Una mirada sobre la narrativa infantil de Oscar Alfaro
La literatura infantil en Bolivia toma fuerza durante las décadas de los 50 y los 60’ con la figura de Oscar Alfaro.



La literatura infantil en Bolivia toma fuerza durante las décadas de los 50 y los 60’ con la figura de Oscar Alfaro. Él es el verdadero pionero de la literatura infantil, en una época donde se escribe poco para niños y en la que fue Alfaro precisamente quien dedicó la mayor parte de su producción literaria a los lectores más pequeños. Hoy, todavía tenemos la suerte de encontrar su producción poética y narrativa gracias al rescate que ha hecho el proyecto de Bibliotecas de Aulas de la Reforma Educativa, como al esfuerzo de la familia que continua en su labor editorial para que los niños bolivianos conozcan a Oscar Alfaro después de 40 años de muerte.
Alfaro ha sido sujeto de análisis literario por parte de algunos investigadores de la literatura infantil como, Melita del Carpio Soriano y Gaby Vallejos, y comentado en sus prólogos por el chileno Manuel Peña Muñoz Germán Villamor. La obra clásica de Alfaro radica principalmente en su poesía y por eso los estudios literarios sobre su obra siempre han estado enfocados hacia el género poético y hacia el narrativo. Sin embargo, la herencia narrativa que nos dejó, y hablamos de más de 50 cuentos publicados en 17 libros distintos (53 fueron tomados para esta investigación), amerita un estudio serio y profundo sobre el cuentista.
Oscar Alfaro nació en San Lorenzo, el 5 de septiembre de 1921 en la familia de Darío González y Carmen Alfaro Baldiviezo. Realizó sus primeros estudios en la escuela “Eustaquio Méndez” y luego se trasladó a Tarija para continuar con la secundaria en el Colegio Nacional “San Luis”. Su gusto por la literatura se dejó ver pronto, a los 17 años publicó su poema “Bajo el Sol de Tarija” y participó en los periódicos y volantes de la Federación de Estudiantes de Secundaria que albergaron sus primeras poesías con tinte social. La indiferencia de su padre fue determinante durante la etapa de su adolescencia y apenas terminado el Colegio decidió adoptar el apellido materno. Quiso proseguir con la carrera de Derecho y se trasladó hasta Cochabamba para asistir a la Universidad Mayor de San Simón; sin embargo, no concluyó la misma y se dedicó a la enseñanza de Lengua y de Literatura en la Normal de Canasmoro y luego en varios colegios e Institutos de La Paz. En contacto con otros escritores bolivianos, el 7 de diciembre de 1944 participó de la fundación de la segunda generación de Gesta Bárbara. El periodismo fue otra de las cosas que tenía metida en el alma. Entre 1946 y 1959 se dedicó a escribir columnas fijas en periódicos nacionales, como “La Razón” y “El Diario”, además de un suplemento dedicado a los niños que salía todos los jueves. En 1956 obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional de Cuentos para Niños y en 1963 recibió el Premio Nacional de Cultura con su obra “Cuentos Chapacos”. Murió en la Navidad de ese mismo año. En 1992 fue mencionado en la lista de honor del IBBY con su libro “Cuentos para Niños” y actualmente muchos de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués y alemán. No solo publicó sus cuentos en Bolivia, “El pájaro de fuego” fue editado en Chile por la editorial Andrés Bellos, “El sapo que quería ser estrella” fue editado en Buenos Aires por la editorial Plus Ultra y el “Cuento de las estrellas” fue traducido y editado en Rusia en 1984.
Más allá del aporte de Oscar Alfaro en la literatura infantil boliviana, el verdadero origen de este trabajo de investigación después de la lectura de toda la obra narrativa de Alfaro, nace del hallazgo de una literatura infantil que no se basa en el simple hecho de escribir cuentos para niños, sino en lo que esas historias pueden suscitar en los pequeños lectores, existen dos conceptos encontrados, contradictorios, en la narrativa del autor tarijeños: El mensaje subliminal de ideas políticas y revolucionarias detrás de algunas de sus historias y el énfasis en los valores humanos que son importantes dentro de la etapa de formación de los niños. Por otro lado, la literatura de Alfaro no coincide en todo con los cánones que caracterizan a la literatura infantil tradicional y de esa manera se convierte, en algunos aspectos, en una literatura de avanzada con relación a su época. Para comprender cualquiera de estos conceptos, es necesario dar un panorama general de los elementos que conforman su narrativa.
En ese sentido, esta investigación ha trabajado con las fichas de valoración literaria de Teresa Colomer que fueron utilizadas para demostrar la vigencia de muchas obras de literatura infantil española y de otros países europeos. En ellas se toma en cuenta el género literario, la novedad temática, el desenlace, los personajes, el escenario narrativo, la fragmentación narrativa, la complejidad narrativa y la complejidad interpretativa.
