Tajzara, un destino turístico de Tarija en peligro
Tajzara es uno de los destinos turísticos más visitados de Tarija, está situado en la zona Alta, a 3.638 metros sobre el nivel del mar. A este lugar se llega por el camino que lleva a Villazón. Se encuentra a 70 kilómetros de la capital y es un lugar con un paisaje privilegiado, ideal para...
Tajzara es uno de los destinos turísticos más visitados de Tarija, está situado en la zona Alta, a 3.638 metros sobre el nivel del mar. A este lugar se llega por el camino que lleva a Villazón. Se encuentra a 70 kilómetros de la capital y es un lugar con un paisaje privilegiado, ideal para quienes gustan de conocer paisajes únicos.
Desde Iscayachi se pueden observar parajes muy coloridos y más en esta época del año, en la que los sembradíos están listos para la cosecha.
Desde Tajzara, un pequeño caserío de casas de piedra y adobe se destaca la iglesia de la comunidad y se pueden ver las lagunas y los arenales a lo lejos. Parece desierto, salvo por un pastor que lleva sus ovejas al campo y Alfredo Gutiérrez, el doctor, a quien encontramos en la posta de salud de la población. “Todos se han ido al campo, y a una reunión de comunidades que se celebra en Pasajes. Sólo vuelven por la tarde, a eso de las cinco”, explica.
Las lagunas de Tajzara son parte de los atractivos turísticos de la zona. Lo que hace de éste un lugar excepcional, el paisaje posee espacios muy diversos. La Laguna Grande que mide 6,7 kilómetros cuadrados de superficie tiene una tonalidad azul que contrasta con el rosa de los flamencos y en cuyas aguas se puede encontrar una diversidad de aves.
En la entrada ya está definido el lugar del parqueo para los visitantes y los restos de una construcción de adobe abandonada le dan un aspecto rústico muy propio de la zona.
Cerca de las lagunas se observan unos curiosos montículos cubiertos de musgo en los que se dibujan paisajes dependiendo de lo que crece en ellos, hay flores blancas, rojas o cactus, que los hacen parecer cerros en miniatura con su propia flora.
En las orillas de la laguna pastan las llamas y vicuñas, animales con características muy particulares, gráciles, con una elegancia muy femenina que observan con curiosidad a los visitantes y sólo huyen si se les acercan demasiado. Estos camélidos constituyen actualmente uno de los principales ingresos para los pobladores de la zona.
Más allá, la laguna de sal, más pequeña, tiene un tono verdoso y en ella también se observan flamencos aunque en menor cantidad en esta época del año, debido a la migración.
En sus alrededores pastan las ovejas acompañadas por un cuidador, don Prudencio Condori, de 84 años de edad, quien vive sólo con su esposa y se dedica a la crianza de animales, ovejas y llamas, según explica.
“¿Ya han cazado algún pato?”, nos pregunta, como ignorando que la caza está prohibida en la zona. Tajzara fue declarada área protegida como parte de la reserva de la Cordillera de Sama. Quizá la pregunta nace de sus recuerdos, ya que hace algunos años ese era uno de los lugares favoritos de los cazadores, quienes iban con sus escopetas a cazar patos.
Pero continuando con el recorrido, se debe seguir adelante por el camino de tierra para llegar a las dunas de arena o arenales, que se encuentran pasando la comunidad de Copacabana. Un letrero y una pequeña senda nos indican por dónde acceder a los arenales, una formación inesperada y extraordinaria en este lugar, que nos lleva a preguntarnos de dónde apareció toda esa arena, como puesta a propósito para atraer el turismo.
La arena es extraordinariamente fina y hace pensar en los desiertos africanos. El viento dibuja formas en ella y luego la suaviza borrándolas, del mismo modo que diluye las huellas de los caminantes, por lo que parece un lugar eternamente inmaculado.
Rodeado de verdes pajonales, la combinación de colores es extraordinaria, el beige de la arena y los verdes otoñales de los cerros con figuras en tonos rosa y púrpura, parecen sacados de un cuento.
