Padre Nuestro
Padre nuestro, qué estás en las flores,



Padre nuestro,
qué estás en las flores,
en el canto de los pájaros,
en el corazón latiendo;
que estás en el amor,
la compasión, la paciencia,
y en el gesto del perdón.
Padre nuestro,
que estás en mí, en mi familia,
en mis amigos, que estás
en esa persona que yo amo,
en ese que me hiere,
en aquel que busca la verdad…
Santificado sea tu Nombre
adorado y glorificado,
por todo lo que es bello,
bueno, justo, honesto,
de buen nombre y misericordioso.
Venga a nosotros tu reino
de paz y justicia, fe, luz, amor.
Sé el centro de mi vida,
mi hogar, mi familia,
de mi trabajo, de mi estudio…
Hágase tu voluntad,
aunque mis ruegos
reproducen a veces más
mi orgullo, mi ego,
que mis necesidades reales.
Perdóname todas mis ofensas,
mis errores, mis faltas,
mis pecados y ofensas contra ti,
contra mí mismo y contra
los que me rodean.
Perdona cuando se vuelve
frío mi corazón…
Perdóname,
así como yo con tu ayuda,
perdono a aquellos que me ofenden,
incluso cuando
mi corazón está herido.
No me dejes caer
en las tentaciones de los errores,
de los vicios, de la crítica, el juicio,
el chisme, la envidia, la soberbia,
la destrucción, el egoísmo...
Y líbrame de todo mal,
de toda violencia,
de todo infortunio,
de toda enfermedad.
Líbrame de todo dolor,
de toda tristeza,
angustia y de toda desilusión.
Pero, aún si tales dificultades
ves que son necesarias en mi vida,
que yo tenga la fuerza
y el coraje de decir:
¡Gracias, Padre,
Señor Rey del Universo
por esta lección!
¡¡¡Que así sea!!!