¿Exportador o importador de alimentos? Bolivia y el dilema de la soya
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), clasifica a Bolivia como un país exportador neto de alimentos, ya que el valor de sus exportaciones alimentarias es mayor que el de las importaciones del mismo rubro. Sin embargo, el dato no revela que sin la...
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), clasifica a Bolivia como un país exportador neto de alimentos, ya que el valor de sus exportaciones alimentarias es mayor que el de las importaciones del mismo rubro. Sin embargo, el dato no revela que sin la torta de soya no sería así.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) más recientes disponibles en su sitio web acerca de la importación y exportación de alimentos son para el año 2016. Ahí se refleja que para ese año, del valor de las exportaciones de alimentos varios (que incluyen carne, lácteos, cereales, frutas, legumbres, azúcares, etc.) sumaba un total de 1.029.308 millones de dólares.
En tanto que el valor de las importaciones de alimentos para ese mismo año alcanzó un total de 625.434 millones de dólares. En este sentido, se tendría un saldo positivo de 403.874 millones de dólares, lo que formalmente convierte a Bolivia en un “exportador neto” de alimentos.
Pero cuando se revisa a lista agregada de productos exportados, resalta que la “Torta de soya, torta de girasol y cereales”, que fundamentalmente registra el valor de la torta de soya, suma 565.218 millones de dólares, lo que equivale a más de la mitad del valor de las exportaciones alimenticias de Bolivia ese año 2016.
El dato no es menor, ya que pone en entredicho la cualidad de “exportador neto de alimentos” de Bolivia, pues la torta de soya no es un alimento para consumo humano sino para animales. Por tanto, el investigador de Fundación Milenio, Gonzalo Flores, advirtió que debería ser considerada como un forraje y excluirse de las estadísticas de alimentos.
La soya como “elemento decisivo”
La Fundación Milenio publicó el año 2017 un informe elaborado por Flores donde se muestra que, desde el año 2000, “Bolivia exporta más alimentos de los que importa”. Entre los años 2000 y 2016, Bolivia exportó “un promedio de 855 millones de dólares anuales en alimentos y ha tenido un saldo positivo anual promedio de 456 millones”.
Sin embargo, si se excluye la torta de soya de esa contabilización, el promedio anual de exportaciones “se reduce a 508 millones y el saldo anual a sólo 109 millones”.
[caption id="attachment_504166" align="alignnone" width="523"] En los últimos años la soya representa más de la mitad de las exportaciones alimentarias. Fuente: Gonzalo Flores, Fundación Milenio, 2017.[/caption]
Asimismo, Flores advierte que la diferencia entre exportaciones e importaciones es cada vez menor: “mientras las exportaciones tienden a caer, las importaciones tienden a subir, lo cual podría poner al país en posición de importador neto de alimentos en muy poco tiempo”.
De hecho, si se excluye la torta de soya de las estadísticas de alimentos, en los últimos años ya se habría pasado a ser importador neto de alimentos.
El “elemento decisivo” en manos transnacionales
Si bien el agronegocio soyero en Bolivia aglutina casi una veintena de empresas dedicadas al acopio, procesamiento y comercialización de la soya y sus derivados, en los hechos son solo 4 transnacionales las que controlan efectivamente el sector. Así lo mostró un estudio del año 2016 elaborado y publicado por la Fundación TIERRA.
Las cuatro empresas transnacionales que controlan el agronegocio soyero son: ADM-SAO, Cargill, Industrias de Aceite FINO y Gravetal.
El estudio de Fundación TIERRA muestra también el carácter transnacional de estas empresas. La ADM-SAO es una empresa subsidiaria de la gigante transnacional Archer Daniels Midland (ADM) con base en Chicago, Estados Unidos.
“En Sudamérica, ADM trabaja principalmente con el cultivo de la soya en el Brasil, aunque también tiene un rol importante en Argentina y Paraguay. En 1997 inició la compra de las acciones pertenecientes a la compañía Sociedad Aceitera Boliviana (SAO). Se estima que en la actualidad cerca del 90% del paquete accionario de ADM-SAO está en manos de la multinacional estadounidense y depende de ADM-Brasil”, explica el informe.
Cargill es actualmente la comercializadora de granos más grande del mundo. Esta es una compañía privada de origen estadounidense que tiene presencia en más de 60 países empleando cerca de 142.000 personas.
