Del joyero del arco iris
Dedicatoria
A mis queridas amigas de alma, motineñas de pura cepa " entrañables compañeras de estudio en el Colegio Nacional San Luis "Doña ELVIRA VERAMENDY DE OLLER y a DELINA ECHAZU, amantes de su barrio, sus tradiciones añejadas y conservadas con la fuerza del amor a su Tarija la Amancaya Nacional",
Jugando con el viento
Vestida de primavera lucía alegre la plazuelita del barrio del "Molino", cuyo nombre se debe a un antiguo molino que en otra hora existía en el lugar.
Niños, muchos niños de un jardín cercano corrían de aquí para allá, jugando con el viento que, suavemente movía la copa de los árboles, desprendiendo a su paso hojas, pétalos y fragancias que ellos recogían con avidez.
Los pequeñuelos lanzaban gritos, risas y era tanta su alegría que como por arte de magia la tarde rosada se llenó de música y canciones.
La fuente de agua cristalina
Al centro de la plaza del "Molino" había una fuente de agua cristalina que, según el decir de la gente antigua, era el joyero donde el arco iris guardaba sus colores convertidos en brillantes pececitos tornasolados, es por ello que, los vecinos eran orgullosos de su fuente, de sus tradiciones y de los traviesos pececillos de colores que la habitaban.
Peces Voladores
Aquella tarde la bullanguera presencia de los niños irrumpió la tranquilidad del vergel. Los pececillos, al escuchar tan desusada algarabía, daban saltos y sacaban del agua sus cabecitas curiosas. De pronto... un pez niño descubrió, arri...ba en el cielo un brillante y extraño ser que, como un sol, lo enceguecía. En seguida dio la voz de alarma: "¡hermanooos! ¡Atenciooón! ¡Peligrooo! ¡El cielo está invadido de seres extraños!". Entonces... todos levantaron sus ojillos de lentejuelas y se quedaron alelados, "¡peces voladores!, ¡peces voladores!" gritaban aterrorizados... uno... dos... tres... cuatro... cinco... seis... siete...ocho... y contaron más de cien.
-¡Oh! - dijo el pez abuelo -, son peces extraterrestres. Tú... tu ru tú, tu tu ru tú llamaba el clarín El pececillo naranja exclamó con valentía: "¡a prepararnos! ¡Son seres de otros planetas!"
"¡Invasores! ¡Invasores! era el grito que cortaba las aguas formando remolinos.
- Tu... tu ru tu, tu tu ru tu
- Tu... tu ru tu, tu tu ru tu
Llamaba el clarín y las tranquilas aguas se movían ondeando de un lado para otro, era un trajinar inusitado de sus habitantes.
El general con traje de guerra colorado fosforescente ordenó: "¡afilen colas, afilen aletas!... ¡¡¡mar!!! Y el improvisado ejército de pececillos hacía saltar chispas de entusiasmo y patriotismo a sus colas y aletas.
Los pececillos chispas de luz
De pronto... inesperadamente... rápido como un rayo se precipitó en picada al centro mismo de la fuente, nada menos que el más grande de los peces voladores, el dorado de larga cola de mil colores encadenados y plateadas aletas con flecos que nadaban graciosamente en el aire.
El ejército de pececillos retrocedió ante el sorpresivo ataque, más... apenas salieron de su estupor, cuando decenas de invasores cayeron sobre ellos. Entonces... armándose de todo su valor, los pequeños pececillos como chispas de luz arremetían en grupos veloces y los hacían desaparecer debajo del agua.
Camuflado bajo unas algas, el pez abuelo gran estratega, puesta su armadura aplomada, observaba la contienda y divertido advertía la fragilidad de los invasores.
Rápidamente comunicó este descubrimiento a sus congéneres y ordenó, el cese de hostilidades.
Tu... tu ru tu, tu tu ru tu
Tu... tu ru tu, tu tu ru tu
Es el clarín llamando a la normalidad.
Los pececillos fatigados por la lucha descansaron varias horas, pero... a pesar de la advertencia del abuelo, que les dijo sabiamente: "No teman, hijos míos... estos pobres pececillos voladores se desintegran al contacto con el agua" pero... los pececillos precavidos, duermen desde entonces con los ojos abiertos mirando el cielo.
Mientras volvía la calma y quietud al ojo de agua transparente, donde en el fondo verde azul se podía mirar a los "seres extraterrestres" unos sin movimiento destiñéndose, otros destrozados por los coletazos y aletazos de los pececillos y a niños desesperados tironeando desde la orilla de la fuente el hilo de sus volantines, con la esperanza de rescatarlos del fondo azulejado del joyero del arco iris
F I N