Obsesión por los músculos
José Arciénaga Preparador físico En general, los vigoréxicos se miran mucho en el espejo sin sentirse satisfechos con su apariencia, se pesan varias veces al día, recurren al gimnasio más tiempo de lo adecuado para desarrollar más masa muscular y tienen una baja capacidad aeróbica....
José Arciénaga Preparador físico
En general, los vigoréxicos se miran mucho en el espejo sin sentirse satisfechos con su apariencia, se pesan varias veces al día, recurren al gimnasio más tiempo de lo adecuado para desarrollar más masa muscular y tienen una baja capacidad aeróbica. Además, su alimentación no integra grasas, pero sí una alta cantidad de carbohidratos y proteínas. El aspecto que más riesgos representa es el uso de anabólicos o esteroides sin suficiente control.
También se considera que estas personas tienen baja autoestima, inseguridad, les cuesta relacionarse y basan su identidad de acuerdo a la imagen física. Por eso quienes sufren de vigorexia se alejan de las actividades sociales y prefieren entrenar con el fin de alcanzar la figura perfecta para recobrar la confianza en sí mismos. A eso se suma que la vigorexia tiende a aparecer relacionada a otras enfermedades o trastornos y cuadros psiquiátricos como las obsesiones, la depresión, la ansiedad y la dificultad para dormir.
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Lo ideal es hacer ejercicio regular, no exagerar las cargas ni los tiempos, no terminar extenuado y fatigado, dar tiempo para la recuperación muscular, dejar días de descanso, mantener una buena alimentación equilibrada en sus componentes, reponer líquidos perdidos durante la actividad física. Luego de alcanzar el equilibrio mental y corporal, los vigoréxicos pueden cambiar la percepción de su cuerpo, el control de sus pensamientos y vuelven a estar saludables corporalmente.
En general, los vigoréxicos se miran mucho en el espejo sin sentirse satisfechos con su apariencia, se pesan varias veces al día, recurren al gimnasio más tiempo de lo adecuado para desarrollar más masa muscular y tienen una baja capacidad aeróbica. Además, su alimentación no integra grasas, pero sí una alta cantidad de carbohidratos y proteínas. El aspecto que más riesgos representa es el uso de anabólicos o esteroides sin suficiente control.
También se considera que estas personas tienen baja autoestima, inseguridad, les cuesta relacionarse y basan su identidad de acuerdo a la imagen física. Por eso quienes sufren de vigorexia se alejan de las actividades sociales y prefieren entrenar con el fin de alcanzar la figura perfecta para recobrar la confianza en sí mismos. A eso se suma que la vigorexia tiende a aparecer relacionada a otras enfermedades o trastornos y cuadros psiquiátricos como las obsesiones, la depresión, la ansiedad y la dificultad para dormir.
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Lo ideal es hacer ejercicio regular, no exagerar las cargas ni los tiempos, no terminar extenuado y fatigado, dar tiempo para la recuperación muscular, dejar días de descanso, mantener una buena alimentación equilibrada en sus componentes, reponer líquidos perdidos durante la actividad física. Luego de alcanzar el equilibrio mental y corporal, los vigoréxicos pueden cambiar la percepción de su cuerpo, el control de sus pensamientos y vuelven a estar saludables corporalmente.