Según la investigación de Fundación TIERRA, a nivel sudamericano Cargill tiene presencia en el agronegocio soyero de Argentina y Brasil principalmente. “La incursión de Cargill en el agronegocio soyero boliviano empezó en 1996 y para finales de los años noventa realizó una importante inversión en la infraestructura portuaria en la localidad de Puerto Aguirre (Santa Cruz)”.
Las Industrias de Aceite FINO es una empresa originalmente establecida en Santa Cruz en 1954. El año 2003 la empresa pasó a manos del llamado Grupo Romero, basado en la república del Perú.
“Este grupo inversor opera en varios países de la región y en Bolivia actualmente posee el 74% de las acciones de FINO a través de su empresa Urigeler Internacional S.A. El negocio principal de Industrias de Aceite FINO es la molienda de granos oleaginosos debido a su importante infraestructura de molienda tanto en Santa Cruz como en Cochabamba”, detalla TIERRA.
Finalmente, el estudio muestra que Gravetal se estableció en 1993 con capitales colombianos. En 2008, el 99% de sus acciones pasaron a manos de la Sociedad de Inversiones de Capital Inversoja. Según TIERRA, Inversoja es una filial de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). “Desde sus inicios, Gravetal se interesó en desarrollar una industria oleaginosa que aproveche las condiciones de exportación vía Puerto Quijarro, en el sureste del departamento de Santa Cruz frontera con el Brasil”.
Por otra parte, la Fundación TIERRA revela que FINO, ADM-SAO y Gravetal actualmente controlan el 25, 21, y 21% respectivamente de la capacidad de molienda instalada, lo que significa que el 67% de la soya procesada se encuentra bajo control de estas 3 empresas.
En tanto que Gravetal controla el 31% de la exportación de soya sus derivados. Fino controla el 22%, ADM-SAO el 13% y Cargill el 11%. En síntesis, el 77% de las exportaciones de soya y derivados era controlado por estas 4 empresas.
[caption id="attachment_504167" align="aligncenter" width="401"] Participación de empresas en la exportación de soya y derivados. Fuente: Fundación TIERRA, 2016.[/caption]
“Este control sobre la capacidad de molienda y de las exportaciones de los productos en base a soya, ha derivado en una efectiva captura del excedente productivo por parte de estas compañías. Según los rankings empresariales presentados por la revista Nueva Economía, el total de ingresos reportados en el año 2014 por estas cuatro empresas supera los 7.000 millones de bolivianos, un incremento de más del 60% respecto a sus ingresos del año 2005”, advierte la Fundación TIERRA.
Este año 2019, una investigación realizada por experto en desarrollo y sostenibilidad de la Universidad de Calgary en Canadá, Ben McKay, reveló que el control de estas transnacionales sobre el sector soyero habría subido al 85% de la cadena productiva y exportadora.
Esto provoca “que los productores pequeños y medianos entren en una relación de deuda y dependencia donde ven caer su economía y pierden el control de su tierra”.
Aumento de importación de alimentos
De acuerdo con datos del INE procesados por el Instituto Nacional de Estadística procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), en los últimos 10 años la importación de alimentos tradicionales se incrementó considerablemente.
En 2008, Bolivia compraba alimentos del exterior por 440 millones de dólares; en 2018 subió a 676,06 millones de dólares, lo que representa un crecimiento del 54%, según los datos presentados por el IBCE en julio pasado.
Según el economista José Gabriel Espinoza, se está aumentando la importación de papa, cebolla y otros productos alimenticios de la canasta básica.
“Es cierto que el Gobierno ha ampliado la frontera agrícola, pero esto no es para alimentos, es para los cultivos agroindustriales como soya, girasol, sorgo y maíz que son destinados para la exportación. Lo que sucede es que hay un fuerte apoyo a la industria agroalimenticia, pero hay un descuido en la producción de alimentos básicos”, explica.
En este sentido, Bolivia no es considerado un exportador neto de alimentos realmente porque le sobran alimentos de la canasta básica, sino porque lo que exporta son commodities agrícolas que en algunos casos ni siquiera se pueden considerar alimentos.
[caption id="attachment_504169" align="alignright" width="300"] Bolivia aumentó la importación de alimentos que podría incluso exportar[/caption]
¿Cómo son las exportaciones e importaciones?
