Tarija y el dilema de la letalidad del Covid - 19
Con la nueva víctima del Covid-19 registrada en Tarija en la tarde del martes 26 de mayo, el departamento se consolida como el de mayor tasa de letalidad del país, pues son tres decesos contabilizados sobre los 19 casos identificados desde que inició la pandemia en el país, el 10 de marzo de...
Con la nueva víctima del Covid-19 registrada en Tarija en la tarde del martes 26 de mayo, el departamento se consolida como el de mayor tasa de letalidad del país, pues son tres decesos contabilizados sobre los 19 casos identificados desde que inició la pandemia en el país, el 10 de marzo de 2020.
La tasa en Tarija alcanza el 15,7% frente a Santa Cruz, que es el departamento con más casos identificados y también de fallecidos en términos absolutos, y donde la letalidad es del 2,82%, y por encima del Beni, que siendo el departamento más afectado en términos de proporcionalidad poblacional tiene una tasa del 6,3%.
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El asunto es aún más complejo en Yacuiba y Villa Montes, donde su tasa simplemente es del 100%, puesto que solo se ha confirmado un paciente en cada municipio y además, ha acabado falleciendo tras ser trasladados a Tarija.
Evidentemente, la tasa no es significativa en términos absolutos, como señalan los expertos, y aunque esto ha llevado incluso a algunas autoridades, como a un asesor del alcalde de Yacuiba, a asegurar que el positivo en ese municipio es falso y vincularlo con la política, lo cierto es que sirve para advertir una certeza: hay demasiados casos que no están siendo identificados.
La tasa “normal”
Desde el inicio de la pandemia en China se venía repitiendo una cifra: Del 100% de infectados, el 20% requerirán internación y solo el 5% serán graves. Sobre esos pacientes graves se calculaba aproximadamente un 5 o 10% de mortalidad.
Actualmente la ratio está en 6,2 a nivel mundial, pues de los 5.555.691 pacientes confirmados en el mundo según los datos de la Universidad Johns Hopkins, han fallecido 348.541 personas, eso sí, hace tiempo que se da por descontado que apenas se está logrando identificar a los pacientes que requieren atención y que la mayor parte de la población es asintomática. Es decir, que los 5,5 millones de identificados serían poco más que el 20% del total de enfermos.
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Por otro lado, la cifra de mortalidad no solo responde a la virulencia del virus, sino sobre todo, a la capacidad de los sistemas sanitarios. Las dudas en todos los países residen precisamente en cuánta gente está falleciendo fuera de las estadísticas oficiales, pues la OMS solo reconoce como fallecidos por Covid-19 a los que sí cuentan con una prueba PCR confirmada. Eso ha llevado a países como España a cambiar varias veces sus cifras. En Europa se asume que la mayor parte de los enfermos no han sido detectados, aunque la encuesta de seroprevalencia en España realizada en abril ha dado peores resultados de los previstos. Se estimaba que un 15% de la población había atravesado la enfermedad, y sin embargo se quedó en un 5%, es decir, algo más de 2 millones de personas sobre los 45 millones residentes.
El estigma social
No hay que ir tan lejos: en Trinidad desde hace semanas se viene advirtiendo que en el cementerio Covid hay más cruces que los 72 que contemplan los datos oficiales, y lo mismo puede estar pasando en docenas de comunidades de La Paz y Cochabamba que en un momento reportaron casos y de repente dejaron de reportar.
El estigma social que se ha construido alrededor de la enfermedad y el temor a represalias por el impacto en la cuarentena, advierten los médicos, puede estar ocultando casos positivos moderados y graves que se quedan en casa y no se reportan.
El propio director del Sedes en Tarija, Paul Castellanos, denunciaba esta mañana que hay familias que no quieren hacerse siquiera una prueba rápida de la enfermedad. Evidentemente refleja una conducta social.
Es verdad que los sistemas de Villa Montes y sobre todo de Yacuiba, pese a los alardes políticos, no están preparados para la emergencia, pero resulta poco probable que su letalidad sea del 100%, fundamentalmente porque ninguno de los dos fallecidos volvió del exterior y ni siquiera de otros lugares del país, sino que responden a un contagio comunitario.
La primera víctima era un hombre de 54 años que frecuentaba ollas comunes; la segunda una mujer de 85 años que llegó a urgencias producto de una caída según reportes de Villa Montes. Ninguno de ellos ha dejado aparentemente otros contagios. Es evidente que hay que encontrar más casos para garantizar una mejor atención, pero también que la manera en que se está planteando desde el Gobierno y otros sectores - hambre o virus – no contribuye a que los casos puedan ser identificados y tratados con celeridad.
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El asunto es aún más complejo en Yacuiba y Villa Montes, donde su tasa simplemente es del 100%, puesto que solo se ha confirmado un paciente en cada municipio y además, ha acabado falleciendo tras ser trasladados a Tarija.
Evidentemente, la tasa no es significativa en términos absolutos, como señalan los expertos, y aunque esto ha llevado incluso a algunas autoridades, como a un asesor del alcalde de Yacuiba, a asegurar que el positivo en ese municipio es falso y vincularlo con la política, lo cierto es que sirve para advertir una certeza: hay demasiados casos que no están siendo identificados.
La tasa “normal”
Desde el inicio de la pandemia en China se venía repitiendo una cifra: Del 100% de infectados, el 20% requerirán internación y solo el 5% serán graves. Sobre esos pacientes graves se calculaba aproximadamente un 5 o 10% de mortalidad.
Actualmente la ratio está en 6,2 a nivel mundial, pues de los 5.555.691 pacientes confirmados en el mundo según los datos de la Universidad Johns Hopkins, han fallecido 348.541 personas, eso sí, hace tiempo que se da por descontado que apenas se está logrando identificar a los pacientes que requieren atención y que la mayor parte de la población es asintomática. Es decir, que los 5,5 millones de identificados serían poco más que el 20% del total de enfermos.
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El estigma social
No hay que ir tan lejos: en Trinidad desde hace semanas se viene advirtiendo que en el cementerio Covid hay más cruces que los 72 que contemplan los datos oficiales, y lo mismo puede estar pasando en docenas de comunidades de La Paz y Cochabamba que en un momento reportaron casos y de repente dejaron de reportar.
El estigma social que se ha construido alrededor de la enfermedad y el temor a represalias por el impacto en la cuarentena, advierten los médicos, puede estar ocultando casos positivos moderados y graves que se quedan en casa y no se reportan.
El propio director del Sedes en Tarija, Paul Castellanos, denunciaba esta mañana que hay familias que no quieren hacerse siquiera una prueba rápida de la enfermedad. Evidentemente refleja una conducta social.
Es verdad que los sistemas de Villa Montes y sobre todo de Yacuiba, pese a los alardes políticos, no están preparados para la emergencia, pero resulta poco probable que su letalidad sea del 100%, fundamentalmente porque ninguno de los dos fallecidos volvió del exterior y ni siquiera de otros lugares del país, sino que responden a un contagio comunitario.
La primera víctima era un hombre de 54 años que frecuentaba ollas comunes; la segunda una mujer de 85 años que llegó a urgencias producto de una caída según reportes de Villa Montes. Ninguno de ellos ha dejado aparentemente otros contagios. Es evidente que hay que encontrar más casos para garantizar una mejor atención, pero también que la manera en que se está planteando desde el Gobierno y otros sectores - hambre o virus – no contribuye a que los casos puedan ser identificados y tratados con celeridad.
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