La mano de los subgobernadores
De entre toda la fauna política tarijeña, que es cantidad, los subgobernadores son los únicos en verdadero peligro de extinción. El Tribunal Constitucional determinó que no pueden seguir siendo electos y que deben cumplir una función más de gestión en el territorio que de poder político,...
De entre toda la fauna política tarijeña, que es cantidad, los subgobernadores son los únicos en verdadero peligro de extinción. El Tribunal Constitucional determinó que no pueden seguir siendo electos y que deben cumplir una función más de gestión en el territorio que de poder político, una función que ha contribuido como ninguna otra al derroche del dinero público. En cualquier caso, la determinación ha pillado en sus puestos a verdaderos animales políticos que bajo amenaza se han convertido en impredecibles.
Esta semana han desfilado seis por el hemiciclo de la Asamblea Legislativa Departamental para rendir informe de sus gestiones. Una buena práctica adoptada en 2018, por imposición de la entonces presidenta Sara Armella, y que en los ocho años anteriores nadie había considerado necesario. Al fin y al cabo, los subgobernadores se volvieron tan poderosos merced a los generosos proyectos licitados que los llamados a fiscalizar se convirtieron más bien en sus relaciones públicas en la capital.
Inicialmente fueron 11 los ejecutivos seccionales electos; una vez puesto el Estatuto en vigor, el Gobernador optó por lo sencillo, que era nombrar a los mismos que fueron electos, ahorrándose una revolución. Después se puso en vigencia el Estatuto del Chaco, y una ley nacional con la que se justificó la transición convirtió a los tres subgobernadores del Chaco nuevamente en Ejecutivos Seccionales de Desarrollo, siendo el de Yacuiba – José Quecaña – posesionado como Máxima Autoridad Ejecutiva.
Los otros ocho son por lo general ejecutivos altamente políticos, con carreras de todo tipo y que difícilmente se aparatarán de la primera línea de la política en la próxima elección. Ya sin la prohibición de la limitación de mandatos, si logran que la Asamblea fuerce el Estatuto y las sentencias del Tribunal Constitucional - mandando un mensaje equívoco por ejemplo al que defiende Evo Morales para buscar su reelección: una sentencias se cumplen y otras no -, muchos optarán por continuar plácidamente en su rincón de poder. Otros, sin embargo, optarán por dar la batalla en otros espacios. Este es el uno por uno.
Johnny Torres, con aspiraciones
El subgobernador de Cercado pasó por el hemiciclo el martes con un perfil mucho más bajo del que se esperaba de él, acostumbrado al discurso político filoso e incisivo. Esta vez habló de gestión y no se lamentó demasiado. En su primera experiencia como ejecutivo, las cosas no le están saliendo tan bien como esperaba, pero tampoco mal. Problemas con la canasta y obras abiertas sin regularidad en el pago.
Torres es esencialmente un abogado, ágil en el análisis, generoso en la interpretación, sin mucha preocupación por el largo plazo, ni por cambiar de opinión. Ha hecho carrera como diputado y como asambleísta, dejando un reguero de enemigos a su paso, pero también un equipo de muy leales y un perfil aceptado en las encuestas tarijeñas.
Torres fue el político que mejor votación ha sacado nunca en Cercado; más del 70 por ciento de la votación como candidato a subgobernador de Cercado, un cargo que no dice nada. Torres puede ser alcalde, pero antes deberá desplegar toda su habilidad para despejarse el camino de sus amigos.
Ariel Ortega, el llano
Ariel Ortega es un hombre del pueblo, de El Valle, al que le gusta pasear por el mercado y jugar fútbol. Muy Evo. Tal vez por eso no tuvo problemas para pasarse al oficialismo luego de haber sido electo bajo las siglas de Camino al Cambio en 2010. Un salto que dio de la mano del alcalde Álvaro Ruíz, con quien antes compartía jurisdicción y ahora más bien la compite.