Desde lo alto de las dunas se puede observar todo el paisaje alrededor. A lo lejos se divisan los caseríos, las lagunas, verde y azul, las bandadas de aves y en el amplio altiplano las manadas de ovejas y llamas pastando.
Es definitivamente un lugar para visitar y admirar, cuya principal cualidad es el apacible murmullo del viento, que procura una sensación de paz y tranquilidad a una altura de 3.600 metros sobre el nivel del mar, desde donde su puede apreciar el límpido azul del cielo.
Tajzara ha sido declarado sitio Ramsar, por tratarse de un humedal de importancia internacional y es el destino turístico con mayor potencial en Tarija, al cual se puede ir y volver en el mismo día.
Los factores que ponen en peligro a Tajzara
Existen tres factores que están poniendo en riesgo el ecosistema de Tajzara, que forma parte de la Reserva Biológica de Sama: el cambio climático, el sobrepastoreo y proyectos mal planificados.
El calentamiento global se ha convertido en uno de sus principales enemigos y esto lo confirman autoridades y expertos en esta problemática ambiental. Según el plan de Manejo para la Reserva Biológica de la Cordillera de Sama, a ejecutarse entre el 2017 y 2026, los pronósticos de los efectos del cambio climático en la reserva se plantean como “desalentadores”.
Según una publicación de Mongabay Latam el documento de trabajo, las variaciones en el clima se perciben hoy con mayor intensidad en la zona más alta de Sama, allí donde el frío, la lluvia y el viento se reportan cada vez más extremos. “Antes lo normal era que las lluvias comenzaran en octubre y se extendieran hasta marzo o abril, en cambio hoy comienzan en diciembre, a veces en enero. Además de ser periodos cortos, las lluvias son más agresivas, son tormentas, lluvias que causan riadas y luego les siguen períodos largos de sequía”, explica Claudia Oller, responsable de áreas protegidas de la organización medioambiental Prometa.
El viento extremo que solía impactar la reserva durante dos meses del año, hoy puede aparecer en cualquier momento, narra Oller, que es cuando se reportan “fuertes ventarrones”. Y agrega que lo mismo ocurre con las heladas, “ahora pueden ser en cualquier época y afectar el ciclo, el calendario agrícola y la producción”.
La cría de ovejas, llamas y vacas nació como una salida para enfrentar la pobreza en las zonas más altas, pero en el camino el sobrepastoreo se convirtió en una amenaza para el equilibrio medioambiental de la reserva de Sama. Por ello a través del programa de cría de llamas en el 2001, lo que buscaba Prometa era contrarrestar otra actividad productiva que afectaba a la reserva: la crianza de burros, explica la responsable de áreas protegidas de la institución, Claudia Oller.
“Antes había gran cantidad de burros y ovejas, y la sobrepoblación de burros era lo que más preocupaba porque el burro come día y noche, y estaba afectando las zonas de pastoreo”, señala Oller. Lo mismo ocurría con las ovejas debido a la forma de alimentación de estos animales.
Por eso es que deciden introducir llamas, porque “la llama no arranca de raíz las plantas sino que come solo las hojas”, explica la experta de Prometa.
En un taller desarrollado por el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), el pasado año se puso en contexto el efecto negativo que ocasionaron varios proyectos en la cuenca de Tazjara, entre ellos camineros, de riego, criadero de truchas que fueron ejecutados sin tomar en cuenta la conservación de la Reserva Biológica de Sama y principalmente las lagunas del sector.
La monitora ambiental de la Reserva de Sama, Alva Gareca explicó que el equipo técnico y el cuerpo de protección de este espacio natural identificaron actividades, obras y proyectos ejecutados que inciden en la disminución de agua y sequedad de la cuenca de Tajzara.
Más detalles sobre el lugar turístico
Llamas
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La crianza de llamas es una de las principales actividades económicas de Tajzara por lo que a lo largo del camino se pueden observar las tropillas de camélidos, llamas, vicuñas y huanacos que le dan un encanto particular al paisaje.
Dunas de arena
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Las dunas son uno de los principales atractivos turísticos hasta donde llegan invariablemente los visitantes para disfrutar de la fina arena. Es inevitable tomarse una foto en la que el color de la arena combina de manera perfecta con el cielo azul.