Gonzalo Flores explica que es importante distinguir tres grandes grupos de las exportaciones alimentarias. Primero, las exportaciones principales, que significan más del 70% del total, y que están “asociadas al cluster de la soya, el girasol y el sorgo. Incluyen: granos, tortas y aceites de soya, girasol y sorgo, y sus derivados; representan la gran mayoría de las exportaciones, el 71%”.
En segundo lugar, están las exportaciones de un grupo “intermedio”, que representa un 20% de las exportaciones alimentarias. El experto considera que es un grupo “muy importante por sus potencialidades de crecimiento, que incluyen quinua y sus derivados, castaña, lácteos, huevos de ave, azúcar, alcohol1%, bananas, café”.
Finalmente están las exportaciones “de un grupo terciario, que no se debe despreciar, porque ya han abierto mercados y podrían expandir sus ventas: carnes, frijol, palmitos, piñas, vinos y otros alcoholes, chocolates y otros exportados ocasionalmente”.
Del otro lado, Flores llama la atención de que Bolivia importa una “gama amplia de alimentos, opuesta a la gama estrecha que Bolivia exporta”, y que además, se importan alimentos que se producen o producían en Bolivia, e “incluso se importa productos en los cuales el país tiene capacidad exportadora”.
Además, se ha incrementado la proporción de productos importados sin procesar (especialmente cereales sin procesar, frutas y verduras frescas). Cinco países (Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos y Perú) son los principales abastecedores de alimentos de Bolivia y representan el 85% de las importaciones, afirma.
FAO alerta sobre la dependencia
En un informe publicado por la FAO en octubre de este año, la institución alerta que “la dependencia de los productos básicos es importante porque aumenta la vulnerabilidad de los países ante las fluctuaciones de los precios mundiales” y ante desaceleraciones económicas.
Asimismo, considera que en los países dependientes de la importación de productos básicos, la proporción de alimentos y combustible importados en relación con el total de mercancías comercializadas es elevada, mientras que, en los países dependientes de la exportación de productos básicos, el grueso de los ingresos de las exportaciones se obtiene de los productos básicos primarios.
Bolivia parece estar con un pie en cada grupo: depende de exportaciones de productos primarios y también cada vez más de la importación de alimentos básicos. Expertos de distintas instituciones han advertido que la expansión del modelo agroindustrial no resolverá esta tendencia sino que la profundizará, con efectos dañinos también sobre el medio ambiente.
[caption id="attachment_504170" align="alignnone" width="357"] Tendencias: Dependencia alimentaria podría estar en aumento[/caption]
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) más recientes disponibles en su sitio web acerca de la importación y exportación de alimentos son para el año 2016. Ahí se refleja que para ese año, del valor de las exportaciones de alimentos varios (que incluyen carne, lácteos, cereales, frutas, legumbres, azúcares, etc.) sumaba un total de 1.029.308 millones de dólares.
En tanto que el valor de las importaciones de alimentos para ese mismo año alcanzó un total de 625.434 millones de dólares. En este sentido, se tendría un saldo positivo de 403.874 millones de dólares, lo que formalmente convierte a Bolivia en un “exportador neto” de alimentos.
Pero cuando se revisa a lista agregada de productos exportados, resalta que la “Torta de soya, torta de girasol y cereales”, que fundamentalmente registra el valor de la torta de soya, suma 565.218 millones de dólares, lo que equivale a más de la mitad del valor de las exportaciones alimenticias de Bolivia ese año 2016.
El dato no es menor, ya que pone en entredicho la cualidad de “exportador neto de alimentos” de Bolivia, pues la torta de soya no es un alimento para consumo humano sino para animales. Por tanto, el investigador de Fundación Milenio, Gonzalo Flores, advirtió que debería ser considerada como un forraje y excluirse de las estadísticas de alimentos.
La soya como “elemento decisivo”
La Fundación Milenio publicó el año 2017 un informe elaborado por Flores donde se muestra que, desde el año 2000, “Bolivia exporta más alimentos de los que importa”. Entre los años 2000 y 2016, Bolivia exportó “un promedio de 855 millones de dólares anuales en alimentos y ha tenido un saldo positivo anual promedio de 456 millones”.
Sin embargo, si se excluye la torta de soya de esa contabilización, el promedio anual de exportaciones “se reduce a 508 millones y el saldo anual a sólo 109 millones”.
