Los peligros del autoritarismo

Las últimas semanas han sido alarmantes en lo que respecta a la vida política del país. Por una parte resulta realmente preocupante —e incluso angustioso— el conflicto con ADEPCOCA (de los Yungas); y por otra parte resulta todavía más preocupante —aunque no necesariamente angustioso—...

EDITORIAL
EDITORIAL
Las últimas semanas han sido alarmantes en lo que respecta a la vida política del país. Por una parte resulta realmente preocupante —e incluso angustioso— el conflicto con ADEPCOCA (de los Yungas); y por otra parte resulta todavía más preocupante —aunque no necesariamente angustioso— el tema de la nueva Ley de Organizaciones Políticas. Y en ambos casos el factor que se va proyectando con creciente intensidad es el autoritarismo gubernamental.

El problema de los productores de coca de La Asunta debiera ser objeto de negociación, de serena aplicación de normas vigentes, y no objeto de represión ni de descalificación de una organización como ADEPCOCA (que además es suficientemente fuerte y no se deja amedrentar así nomás). Pero, en contraste con lo que se practicaba en el primer gobierno de Evo —y esto le consta al actual ministro de la Presidencia—, y que era la preocupación por el diálogo y la negociación antes de entrar en confrontación directa, ahora predomina la tendencia a la confrontación, a la descalificación del adversario, e incluso la amenaza de los productores de coca del Chapare de desplazarse a La Paz (¿para enfrentarse violentamente con sus pares de los Yungas?).

Y el tema de la nueva ley de partidos muestra nuevamente el más absoluto desprecio del diálogo, ni siquiera con los partidos existentes, que son los más directamente afectados por esa ley, específicamente por las famosas elecciones primarias (¿copia de los Estados Unidos?, cuesta creerlo). Pero además, en este caso, incluyendo el desprecio por la opinión del Tribunal Electoral que es uno de los cuatro poderes del Estado. Y el elector de a pie se pregunta: ¿Por qué ese apuro por aplicar la nueva ley desde enero del 2019, cuando el TSE advierte que su viabilidad es limitada? ¿Qué pasa, que nuestro sistema electoral no funciona? ¿No ha sido acaso ese sistema, sin primarias ni otros ingredientes copiados de afuera, el que ha llevado a Evo a ganar limpiamente tres elecciones? ¿De dónde viene la preocupación?
Al respecto son numerosas y coincidentes las opiniones de que el problema que se trata de resolver es el del 21F. A estas alturas está claro que el invento del Pacto de San José no ha convencido a nadie, y que la decisión del Tribunal Constitucional no tiene ningún valor (ese Tribunal tiene autoridad para defender la Constitución, no para modificarla). Sin embargo este empecinamiento ha promovido la conformación de las famosas plataformas ciudadanas (que no son partidos ni dependen de ellos). Y ahora, para hacer a un lado a dichas plataformas, viene el invento de las primarias anticipadas que son sólo para partidos ya constituidos (y que sabemos que no sirven). ¿Realmente se está buscando garantizar en las próximas elecciones el triunfo del MAS a como dé lugar, aunque sea con una candidatura in-constitucional?

Y además aparece nuevamente la convocatoria al enfrentamiento cuando se anuncia contramarchas masistas para poner en su lugar a las plataformas. ¿Alguien puede creer en las ventajas del autoritarismo? ¿No vemos el resultado del autoritarismo en Nicaragua y Venezuela?

A esto se añade la ligereza con que se expresan algunos representantes del gobierno, como el senador del MAS que afirma por TV que La Asunta está en Alto Beni, por tanto en el departamento el Beni donde nunca fue legal la producción de coca (qué bárbaro); o de nuestro propio Presidente cuando arremete contra el Opus Dei (con razón) sin preguntarse primero por la presencia de dicha indeseable institución en su propio gabinete…

Pero volvamos a lo fundamental. Compañero Evo: la división de poderes es parte fundamental de la democracia, y como tal está definida en nuestra Constitución vigente. Ignorar la Constitución, vulnerarla, practicar el autoritarismo (descalificando a los adversarios) es algo que sólo puede llevar a una creciente crisis política (de la que actualmente todavía estamos a salvo y que nos puede llevar a situaciones como las de Argentina, Brasil, Nicaragua y Venezuela). Por favor, estamos a tiempo de serenarnos y de volver a los buenos tiempos del diálogo y la negociación. Ajina kachun!

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