Ortega es un hombre más o menos tímido y de perfil bajo, pero con vocación de servicio, por eso o por quien sabe qué otras cosas, gusta de estar en la segunda primera línea. Los más duros del MAS lo cuestionan ahora por haber dado otra vuelta de tuerca y haberse acercado a Oliva, una decisión mitad táctica mitad racional, pues no les han quedado muchas alternativas a los subgobernadores para tratar de acabar sus obras inconclusas ante la escasa receptividad de Evo Morales por estas figuras sueltas de la Constitución.
En su paso por la Asamblea, Ortega no sorprendió a nadie, pero pisa fuerte. Si Ruíz no busca cotas más altas, probablemente tenga dificultades para revalidar su cargo en el Gobierno Municipal.
Never Vega, el sempiterno
El único que pisó más o menos fuerte en su paso por el legislativo fue el subgobernador de Bermejo Never Vega, un político de larga data que ha sido concejal, alcalde, diputado, dos veces subgobernador y aún parece tener ganas de seguir en la primera línea.
Los que lo conocen en Bermejo aseguran que Vega es un conseguidor, que no duda en poner todas sus armas a disposición para lograr una solución o un triunfo o un proyecto o lo que sea y con quien sea, hasta su consultorio médico si es preciso, pues es conocido que atiende gratis si así lo considera.
Vega está apocapado por los muchos proyectos que tenía y lo mal que le han salido; peor desde que ha visto como se esfuman los sueños de modificar la Ley del 45% y por mucho que amague con la Región Autónoma del Sur y la mezcle con el Chaco. Vega, que estuvo con Tuto, con Cossío, con Evo y con quien hizo falta, probablemente quiera seguir arriba aunque solo sea para que no le molesten demasiado. Si desaparecen las subgobernaciones, con probabilidad Vega gane el pulso por el ser el candidato a la Alcaldía mientras Delfor Burgos se vea obligado a buscar otros aires.
René Valdez, el suave
Si hay un político que cuida las formas, ese es René Valdez, el subgobernador de San Lorenzo, heredero del mito fundacional, apegado a los patrones culturales y no tanto a la dimensión campesina, ha sabido manejar con acierto sus relaciones para convertir un municipio que era una caldera luego del régimen anarcocampesino que trató de implementar el exlacalde Juan Carlos Gutiérrez, que logró aplacar la rebelión pero no la pérdida del buen nombre como destino turístico.
Valdez fue el último leal a Mario Cossío en las cenizas de una bancada que se incendió ni bien tomó el líder el auto hacia el Paraguay. En esas, no tuvo problemas para encontrar espacio en Unidad Departamental Autonomista, donde se ha mantenido sin estridencias al lado del Gobernador. Valdez ha hecho una gestión sencilla, sin estruendos, sin quejas. Ha administrado los fondos y ha logrado impactos mediáticos precisos con las carreteras, los puentes y alguna que otra promesa sobre las represas y proyectos de riego.
El MAS sigue roto entre campesinos y los nuevos aliados “evistas” que piden la sigla para candidatear nomás. En esa coyuntura, Valdez puede acabar encontrando el espacio suficiente para ser alcalde.
El eterno Eleodoro Jurado
Jurado es el último superviviente de una generación política que ha hecho política con casi todos los que se acercaban hasta el área rural, que eran pocos, y a la que también pertenece Lino Condori y el extinto Rufino Choque. Una generación acostumbrada a la estrecheces y al diálogo y que no dudó en abrazar el proceso de cambio cuando llegó hasta su municipio, al que ingresaron con fuerza y con todas las mañas adquiridas.
Jurado ha sido de todo en el municipio, aunque su era dorada la ha vivido, evidentemente, con Lino Condori con quien comparte su origen en Yunchará. Sumó proyectos de administración directa, logró viejos anhelos como el asfaltado de las rutas de Iscayachi – Copacabana – Yunchará, pero sobre todo, se convirtió en un enorme benefactor para garantizar el ingreso en la Gobernación a docenas de desempleados que buscaban una oportunidad.
