Estudio: con mar, Bolivia podría ser al menos un 16% más desarrollado
Bolivia padece los elevados costos relacionados con su mediterraneidad, así como el efecto adverso sobre su desarrollo. El fallo de La Haya puede abrir una puerta para cambiar esto. Sin embargo, sea cual fuere el resultado tanto del fallo como de la posterior negociación con Chile, lo...
Bolivia padece los elevados costos relacionados con su mediterraneidad, así como el efecto adverso sobre su desarrollo. El fallo de La Haya puede abrir una puerta para cambiar esto. Sin embargo, sea cual fuere el resultado tanto del fallo como de la posterior negociación con Chile, lo aconsejable es buscar múltiples y diversas vías de inserción soberana en la economía internacional.
En 2013, la Oficina de las Naciones Unidas para el Alto Comisionado para los Países Menos Desarrollados, los Países Mediterráneos en Desarrollo y Pequeñas Islas Estado en Desarrollo (UN-OHRLLS), encargó el estudio titulado “The Development Economics of Landlockedness: Understanding the development costs of being landlocked” (que se traduce en algo como: “La Economía del Desarrollo de la Falta de Litoral: Entendiendo los costos para el desarrollo por no tener litoral”).
Publicado finalmente en 2014, el estudio de la ONU se propone cuantificar el impacto de no tener mar para el desarrollo de los países. Para ello, elabora un índice que “mide la diferencia entre el nivel actual de desarrollo de un país sin mar y el nivel de desarrollo que ese país hubiera alcanzado si tuviese litoral marítimo”.
Los resultados presentados por el informe abarcan el periodo 2005-2010, ya que “este es el último periodo con observaciones disponibles en el panel y porque identifica a grandes rasgos el nivel de desarrollo actual de los países”.
Los costos para el desarrollo
El estudio de la ONU destaca que son tres los países cuyo desarrollo se ve más afectado por su condición de mediterraneidad, y son africanos: Etiopía, República Centroafricana y Zimbabue. Ellos experimentan el costo más alto, que es de 30%.
“La mayoría de los países sufre un costo de entre 10% y 30%. Considerando el promedio de todos los países, el desarrollo en los países sin costa es 22% menor al que lograrían si tuvieran mar en el periodo 2005-2010. Al menos desde una perspectiva económica, estos resultados parecen ser bastante sólidos y robustos”, agrega el documento.
Para el caso particular de Bolivia, el reporte estima que el costo de su mediterraneidad para su desarrollo es del 16%. O sea que si en el periodo 2005-2010 Bolivia hubiese tenido un acceso soberano al mar –o en realidad los beneficios que de él se desprenderían- su nivel de desarrollo hubiera sido 16% mayor que lo registrado en los hechos.
Coincidentemente, el nivel de desarrollo de Suiza se ha visto perjudicado en la misma proporción que el de Bolivia durante ese periodo de tiempo. O sea que de haber tenido mar, Suiza también sería 16 a 17% más desarrollado de lo que fue entre 2005 y 2010.
Obstáculo para el desarrollo
“La evidencia empírica presentada en este reporte indica que ser mediterráneo es un obstáculo efectivo para el desarrollo”, afirma el documento de la ONU, y agrega que “un hallazgo clave del análisis resalta que los países mediterráneos en vías de desarrollo están rezagados respecto a otros grupos de países en desarrollo en varias dimensiones de desarrollo”.
En particular, los países en vías de desarrollo que carecen de litoral “son generalmente menos ricos (en término de ingreso per-cápita promedio), tiene peores resultados en materia de salud, peor gobernanza, y un mayor número de pobres, que los países costeros en vías de desarrollo”.
Asimismo, tienden a mostrar “peores resultados” en términos de facilitación del comercio (costos de transporte, infraestructura para el comercio, logística) y en términos de la diversificación de su estructura de exportaciones.
Pese a ello, el reporte afirma que “hay evidencia de un aumento en su grado de integración económica con el resto del mundo en los últimos años”.
Costo comercial de la mediterraneidad
La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) –considerado el mayor grupo latinoamericano de integración con 13 países miembros y que propicia la creación de un área de preferencias económicas en la región-, también realizó un estudio para medir más específicamente el costo comercial de la mediterraneidad de sus países miembros, Paraguay y Bolivia.
Publicado en 2016, este informe resalta que el costo de la mediterraneidad no es únicamente económico, “sino que está relacionado sobre todo con la falta de autonomía de los países para establecer vínculos con el exterior, limitando así su inserción internacional”.
Los resultados del trabajo constatan que Bolivia y Paraguay son los miembros de ALADI que enfrentan mayores costos de transporte: 8,4% y 9,3% del valor comerciado respectivamente, superior al promedio regional de 6,3%.
“Esto implica que el costo de la mediterraneidad para Bolivia es del 33,2% y para Paraguay del 47,7% respecto al promedio regional”, agrega el citado estudio.
Si bien el costo que impone la mediterraneidad no es algo novedoso, la magnitud de las cifras presentadas por ALADI pone de manifiesto que la misma limita y condiciona de una forma integral los vínculos de estos países con el exterior.
A su vez, “la incidencia que tienen los costos de transporte en el comercio internacional de los países mediterráneos limita en gran medida su participación en las cadenas globales de valor, las que por definición demandan servicios de transporte de forma intensiva. De esta forma, los países mediterráneos se encuentran en desventaja al momento de integrarse a uno de los segmentos más dinámicos del comercio mundial”, agrega el informe.
