Museo Franciscano adecúa la Bodega para visitas guiadas
Desde el año 2016 se retomó la práctica de elaborar vino en la bodega franciscana de Tarija, los ambientes que guardan los primeros enseres que usaban los frailes para elaborar esta bebida, la técnica y la mística del proceso, ahora pueden ser vistos por los visitantes. El recorrido por...
Desde el año 2016 se retomó la práctica de elaborar vino en la bodega franciscana de Tarija, los ambientes que guardan los primeros enseres que usaban los frailes para elaborar esta bebida, la técnica y la mística del proceso, ahora pueden ser vistos por los visitantes.
El recorrido por la bodega es parte de un prueba piloto de visitas guiadas que la Administración del Centro Eclesial de Documentación (CED) implementó desde de junio todos los jueves y viernes por la tarde. El objetivo es que los visitantes conozcan la historia del proceso de hacer vino en Tarija. Inicialmente este recorrido se podrá efectuar solo después de la vendimia, es decir entre junio y enero, para no contaminar el proceso de elaboración y preservar los cuidados que requiere el vino.
La bodega de piedra que conservan los franciscanos, se estima que fue construida en 1900. Allí hay dos lagares con sus respectivos canales, además de grifos de hierro cuidadosamente organizados en un cuadro pegado en la pared que se observa al ingreso del ambiente. Ahí más de medio centenar de damajuanas de vidrio cubiertas en cajas de madera rústica y gastadas por el tiempo, junto a algunas barricas de madera de diferentes tamaños que adornan el lugar y otros enseres, son el testimonio de la herencia de los frailes en la tarea de hacer vino.
Diego Oliva, administrador del CED, da cuenta que la elaboración de vino en la bodega franciscana pasa por tres etapas. La primera se refiere a la selección de la uva y el molido en dos máquinas de hierro que fueron instaladas en el lugar; luego se hace la fermentación en dos tinacos de plástico, lo que dura casi un mes. El segundo paso corresponde a trasladar el jugo de la uva a otros tanques más pequeños, donde se sellan para su fermentación sin aire y se conserva el vino por un tiempo. El tercer y último paso se complementa con el colocado del vino en las damajuanas y se hace el proceso de trasvasije cada dos a tres meses para el purificado del vino y para sacar las impurezas. Finalmente, se embotella para el uso del convento. Todo el proceso se realiza entre febrero a mayo.
“Para pisar la uva antes los frailes contrataban a gente o a los mismos monaguillos que trabajan en el Convento. Pero en la actualidad por tratarse de un proceso largo y caro se muele la uva”, comenta Oliva, al indicar que antes los padres franciscanos producían vino para muchos lugares porque era un Convento grande del cual dependían las misiones franciscanas que estaban repartidas en el Chaco de Santa Cruz y el norte argentino. Además se colaboraba con otros conventos del territorio nacional.
Afirma que la bodega se cerró el año 2006, pero desde el 2016 para recuperar la tradición franciscana se retomó a la labor de hacer vino, es así que se trató de recuperar el mismo proceso que aplicaban los últimos franciscanos que vivían en el Convento, españoles e italianos. “Se ha contratado a un joven que trabajaba con ellos desde niño pisando la uva y ayudaba a hacer el vino, ahora él guía en el proceso de elaboración”, sostiene.
Aunque no fue una tarea fácil la de retomar la elaboración de vino que lleva el nombre de “Convento San Francisco-Tradición Misional”, se usan tres variedades de uva: la cabernet sauvignon, merlot y Moscatel de Alejandría en la variedad blanca.
Si bien, la bodega franciscana tiene capacidad para almacenar más de diez mil litros, actualmente la producción promedio es de dos a tres mil litros como máximo, porque el objetivo es recuperar la tradición y mostrar a los visitantes el proceso que aplicaban los frailes para hacer vino.
De la producción actual más del 50 por ciento se usa en el Convento y similar porcentaje se prevé destinar para la muestra y degustación de las personas que visitan el lugar. “Por una lado abastecemos al Convento de vino y por otro queremos mostrar a la gente la historia del vino en Tarija. No es un producto pensado para el mercado”, aclara Oliva.
