Qué frío hace en la Asamblea

La nueva Directiva del Legislativo tarijeño se conformó con dos ideas claras: blindar la continuidad de los subgobernadores y la hegemonía del MAS en la propia Asamblea mediante la Ley Electoral, y modificar la Ley del 45%. De momento no logra ni una cosa ni la otra y más al contrario, las...

OPINIÓN
OPINIÓN
La nueva Directiva del Legislativo tarijeño se conformó con dos ideas claras: blindar la continuidad de los subgobernadores y la hegemonía del MAS en la propia Asamblea mediante la Ley Electoral, y modificar la Ley del 45%. De momento no logra ni una cosa ni la otra y más al contrario, las salidas están más complicadas que hace unos meses.

La mayoría masista es por demás cualificada, y aunque la votación de la nueva Directiva se hizo en un acto medio irregular, a viva voz, a mano alzada, etc, por aquello de que no se podía evidenciar la falta de acuerdo dentro de la bancada que siempre vota unida o si no, no vota. La conformación de la nueva Directiva ungió a un Guillermo Vega al que se le han evidenciado las carencias a las primeras de cambio, y “raleó” a una Sara Armella que tuvo que declinar la presidencia y conformarse con la secretaría luego de un año de buena gestión tanto legislativa como política. El perfil alto que había tomado, incluyéndose en la pugna por ser candidata para 2020, parece ser la causa más certera del castigo a la mujer campesina.
El acuerdo dejaba fuera de la Directiva al bloque del 45%, es decir, los asambleístas de O´Connor y Arce, bajo la tutela de Walter Ferrufino, lo que no tardo en desvelarse como un burdo despiste, pues la Federación de Campesinos avaló la modificación de la polémica Ley e instó a la Asamblea, controlada por ellos mismos, a tratarla cuanto antes.

El concepto “cuanto antes”, es verdad, en la Asamblea aplica poco, pues el criterio de oportunidad está poco definido. Por el momento el MAS no se atreve a dar un paso más en el avance de la Ley del 45 por ciento que el propio presidente Evo Morales vetó durante las efemérides departamentales y catalogó de asunto local, pero cuya solución no debía convulsionar nunca las filas masistas, sino todo lo contrario.

Lo mismo está pasando con la Ley Electoral. El mandato, parecía, era aprobar rapidito la norma dejando los curules sin tocar pese a las flagrantes contradicciones y la desigualdad instituida y, por supuesto, incluir la elección directa de subgobernadores. Tanto una cosa como la otra garantizaban al Movimiento Al Socialismo un alto grado de poder al ser el partido mejor asentado en el territorio, con lo cual no era preciso mover demasiado hasta que, obviamente, alguien se dio cuenta de que se trataba de un delito grave.

El Tribunal Constitucional ya ha hablado sobre la elección de los subgobernadores, el Órgano Electoral ha venido a ratificar lo ya señalado, incluso advirtiendo de que lo contrario sería una resolución contraria a las Leyes (delito tipificado) que puede tener varias consecuencias, y claro, Vega, Jurado y Armella se han dado cuenta que no necesitan jugarse el pellejo por nadie en la actual situación.

El MAS Tarija sigue preso del pánico, neurótico ante una eventual pérdida del poder nacional y peor todavía en el plano departamental, cuando en sus manos está salvaguardar una parte del poder pero no existe criterio que lo avale. El MAS tenía una oportunidad histórica de afianzarse en Tarija y la está perdiendo por lo mismo de siempre, su ansia de poder, su batalla por lo pequeño y sus rencores y envidias, situaciones que se evidencian sobre todo en el legislativo, desde donde emerge un frío siberiano de primera.

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