[caption id="attachment_504166" align="alignnone" width="523"] En los últimos años la soya representa más de la mitad de las exportaciones alimentarias. Fuente: Gonzalo Flores, Fundación Milenio, 2017.[/caption]
Asimismo, Flores advierte que la diferencia entre exportaciones e importaciones es cada vez menor: “mientras las exportaciones tienden a caer, las importaciones tienden a subir, lo cual podría poner al país en posición de importador neto de alimentos en muy poco tiempo”.
De hecho, si se excluye la torta de soya de las estadísticas de alimentos, en los últimos años ya se habría pasado a ser importador neto de alimentos.
El “elemento decisivo” en manos transnacionales
Si bien el agronegocio soyero en Bolivia aglutina casi una veintena de empresas dedicadas al acopio, procesamiento y comercialización de la soya y sus derivados, en los hechos son solo 4 transnacionales las que controlan efectivamente el sector. Así lo mostró un estudio del año 2016 elaborado y publicado por la Fundación TIERRA.
Las cuatro empresas transnacionales que controlan el agronegocio soyero son: ADM-SAO, Cargill, Industrias de Aceite FINO y Gravetal.
El estudio de Fundación TIERRA muestra también el carácter transnacional de estas empresas. La ADM-SAO es una empresa subsidiaria de la gigante transnacional Archer Daniels Midland (ADM) con base en Chicago, Estados Unidos.
“En Sudamérica, ADM trabaja principalmente con el cultivo de la soya en el Brasil, aunque también tiene un rol importante en Argentina y Paraguay. En 1997 inició la compra de las acciones pertenecientes a la compañía Sociedad Aceitera Boliviana (SAO). Se estima que en la actualidad cerca del 90% del paquete accionario de ADM-SAO está en manos de la multinacional estadounidense y depende de ADM-Brasil”, explica el informe.
Cargill es actualmente la comercializadora de granos más grande del mundo. Esta es una compañía privada de origen estadounidense que tiene presencia en más de 60 países empleando cerca de 142.000 personas.
Según la investigación de Fundación TIERRA, a nivel sudamericano Cargill tiene presencia en el agronegocio soyero de Argentina y Brasil principalmente. “La incursión de Cargill en el agronegocio soyero boliviano empezó en 1996 y para finales de los años noventa realizó una importante inversión en la infraestructura portuaria en la localidad de Puerto Aguirre (Santa Cruz)”.
Las Industrias de Aceite FINO es una empresa originalmente establecida en Santa Cruz en 1954. El año 2003 la empresa pasó a manos del llamado Grupo Romero, basado en la república del Perú.
“Este grupo inversor opera en varios países de la región y en Bolivia actualmente posee el 74% de las acciones de FINO a través de su empresa Urigeler Internacional S.A. El negocio principal de Industrias de Aceite FINO es la molienda de granos oleaginosos debido a su importante infraestructura de molienda tanto en Santa Cruz como en Cochabamba”, detalla TIERRA.
Finalmente, el estudio muestra que Gravetal se estableció en 1993 con capitales colombianos. En 2008, el 99% de sus acciones pasaron a manos de la Sociedad de Inversiones de Capital Inversoja. Según TIERRA, Inversoja es una filial de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). “Desde sus inicios, Gravetal se interesó en desarrollar una industria oleaginosa que aproveche las condiciones de exportación vía Puerto Quijarro, en el sureste del departamento de Santa Cruz frontera con el Brasil”.
Por otra parte, la Fundación TIERRA revela que FINO, ADM-SAO y Gravetal actualmente controlan el 25, 21, y 21% respectivamente de la capacidad de molienda instalada, lo que significa que el 67% de la soya procesada se encuentra bajo control de estas 3 empresas.
En tanto que Gravetal controla el 31% de la exportación de soya sus derivados. Fino controla el 22%, ADM-SAO el 13% y Cargill el 11%. En síntesis, el 77% de las exportaciones de soya y derivados era controlado por estas 4 empresas.
[caption id="attachment_504167" align="aligncenter" width="401"] Participación de empresas en la exportación de soya y derivados. Fuente: Fundación TIERRA, 2016.[/caption]
“Este control sobre la capacidad de molienda y de las exportaciones de los productos en base a soya, ha derivado en una efectiva captura del excedente productivo por parte de estas compañías. Según los rankings empresariales presentados por la revista Nueva Economía, el total de ingresos reportados en el año 2014 por estas cuatro empresas supera los 7.000 millones de bolivianos, un incremento de más del 60% respecto a sus ingresos del año 2005”, advierte la Fundación TIERRA.