Características de la narrativa de Oscar Alfaro
Los cuentos de Alfaro siguen los patrones de la literatura tradicional y la fábula, muy en boga por esos años donde al final de la obra destella en letras luminosas invisibles el mensaje o la moraleja sobre la que el profesor o padre de familia debe trabajar con el lector. Son cuentos destinados a niños de 8 y 10 años, sencillos en su estructura de tres o cuatro páginas a lo mucho, llenos de ilustración y poco texto. Alfaro no es escritor de aventura ni de narraciones históricas o detectivescas. El modo literario al que más se apega Alfaro es al de la fantasía y dentro de ella el escritor recurre a una literatura tradicional basada en los cuentos populares que se van convirtiendo de una u otra manera en nuevas historias. Son de su preferencia las narraciones en las que los protagonistas son animales. Estas últimas provienen de las fábulas y han perdurado hasta el siglo XII, aunque con connotaciones más de sátira e ironía, y hasta el siglo XX donde más se convierten en un reflejo de la sociedad. Oscar Alfaro utiliza el recurso de los animales humanizados y objetos animados para explicar el comportamiento de la sociedad, muchas veces criticada e incomprendida por los mismos protagonistas. En menor medida, Alfaro también entra en la literatura realista donde trabaja las relaciones interpersonales, como en “Historia de dos locos” en la que un hombre pobre, que vive en un basural, cura de avaricia al rey a cambio de llenar de riqueza el tacho de basura que le pertenece y que está agujero. Las relaciones entre iguales están presentes en “Topa corderito”, por ejemplo, cuando Manuelito, dueño de un cordero, le enseña al animal a topetar a otros niños con los que Manuelito no convenía, la estrategia finalmente se toma en su contra. Y la maduración de la personalidad está latente en una hermosa historia, “Biografía de un caballo”, en la que un niño, al mismo tiempo narrador de la historia, presencia la muerte de su caballo con el que había compartido toda una vida.
Alfaro usa indistintamente humanos y animales tradicionales como protagonistas en sus obras realistas y fantásticas respectivamente; algunas veces objetos animados: arboles que bailan, montañas que caminan, zapatos que hablan, etc. Sin embargo, son muy pocos los cuentos en los que humanos y animales se juntan para interrelacionarse. Alfaro es radical, o sus personajes son humanos y van en historias realistas, o son animales humanizados que protagonizan historias de fantasía. Incluso los objetos animados no se mezclan con los humanos lo que no existe en la narrativa del tarijeño son personajes meramente fantásticos, aquellos que salen fuera de todo esquema convencional y que son concebidos por la mera imaginación.
Es importante destacar que nuestro escritor prefiere lidiar en su literatura con protagonistas adultos como el militar, el maestro de escuela, el padre, la madre, las princesas y los reyes, y utilizar mucho menos a los actores infantiles quienes se encargan sobre todo de exponer la realidad social del país: el niño que ha quedado huérfano y busca a su madre, la pastora amiga de la vicuña, el niño que roba para sobrevivir, el que cuida a los hermanos pequeños o el niño que ayuda al padre en el trabajo del campo. Y solamente en siete de sus cuentos se unen protagonistas adultos e infantiles. En cuanto a los oficios que escoge para los protagonistas están los comunes a una sociedad actual: el maestro, el escritor, el médico, el cantante o el agricultor; y sobre todo aquellos oficios que van con los personajes de los cuentos populares, es decir, el sastre del rey, enanos con poderes mágicos, animales circenses, etc.
Detrás de los protagonistas están los escenarios, el marco espacial donde se desenvuelve la historia. El paisaje abierto es una de las grandes preferencias del autor, muy pocas de sus historias suceden en ciudades o dentro de una vivienda. Es amante del aire libre y de la naturaleza; sin embargo nunca ha creado un lugar fantástico ni a pensado en historias de futuro. En cuanto al contexto de relaciones que rodean a los personajes en su forma de vida, Alfaro elige sobre todo el de la soledad. Es importante recalcar que cuando se refiere a la familia el autor tarijeño sorprende a su época y rescata muchas formas asimilables a una familia, vale decir un solo progenitor, ausencia de progenitores, la convivencia entre abuelo y nieto, etc. Dada la época en la que se desarrolla su literatura, es algo fuera de lo convencional mostrar otro tipo de familias que nos sean las de padre, madre e hijo. También su narrativa hace hincapié en formas de vida comunal, sobre todo cuando los protagonistas pertenecen a zonas rurales o son animales humanizados. El marco temporal que encierran sus obras es en un 90% actual y solo 6 de sus cuentos ocurren en la antigüedad.
Al referirnos a la voz del narrador, todo los cuentos sin excepción, siguen la forma tradicional de la narración en tercera persona, con voz ulterior y por supuesto con la narración lineal cronológica que describe historias situadas en el pasado. El lenguaje es adecuado a los niños en su estructura gramatical, aunque de vez en cuando el léxico traiciona a nuestro autor y se encuentran en el texto palabras y expresiones incomprensibles para los pequeños. Algunas de las palabras que utiliza son algo complejas para los niños como bipétala, ciénaga, encarnación, ostentar, gala entornando, plebeyo, congéneres, bramador; y expresiones tales como, “don Quijote asomó a la puerta su silueta enjuta dijo firmemente…” (Don Quijote en el Siglo XX), “no somos náufragas sino veraneantes-contestó la otra” (El barco primavera), “¿Qué ascendientes ilustres tienes?...-inquirió el jilguero” (Cantor de raza negra), “Ya no le quedaba ni el consuelo de desagraviar al hombre que muy a los lejos seguía cojeando por el calvario de su vida” (El cojo punto y coma). Es muy amigo de los diminutivos, que en realidad son expresiones que se identifican con el hablar del boliviano; sin embargo, es loable el rescate que hace de nuestros idiomas nativos, sobre todo del quechua y del aimara con los que está más familiarizado por la zona de donde es originario. Un ejemplo es el título de uno de sus cuentos: “La sucha Ruperta” (Ruperta la invalida).
Una narrativa tradicional que rompe con algunos esquemas
Lo interesante de la narrativa de Alfaro es que por más tradicional que sea su literatura, hay ciertos aspectos en ella que no coinciden con los cánones que supuestamente prevalecen en la literatura infantil de siempre. Se hará una referencia a los tres que más destacan en su literatura: Una temática que sobrepasa la comprensión del lector, los desenlaces negativos y el poco humor