena y joven hormiguita Potosina llamada “Pastora”, sus ojos hundidos mostraban cansancio y su delgadez reflejaba el hambre y las amarguras pasadas en triste hormiguero, pero había en ella ingenuidad, sencillez y verdad; fue acogida con cariño en un pequeño hormiguero que se encontraba rodeado de un jardín de bellas rosas pascuas, albacas y otras que invitaban a soñar.

Pronto la hormiguita Pastora pudo adaptarse al nuevo ambiente hormiguial compartiendo días felices y en dialogo permanente con otra hormiguita de su misma edad, esta aunque de nivel superior por su formación y economía se identificó con la hormiguita Pastora, encontrándose realmente una identificación por su juventud, por esta razón se comprendieron y supieron estimarse, y aunque tenían un idioma común; el español importado por la Madre Patria, la hormiguita Pastora hablaba además el quechua siendo su idioma nativo y la otra  el inglés por su formación educativa.

¡Hermosas veladas pasaron con risas y mucha alegría!

La hormiguita pastora enseñaba a su amiguita el quechua y recibía en respuesta la enseñanza en inglés, empezando su ameno dialogo:

Ymainalla casanqui.-¿Cómo estás?

I am happy.- Estoy feliz

How are you?.- ¿Cómo estás?

Cuciska Kashasi.- Estoy feliz

Que inteligente la Pastora, ya empezaba a hablar el inglés, comentaba su amiguita que también aprendía el quechua. De pronto  motivada por una fuerte nostalgia, la hormiguita pastora, comento:

Nací en un hormiguero bonito situado en “Vitiche”, junto a flores blancas, rosadas y amarillas en un extenso campo verde, pero todo está ahora triste y abandonado, entonces recorrimos los pueblitos de Calcha, Pucapampa y otras, llevando provisiones en cestitas o en chipitas, pero ahora estamos arruinadas porque en los Lipes ya no queda más que la Anañoca (Planta que concentra agua natural en sus papas amargas de sus raíces) para apagar la sed, vivíamos aisladas y abandonadas; por precaución guarde en mis Chipitas los últimos 10 pesitos que me quedaban en este recorrido, cargadas de penas y acompañadas por mi prima la hormiguita Sabina, iniciamos un viaje por un largo camino que nos llevó hasta las lomitas de San Juan, donde nos separamos de la hormiguita prima Sabina y me trajeron a tu hormiguero.

Terminado su relato , se sintió atraída por el olor de las Rosas pascuas del jardín; decidió entonces caminar por entre sus ramas dando vueltas y revueltas en afán de olvidar su triste tragedia hasta que se quedó profundamente dormida entre los suaves pétalos de una rosa pascua amarilla que la acarició. Tuvo  entonces un mágico sueño, soñó que se edificaba una nueva sociedad, el roció de la mañana vertiendo sus gotas de agua, la humedeció y la hizo despertar; miro entonces el pequeño hormiguero familiar y vio que su amiguita acompañada de sus hormigas papas que salían de él, decidió juntarse con ellos y llevando en pequeñas cestitas miguitas de pan, cruzaron una larga avenida entremezcladas con numerosos grupos de hormiguitas y también con las cigarras que deseaban llegar al punto de encuentro espiritual; la hormiguita Pastora sentía que sus pies no pisaban la tierra porque las multitudes  de hormigas y cigarras la levantaban por el aire y sin darse cuenta llego hasta el aeropuerto, donde aterrizo un enorme cortapelo del cual emergió un “Santo Misionero” que haciendo la señal de la cruz, saludo y bendijo a las cigarras y hormigas que se concentraron en este lugar, la hormiga Pastorita dando fuertes mordiscos apartó a las hormigas soldados y pudo ubicarse al fin cerca de la tarima que brillaba de esplendor y estaba destinada a este Santo Misionero, quien al recorrer por la alfombra de rosas pascuas fue aclamado en un solo grito con alabanzas por cigarras y hormigas.

Habían tocado sus alas y se confundieron en un solo abrazo fraternal, sacudiendo todas las conciencias infantiles, juveniles y de ancianos, encontrando la Paz para edificar la nueva sociedad sin opresores ni oprimidos.

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