Jurado tal vez no se presente en las próximas elecciones; pero siempre estará.
Bartolomé López, la promesa
El subgobernador de El Puente era la estrella emergente del MAS Tarija en la anterior legislatura. Despuntó como asambleísta por su consecuencia con el proceso y por su compromiso sindical, una de las señas de identidad de aquel municipio. Fue por eso que al final de la misma se estrelló con la ola pragmática del MAS de Evo, que acabó fichando invitados por doquier para todos sus cargos y poniendo caras raras a aquellos que criticaban esa estrategia, como en este caso el propio López.
Con todo, logró ser nominado para subgobernador de El Puente y que se respetara esa decisión. Pero la vendetta estuvo de vuelta. López buscó el diálogo con Oliva para destrabar los proyectos parados e incluso se alineó junto a Jurado y López para hacer frente al bloque de Walter Ferrufino y aquellos que buscaban una posición confrontacional, pese a que Morales no daba concesiones. Desde entonces y a diferencia de lo que pasó con el resto del bloque, se le acusa de colaboracionista.
López es disciplinado y aceptará la decisión de sindicato y la subcentral, pero tampoco tiene pensado rendirse por adelantado.
William Guerrero, el elegido
William Guerrero ha hecho una carrera meteórica; tanto que sus correligionarios lo miran con perspicacia. En 2015 llegó a la Asamblea Departamental y se hizo Presidente. Tres años después se nombra Subgobernador de Padcaya para suplir al extinto Rufino Choque armando el entramado legal y aún luego de que se filtrara un audio en el que detallaba exactamente como se iba a dar el “reparto de la torta” en esa subgobernación, a la que accedió custodiado por la Policía ante el rechazo popular.
Por el camino, además, ha hecho grandes inversiones en su bodega Casa Grande, ampliando su poder agroeconómico de siempre.
Guerrero presume de ser amigo de Evo Morales; uno de los que le habla y lo visita y por ende, se siente poderoso. El martes cuando llegue a la Asamblea no tendrá mucho que decir sobre la gestión y sí tendrá que explicar algunos agujeros del presupuesto manejado por su compañero fallecido. Sus capacidades políticas nunca han sido alabadas ni exhibidas públicamente a pesar de lo que ha conseguido sin carisma ni locuacidad. Está claro que su preferencia es por lo ejecutivo, así que no se descarta verlo pugnar por alguno de los cargos en su municipio en 2020.
Walter Ferrufino, el ángel caído
El último en dar su informe será Walter Ferrufino, el number one, el jefe de la Asociación y el más crítico con Oliva, si bien es a su vez el que más recursos ha recibido para tratar de paliar la catástrofe que generó junto a su padrino/aliado/cómplice Lino Condori, con quien ideó decenas de obras faraónicas que quedaron inconclusas ni bien cayó el barril de petróleo.
En cualquier caso, Ferrufino hoy no es ni de lejos el que era en 2016 y ni que decir en 2014, cuando tenía todas las papeletas para ser el candidato a Gobernador y cuyo nombre apareció destacadito en lo más alto de la pizarra donde la Codelcam anotó los nombres de la terna a presentar a Morales.
Ninguno fue ungido a los altares, tampoco Ferrufino, y eso derivó en una caída en picado de su popularidad entre la base del MAS que lo reconocía como un campesino, medio chaqueño, pintudo y con plantazo que tenía opciones de reivindicar al MAS. Peor mella hizo en su propia autoestima. Ferrufino empezó a replegarse sobre sí mismo, a comerse las uñas, a cruzar enojado a la carrera la plaza Luis de Fuentes y a centrar sus amistades solo en sus intereses inmediatos. Su último suicidio fue azuzar el 45% aún en la cara del Presidente Evo Morales luego de que este lo vetara. Desde entonces, Ferrufino no es el mismo y difícilmente podrá volver a serlo en 2020.
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