“Convento San Francisco”, la etiqueta
La etiqueta “Convento San Francisco-Tradición Misional”, es un vino de altura preparado de forma artesanal, previa selección de las mejores uvas que se cosechan en el valle central de Tarija. “Se ha tratado de volver a la tradición de los frailes, respetando el proceso lo más apegado a esa tradición y utilizando la mejor calidad de productos”, revela Oliva, mientras muestra los ambientes fríos con el olor a vino impregnado en las paredes y los utensilios que se usaron para la preparación del licor.
“Buscamos la mejor uva que podemos comprar porque son pequeñas cantidades y sale un vino bastante suave, muy agradable al paladar”, detalla el Administrador del CED. Aunque este año 2019, solo se elaboró 10 damajuanas de vino blanco, porque no se pudo acceder a otra variedad de uva que se compra de los productores locales.
El vino blanco es un poco más dulce, se usa para las celebraciones eucarísticas y se caracteriza por tener un color más dorado que se le da en el proceso de elaboración. Mientras el tinto es suave porque es un vino joven y depende de la cepa de uva.
La producción en los últimos tres años se guarda cuidadosamente en el depósito, ubicado debajo de la bodega, un subterráneo hecho de piedra que conserva la temperatura ideal para mantener el vino, al que se accede por unas gradas de piedra. Allí, se pueden apreciar dos filas de las damajuanas de las reservas especiales de vino tinto cabernet sauvignon y blancos, bien ordenadas por año y variedad.
Museo Franciscano Miguel Mari
Los padres franciscanos llegaron a Tarija en 1606 y legaron a los habitantes de esta región no solo el cultivo de la vid y la tradición de hacer vino, también realizaron estudios sobre arqueología, historia y trajeron con ellos una amplia gama de publicaciones sobre literatura, filosofía, derecho, teología y pintura de la época, que complementaba su quehacer religioso.
La visita guiada del Museo Fray Francisco Miguel Mari comprende la sala de arqueología, la sección de enseres de trabajo, muebles, medallones, estatuaria y ornamentos litúrgicos, la pinacoteca colonial con más de 70 cuadros en exposición, la pinacoteca de arte religioso moderno, la biblioteca antigua, y luego se da paso por los largos pasillos a la bodega.
El recorrido para todo el Museo tiene un costo de 50 bolivianos por persona y contempla un lapso de 1 hora 15 minutos; mientras sólo la bodega es de 40 bolivianos que incluye la degustación de vinos. Los ingresos que se recaudan son destinados al mantenimiento del edificio. Para contactarse con el guía, en la puerta del Museo se tiene el número del celular: 76197811 para caso de reserva o directamente los interesados tocan el timbre para reservar la visita.
Según el registro del Museo, las visitas alcanzan a 1.500 por año, entre turistas, estudiantes de colegios y universidades.
LA HERENCIA FRANCISCANA MARCÓ LA HISTORIA DE TARIJA
EXPOSICION
La entrada al denominado “Circuito artístico-cultural” del Centro Eclesial de Documentación inicia con una exposición arqueológica del Padre Anselmo Andreotti. Un ambiente ubicado en la planta baja donde se muestra en siete vitrinas los restos arqueológicos que datan desde el año 300 a 400 A.C, pasando por el periodo Tiwanaku expansivo (900-1200), la cultura Mojocoya, Omereque, Yampara y cerámica arawak, lapaya-inca, ciaco, yura, uruquilla y tomatas.
PINACOTECA COLONIAL
En la Sección Tercera del Museo se ubica la Pinacoteca Colonial con tres salas, que se extienden a partir de la antigua enfermería conventual, construida por Fray Francisco Miguel Marí en el año 1783. Ahora es el lugar que cobija decenas de pinturas de las escuelas manieristas, flamenca y popular, además de la influencia de la escuela de Collao, La Paz, el Cuzco y Potosí. Este ambiente se complementa con una pinacoteca de arte religioso moderno.
