La frágil salud boliviana

Tener un hijo o una hija es el tesoro más preciado que Dios nos ha regalado y la dicha se agranda cuando los vemos crecer a diario, sanos y felices. Más aún todo padre está bajo la sombra del miedo de alguna enfermedad que pueda darles. En Bolivia la atención pediátrica es deficiente, hay...

OPINIÓN
OPINIÓN
Tener un hijo o una hija es el tesoro más preciado que Dios nos ha regalado y la dicha se agranda cuando los vemos crecer a diario, sanos y felices. Más aún todo padre está bajo la sombra del miedo de alguna enfermedad que pueda darles. En Bolivia la atención pediátrica es deficiente, hay carencia de especialistas y ni qué decir de equipos e instalaciones médicas.
Nadie está preparado para recibir un diagnóstico médico que cambiaría su vida. Mucho menos para viajar kilómetros de distancia o empeñar lo único que posee para someterse a un tratamiento que pueda salvarlo.

En el área rural hay una elevada tasa de mortalidad entre los menores que padecen cáncer, un 70%, según estimaciones del Instituto Boliviano Contra el Cáncer Infantil fallece, el porcentaje es cinco veces mayor respecto a las naciones desarrolladas y algunos de los países vecinos.

Otra preocupación son los enfermos renales, los cuales a su corta edad deben someterse día por medio, todas las semanas, a las diálisis que duran entre tres a cuatro horas. Pero hay enfermedades, igual o más graves que éstas, aunque resulte increíble.

Entre éstas se encuentra la hidrocefalia, la fibrosis quística, la displasia esquelética y muchas otras. Pero ¿qué hacen los tarijeños y en si todos los bolivianos cuando sus hijos contraen estas enfermedades?

Una de las respuestas está en el vecino país de Buenos Aires que tiene uno de los mejores hospitales pediátricos, El Hospital de Pediatría “Prof. Dr. Juan Pedro Garrahan”. Un hospital público argentino, especializado en salud infantil de alta complejidad. Se trata un emblema del sistema de salud público de Argentina, que se mantiene gratuito y universal pese a todas las crisis que ha sufrido el país.

Según datos del Ministerio de Salud de Argentina, durante el año 2013, 3.070 niños y adolescentes bolivianos fueron internados y atendidos en ese hospital. De esa cifra, 2.544 recibieron atención ambulatoria y 526 fueron internados o atendidos en la modalidad hospital de día.

Viendo el gran número de pacientes bolivianos ese mismo año Bolivia agradeció la atención a Argentina. Fue entonces cuando las embajadas de ambos países acordaron trabajar un convenio que consistía en dos puntos fundamentales: la aplicación del programa de referencia y contrarreferencia del Garrahan en Bolivia, y la capacitación de recursos humanos.

En ese sentido se establecería una oficina de comunicación a larga distancia en Bolivia a través de la cual médicos del Garrahan puedan resolver casos por medio de Internet, teléfono, fax y videoconferencias.

Pero nada de esto fue cumplido o al menos no para todos, pues en Tarija vemos a diario a padres consiguiendo dinero para trasladar a sus hijos hasta Buenos Aires. Ésta es la historia de todos los días, pero ¿qué pasa con Bolivia?, ¿Por qué no podemos contar con un hospital de similares características?
Lo cierto es que la Salud Pública en Bolivia se debate entre la baja inversión y la deficiente formación.

El informe, denominado “Mapa de Riesgos para la Salud 2015”, toma en cuenta la calidad de la atención médica, el acceso a los medicamentos, la prevalencia de enfermedades infecciosas, la existencia de males endémicos y sus formas de contagio. También se consideran aspectos como las barreras culturales y administrativas e incluso el idioma al que se enfrentan los pacientes. Nuestro país se encuentra en el penúltimo nivel de países de riesgo alto, junto con Venezuela, Honduras, Nicaragua, Egipto, entre otros.

Las conclusiones de SOS no son una casualidad tomando en cuenta la inversión que realiza el Estado en el área de salud, considerada una de las responsabilidades más importantes del sector público. De acuerdo a la medición realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) el gasto en salud per cápita de Bolivia es de 149 dólares anuales, cifra que está muy por debajo del promedio de América Latina y el Caribe (540 dólares) y solo supera a lo que invierten Nicaragua y Haití, con 53 dólares por persona anualmente.

Pero el problema no es sólo la plata sino la mala inversión. Cada año se inauguran hospitales sin profesionales capacitados ni suficientes equipos médicos, por lo que sólo sirven para la propaganda política y no para curar los males que aquejan a los bolivianos. Muchas enfermedades pueden ser prevenidas y muchos enfermos graves pueden ser salvados si tan sólo existiría tino para invertir en salud.

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