Flamencos
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Los flamencos que habitan las lagunas son un importante atractivo turístico los que están presentes solo en algunas épocas del año, al ser aves migratorias. Según los comunarios, en mayo comienzan a llegar a la zona y le dan un tono rosa a las lagunas.
Desde Iscayachi se pueden observar parajes muy coloridos y más en esta época del año, en la que los sembradíos están listos para la cosecha.
Desde Tajzara, un pequeño caserío de casas de piedra y adobe se destaca la iglesia de la comunidad y se pueden ver las lagunas y los arenales a lo lejos. Parece desierto, salvo por un pastor que lleva sus ovejas al campo y Alfredo Gutiérrez, el doctor, a quien encontramos en la posta de salud de la población. “Todos se han ido al campo, y a una reunión de comunidades que se celebra en Pasajes. Sólo vuelven por la tarde, a eso de las cinco”, explica.
Las lagunas de Tajzara son parte de los atractivos turísticos de la zona. Lo que hace de éste un lugar excepcional, el paisaje posee espacios muy diversos. La Laguna Grande que mide 6,7 kilómetros cuadrados de superficie tiene una tonalidad azul que contrasta con el rosa de los flamencos y en cuyas aguas se puede encontrar una diversidad de aves.
En la entrada ya está definido el lugar del parqueo para los visitantes y los restos de una construcción de adobe abandonada le dan un aspecto rústico muy propio de la zona.
Cerca de las lagunas se observan unos curiosos montículos cubiertos de musgo en los que se dibujan paisajes dependiendo de lo que crece en ellos, hay flores blancas, rojas o cactus, que los hacen parecer cerros en miniatura con su propia flora.
En las orillas de la laguna pastan las llamas y vicuñas, animales con características muy particulares, gráciles, con una elegancia muy femenina que observan con curiosidad a los visitantes y sólo huyen si se les acercan demasiado. Estos camélidos constituyen actualmente uno de los principales ingresos para los pobladores de la zona.
Más allá, la laguna de sal, más pequeña, tiene un tono verdoso y en ella también se observan flamencos aunque en menor cantidad en esta época del año, debido a la migración.
En sus alrededores pastan las ovejas acompañadas por un cuidador, don Prudencio Condori, de 84 años de edad, quien vive sólo con su esposa y se dedica a la crianza de animales, ovejas y llamas, según explica.
“¿Ya han cazado algún pato?”, nos pregunta, como ignorando que la caza está prohibida en la zona. Tajzara fue declarada área protegida como parte de la reserva de la Cordillera de Sama. Quizá la pregunta nace de sus recuerdos, ya que hace algunos años ese era uno de los lugares favoritos de los cazadores, quienes iban con sus escopetas a cazar patos.
Pero continuando con el recorrido, se debe seguir adelante por el camino de tierra para llegar a las dunas de arena o arenales, que se encuentran pasando la comunidad de Copacabana. Un letrero y una pequeña senda nos indican por dónde acceder a los arenales, una formación inesperada y extraordinaria en este lugar, que nos lleva a preguntarnos de dónde apareció toda esa arena, como puesta a propósito para atraer el turismo.
La arena es extraordinariamente fina y hace pensar en los desiertos africanos. El viento dibuja formas en ella y luego la suaviza borrándolas, del mismo modo que diluye las huellas de los caminantes, por lo que parece un lugar eternamente inmaculado.
Rodeado de verdes pajonales, la combinación de colores es extraordinaria, el beige de la arena y los verdes otoñales de los cerros con figuras en tonos rosa y púrpura, parecen sacados de un cuento.
Desde lo alto de las dunas se puede observar todo el paisaje alrededor. A lo lejos se divisan los caseríos, las lagunas, verde y azul, las bandadas de aves y en el amplio altiplano las manadas de ovejas y llamas pastando.
Es definitivamente un lugar para visitar y admirar, cuya principal cualidad es el apacible murmullo del viento, que procura una sensación de paz y tranquilidad a una altura de 3.600 metros sobre el nivel del mar, desde donde su puede apreciar el límpido azul del cielo.