BIBLIOTECAS
Una biblioteca de más de 15.000 volúmenes de gran valor histórico es catalogada como la más importante de Sudamérica, después de la biblioteca de Cuzco. En este ambiente hay textos sobre teología, derecho, filosofía, literatura y del colegio de propaganda Fide en 1900. Se complementa con un archivo de siete mil documentos, entre ellos la fundación del Convento en 1606 y presencia en la región sur de Bolivia.
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El recorrido por la bodega es parte de un prueba piloto de visitas guiadas que la Administración del Centro Eclesial de Documentación (CED) implementó desde de junio todos los jueves y viernes por la tarde. El objetivo es que los visitantes conozcan la historia del proceso de hacer vino en Tarija. Inicialmente este recorrido se podrá efectuar solo después de la vendimia, es decir entre junio y enero, para no contaminar el proceso de elaboración y preservar los cuidados que requiere el vino.
La bodega de piedra que conservan los franciscanos, se estima que fue construida en 1900. Allí hay dos lagares con sus respectivos canales, además de grifos de hierro cuidadosamente organizados en un cuadro pegado en la pared que se observa al ingreso del ambiente. Ahí más de medio centenar de damajuanas de vidrio cubiertas en cajas de madera rústica y gastadas por el tiempo, junto a algunas barricas de madera de diferentes tamaños que adornan el lugar y otros enseres, son el testimonio de la herencia de los frailes en la tarea de hacer vino.
Diego Oliva, administrador del CED, da cuenta que la elaboración de vino en la bodega franciscana pasa por tres etapas. La primera se refiere a la selección de la uva y el molido en dos máquinas de hierro que fueron instaladas en el lugar; luego se hace la fermentación en dos tinacos de plástico, lo que dura casi un mes. El segundo paso corresponde a trasladar el jugo de la uva a otros tanques más pequeños, donde se sellan para su fermentación sin aire y se conserva el vino por un tiempo. El tercer y último paso se complementa con el colocado del vino en las damajuanas y se hace el proceso de trasvasije cada dos a tres meses para el purificado del vino y para sacar las impurezas. Finalmente, se embotella para el uso del convento. Todo el proceso se realiza entre febrero a mayo.
“Para pisar la uva antes los frailes contrataban a gente o a los mismos monaguillos que trabajan en el Convento. Pero en la actualidad por tratarse de un proceso largo y caro se muele la uva”, comenta Oliva, al indicar que antes los padres franciscanos producían vino para muchos lugares porque era un Convento grande del cual dependían las misiones franciscanas que estaban repartidas en el Chaco de Santa Cruz y el norte argentino. Además se colaboraba con otros conventos del territorio nacional.
Afirma que la bodega se cerró el año 2006, pero desde el 2016 para recuperar la tradición franciscana se retomó a la labor de hacer vino, es así que se trató de recuperar el mismo proceso que aplicaban los últimos franciscanos que vivían en el Convento, españoles e italianos. “Se ha contratado a un joven que trabajaba con ellos desde niño pisando la uva y ayudaba a hacer el vino, ahora él guía en el proceso de elaboración”, sostiene.
Aunque no fue una tarea fácil la de retomar la elaboración de vino que lleva el nombre de “Convento San Francisco-Tradición Misional”, se usan tres variedades de uva: la cabernet sauvignon, merlot y Moscatel de Alejandría en la variedad blanca.
Si bien, la bodega franciscana tiene capacidad para almacenar más de diez mil litros, actualmente la producción promedio es de dos a tres mil litros como máximo, porque el objetivo es recuperar la tradición y mostrar a los visitantes el proceso que aplicaban los frailes para hacer vino.
De la producción actual más del 50 por ciento se usa en el Convento y similar porcentaje se prevé destinar para la muestra y degustación de las personas que visitan el lugar. “Por una lado abastecemos al Convento de vino y por otro queremos mostrar a la gente la historia del vino en Tarija. No es un producto pensado para el mercado”, aclara Oliva.
“Convento San Francisco”, la etiqueta
La etiqueta “Convento San Francisco-Tradición Misional”, es un vino de altura preparado de forma artesanal, previa selección de las mejores uvas que se cosechan en el valle central de Tarija. “Se ha tratado de volver a la tradición de los frailes, respetando el proceso lo más apegado a esa tradición y utilizando la mejor calidad de productos”, revela Oliva, mientras muestra los ambientes fríos con el olor a vino impregnado en las paredes y los utensilios que se usaron para la preparación del licor.