Este año 2019, una investigación realizada por experto en desarrollo y sostenibilidad de la Universidad de Calgary en Canadá, Ben McKay, reveló que el control de estas transnacionales sobre el sector soyero habría subido al 85% de la cadena productiva y exportadora.
Esto provoca “que los productores pequeños y medianos entren en una relación de deuda y dependencia donde ven caer su economía y pierden el control de su tierra”.
Aumento de importación de alimentos
De acuerdo con datos del INE procesados por el Instituto Nacional de Estadística procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), en los últimos 10 años la importación de alimentos tradicionales se incrementó considerablemente.
En 2008, Bolivia compraba alimentos del exterior por 440 millones de dólares; en 2018 subió a 676,06 millones de dólares, lo que representa un crecimiento del 54%, según los datos presentados por el IBCE en julio pasado.
Según el economista José Gabriel Espinoza, se está aumentando la importación de papa, cebolla y otros productos alimenticios de la canasta básica.
“Es cierto que el Gobierno ha ampliado la frontera agrícola, pero esto no es para alimentos, es para los cultivos agroindustriales como soya, girasol, sorgo y maíz que son destinados para la exportación. Lo que sucede es que hay un fuerte apoyo a la industria agroalimenticia, pero hay un descuido en la producción de alimentos básicos”, explica.
En este sentido, Bolivia no es considerado un exportador neto de alimentos realmente porque le sobran alimentos de la canasta básica, sino porque lo que exporta son commodities agrícolas que en algunos casos ni siquiera se pueden considerar alimentos.
[caption id="attachment_504169" align="alignright" width="300"] Bolivia aumentó la importación de alimentos que podría incluso exportar[/caption]
¿Cómo son las exportaciones e importaciones?
Gonzalo Flores explica que es importante distinguir tres grandes grupos de las exportaciones alimentarias. Primero, las exportaciones principales, que significan más del 70% del total, y que están “asociadas al cluster de la soya, el girasol y el sorgo. Incluyen: granos, tortas y aceites de soya, girasol y sorgo, y sus derivados; representan la gran mayoría de las exportaciones, el 71%”.
En segundo lugar, están las exportaciones de un grupo “intermedio”, que representa un 20% de las exportaciones alimentarias. El experto considera que es un grupo “muy importante por sus potencialidades de crecimiento, que incluyen quinua y sus derivados, castaña, lácteos, huevos de ave, azúcar, alcohol1%, bananas, café”.
Finalmente están las exportaciones “de un grupo terciario, que no se debe despreciar, porque ya han abierto mercados y podrían expandir sus ventas: carnes, frijol, palmitos, piñas, vinos y otros alcoholes, chocolates y otros exportados ocasionalmente”.
Del otro lado, Flores llama la atención de que Bolivia importa una “gama amplia de alimentos, opuesta a la gama estrecha que Bolivia exporta”, y que además, se importan alimentos que se producen o producían en Bolivia, e “incluso se importa productos en los cuales el país tiene capacidad exportadora”.
Además, se ha incrementado la proporción de productos importados sin procesar (especialmente cereales sin procesar, frutas y verduras frescas). Cinco países (Argentina, Chile, Brasil, Estados Unidos y Perú) son los principales abastecedores de alimentos de Bolivia y representan el 85% de las importaciones, afirma.
FAO alerta sobre la dependencia
En un informe publicado por la FAO en octubre de este año, la institución alerta que “la dependencia de los productos básicos es importante porque aumenta la vulnerabilidad de los países ante las fluctuaciones de los precios mundiales” y ante desaceleraciones económicas.
Asimismo, considera que en los países dependientes de la importación de productos básicos, la proporción de alimentos y combustible importados en relación con el total de mercancías comercializadas es elevada, mientras que, en los países dependientes de la exportación de productos básicos, el grueso de los ingresos de las exportaciones se obtiene de los productos básicos primarios.
Bolivia parece estar con un pie en cada grupo: depende de exportaciones de productos primarios y también cada vez más de la importación de alimentos básicos. Expertos de distintas instituciones han advertido que la expansión del modelo agroindustrial no resolverá esta tendencia sino que la profundizará, con efectos dañinos también sobre el medio ambiente.
[caption id="attachment_504170" align="alignnone" width="357"] Tendencias: Dependencia alimentaria podría estar en aumento[/caption]