Tajzara ha sido declarado sitio Ramsar, por tratarse de un humedal de importancia internacional y es el destino turístico con mayor potencial en Tarija, al cual se puede ir y volver en el mismo día.
Los factores que ponen en peligro a Tajzara
Existen tres factores que están poniendo en riesgo el ecosistema de Tajzara, que forma parte de la Reserva Biológica de Sama: el cambio climático, el sobrepastoreo y proyectos mal planificados.
El calentamiento global se ha convertido en uno de sus principales enemigos y esto lo confirman autoridades y expertos en esta problemática ambiental. Según el plan de Manejo para la Reserva Biológica de la Cordillera de Sama, a ejecutarse entre el 2017 y 2026, los pronósticos de los efectos del cambio climático en la reserva se plantean como “desalentadores”.
Según una publicación de Mongabay Latam el documento de trabajo, las variaciones en el clima se perciben hoy con mayor intensidad en la zona más alta de Sama, allí donde el frío, la lluvia y el viento se reportan cada vez más extremos. “Antes lo normal era que las lluvias comenzaran en octubre y se extendieran hasta marzo o abril, en cambio hoy comienzan en diciembre, a veces en enero. Además de ser periodos cortos, las lluvias son más agresivas, son tormentas, lluvias que causan riadas y luego les siguen períodos largos de sequía”, explica Claudia Oller, responsable de áreas protegidas de la organización medioambiental Prometa.
El viento extremo que solía impactar la reserva durante dos meses del año, hoy puede aparecer en cualquier momento, narra Oller, que es cuando se reportan “fuertes ventarrones”. Y agrega que lo mismo ocurre con las heladas, “ahora pueden ser en cualquier época y afectar el ciclo, el calendario agrícola y la producción”.
La cría de ovejas, llamas y vacas nació como una salida para enfrentar la pobreza en las zonas más altas, pero en el camino el sobrepastoreo se convirtió en una amenaza para el equilibrio medioambiental de la reserva de Sama. Por ello a través del programa de cría de llamas en el 2001, lo que buscaba Prometa era contrarrestar otra actividad productiva que afectaba a la reserva: la crianza de burros, explica la responsable de áreas protegidas de la institución, Claudia Oller.
“Antes había gran cantidad de burros y ovejas, y la sobrepoblación de burros era lo que más preocupaba porque el burro come día y noche, y estaba afectando las zonas de pastoreo”, señala Oller. Lo mismo ocurría con las ovejas debido a la forma de alimentación de estos animales.
Por eso es que deciden introducir llamas, porque “la llama no arranca de raíz las plantas sino que come solo las hojas”, explica la experta de Prometa.
En un taller desarrollado por el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), el pasado año se puso en contexto el efecto negativo que ocasionaron varios proyectos en la cuenca de Tazjara, entre ellos camineros, de riego, criadero de truchas que fueron ejecutados sin tomar en cuenta la conservación de la Reserva Biológica de Sama y principalmente las lagunas del sector.
La monitora ambiental de la Reserva de Sama, Alva Gareca explicó que el equipo técnico y el cuerpo de protección de este espacio natural identificaron actividades, obras y proyectos ejecutados que inciden en la disminución de agua y sequedad de la cuenca de Tajzara.
Más detalles sobre el lugar turístico
Llamas
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La crianza de llamas es una de las principales actividades económicas de Tajzara por lo que a lo largo del camino se pueden observar las tropillas de camélidos, llamas, vicuñas y huanacos que le dan un encanto particular al paisaje.
Dunas de arena
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Las dunas son uno de los principales atractivos turísticos hasta donde llegan invariablemente los visitantes para disfrutar de la fina arena. Es inevitable tomarse una foto en la que el color de la arena combina de manera perfecta con el cielo azul.
Flamencos
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Los flamencos que habitan las lagunas son un importante atractivo turístico los que están presentes solo en algunas épocas del año, al ser aves migratorias. Según los comunarios, en mayo comienzan a llegar a la zona y le dan un tono rosa a las lagunas.