“Buscamos la mejor uva que podemos comprar porque son pequeñas cantidades y sale un vino bastante suave, muy agradable al paladar”, detalla el Administrador del CED. Aunque este año 2019, solo se elaboró 10 damajuanas de vino blanco, porque no se pudo acceder a otra variedad de uva que se compra de los productores locales.
El vino blanco es un poco más dulce, se usa para las celebraciones eucarísticas y se caracteriza por tener un color más dorado que se le da en el proceso de elaboración. Mientras el tinto es suave porque es un vino joven y depende de la cepa de uva.
La producción en los últimos tres años se guarda cuidadosamente en el depósito, ubicado debajo de la bodega, un subterráneo hecho de piedra que conserva la temperatura ideal para mantener el vino, al que se accede por unas gradas de piedra. Allí, se pueden apreciar dos filas de las damajuanas de las reservas especiales de vino tinto cabernet sauvignon y blancos, bien ordenadas por año y variedad.
Museo Franciscano Miguel Mari
Los padres franciscanos llegaron a Tarija en 1606 y legaron a los habitantes de esta región no solo el cultivo de la vid y la tradición de hacer vino, también realizaron estudios sobre arqueología, historia y trajeron con ellos una amplia gama de publicaciones sobre literatura, filosofía, derecho, teología y pintura de la época, que complementaba su quehacer religioso.
La visita guiada del Museo Fray Francisco Miguel Mari comprende la sala de arqueología, la sección de enseres de trabajo, muebles, medallones, estatuaria y ornamentos litúrgicos, la pinacoteca colonial con más de 70 cuadros en exposición, la pinacoteca de arte religioso moderno, la biblioteca antigua, y luego se da paso por los largos pasillos a la bodega.
El recorrido para todo el Museo tiene un costo de 50 bolivianos por persona y contempla un lapso de 1 hora 15 minutos; mientras sólo la bodega es de 40 bolivianos que incluye la degustación de vinos. Los ingresos que se recaudan son destinados al mantenimiento del edificio. Para contactarse con el guía, en la puerta del Museo se tiene el número del celular: 76197811 para caso de reserva o directamente los interesados tocan el timbre para reservar la visita.
Según el registro del Museo, las visitas alcanzan a 1.500 por año, entre turistas, estudiantes de colegios y universidades.
LA HERENCIA FRANCISCANA MARCÓ LA HISTORIA DE TARIJA
EXPOSICION
La entrada al denominado “Circuito artístico-cultural” del Centro Eclesial de Documentación inicia con una exposición arqueológica del Padre Anselmo Andreotti. Un ambiente ubicado en la planta baja donde se muestra en siete vitrinas los restos arqueológicos que datan desde el año 300 a 400 A.C, pasando por el periodo Tiwanaku expansivo (900-1200), la cultura Mojocoya, Omereque, Yampara y cerámica arawak, lapaya-inca, ciaco, yura, uruquilla y tomatas.
PINACOTECA COLONIAL
En la Sección Tercera del Museo se ubica la Pinacoteca Colonial con tres salas, que se extienden a partir de la antigua enfermería conventual, construida por Fray Francisco Miguel Marí en el año 1783. Ahora es el lugar que cobija decenas de pinturas de las escuelas manieristas, flamenca y popular, además de la influencia de la escuela de Collao, La Paz, el Cuzco y Potosí. Este ambiente se complementa con una pinacoteca de arte religioso moderno.
BIBLIOTECAS
Una biblioteca de más de 15.000 volúmenes de gran valor histórico es catalogada como la más importante de Sudamérica, después de la biblioteca de Cuzco. En este ambiente hay textos sobre teología, derecho, filosofía, literatura y del colegio de propaganda Fide en 1900. Se complementa con un archivo de siete mil documentos, entre ellos la fundación del Convento en 1606 y presencia en la región sur de Bolivia.
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