Para revertir la situación, ALADI sugiere que los esfuerzos se orienten principalmente a “modificar la incidencia de los factores geográficos”.
En este sentido, considera que las políticas nacionales y regionales que mejoren “la infraestructura vial y portuaria, la calidad de los servicios de transporte, tanto en Bolivia y Paraguay como en los países que sirven de tránsito a los bienes comerciados por los mismos, así como las acciones de cooperación regional que tiendan a mejorar las condiciones de acceso y el usufructo de los puertos de salida al mar, pueden contribuir a reducir las asimetrías regionales existentes”.
Impacto sobre innovación, ciencia y tecnología
Por otra parte, la ONU advierte que la reducida integración comercial no es la única causa de los costos para el desarrollo. “La evidencia sugiere que son múltiples canales de transmisión los que están jugando un rol, como los ingresos, la calidad institucional y el comercio. La implicancia de esto es clara: un enfoque de política que se enfoque exclusivamente en promocionar y facilitar el comercio no es apropiado para eliminar toda la brecha de desarrollo de los países mediterráneos”.
Entonces, ¿de dónde viene este efecto negativo de la mediterraneidad al desarrollo? El estudio de la ONU apunta a la innovación tecnológica como la más probable.
Ya que muchos países en desarrollo no generan progreso tecnológico internamente, lo importan desde el exterior. Parte de estas importaciones ocurren a través del comercio, por lo que pueden estar capturadas en el canal de integración comercial. Pero otra parte de esta importación se da a través del intercambio de capital humano, como la movilidad laboral, intercambio de investigadores, cooperación científica internacional, etc.
Por tanto, “la mediterraneidad potencialmente reduce el grado de este intercambio y aumenta su costo, generando un progreso tecnológico más lento, una menor productividad total de los factores, y finalmente, un menor crecimiento de la economía y de los ingresos”, advierte el estudio.
Esto significa que el aislamiento no debe ser visto solamente en términos de rutas de comercio e infraestructuras de transporte, sino también en términos de circulación e intercambio de ideas con el resto del mundo. En otras palabras, lo que necesitan los países mediterráneos es una integración más allá de la dimensión puramente económica del comercio internacional.
Una integración en forma de intercambios se puede dar de varias maneras. Los países mediterráneos pueden organizar conferencias, simposios, ferias científicas y tecnológicas internacionales, para atraer científicos, investigadores y emprendedores. Las universidades de estos países también deberían fortalecer programas de intercambio para recibir profesores y académicos, y para que los estudiantes también puedan ir y venir.
Para la ONU, la comunidad internacional y sus organizaciones tienen que “facilitar este proceso proveyendo financiamiento y asistencia logística. Una opción interesante podría ser implementar centros de investigación internacionales en los países mediterráneos”.
Finalmente, las tecnologías disponibles actualmente permiten la circulación de ideas sin necesidad de que las personas se muevan físicamente. Pero para ello se debe establecer y consolidar dos tipos de redes.
Una es la red “intelectual” que conecta a las personas que quieren comunicarse e intercambiar ideas. Esta red puede surgir a partir de las oportunidades de intercambio expresadas anteriormente.
La otra red es la infraestructura física para la comunicación: tecnologías de información, conexiones de internet, computadoras, teléfonos, y todo lo necesario para que los individuos estén conectados unos con otros. Según la ONU, “la mayoría de los países mediterráneos siguen mostrando deficiencias en este tipo de infraestructura”. Bolivia por supuesto no es la excepción, con el internet más lento y más caro de la región, y con insuficiente acceso y uso científico de la red.
Recomendaciones
El estudio de las Naciones Unidas, esencialmente, recomienda a los países mediterráneos industrializar sus recursos naturales para darles más valor, compensando así el enclaustramiento con otras formas de fortalecer la integración comercial con el resto del mundo.
“No es solo cuestión de aumentar las cantidades físicas (número de unidades, toneladas, volumen, etc.) de bienes y servicios comerciados. También se trata de aumentar el valor de lo que se comercia. Los países mediterráneos en desarrollo tienden a exportar bienes con poco valor agregado”, explica el informe.
Y es que, “típicamente, estos son productos agrícolas, recursos naturales como materia prima, manufacturas tradicionales. Para dar más valor, los países mediterráneos en desarrollo necesitan una estrategia industrial de dos facetas. Por un lado, se debe fomentar la transformación local de productos agrícolas y recursos naturales. Por otro, los gobiernos deben impulsar el desarrollo de nuevas actividades industriales y diversificar la estructura de exportaciones”.
Particularmente, la ONU sugiere aprender de la experiencia de países asiáticos como Corea del Sur, donde el gobierno apoya emprendedores y empresas que participan en actividades y sectores nuevos, mediante facilitación de créditos, exenciones impositivas y subsidios. Solo actividades y sectores nuevos se benefician de este tipo de apoyo. Más allá del resultado del fallo de hoy, Bolivia tiene todo para comenzar.
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En 2013, la Oficina de las Naciones Unidas para el Alto Comisionado para los Países Menos Desarrollados, los Países Mediterráneos en Desarrollo y Pequeñas Islas Estado en Desarrollo (UN-OHRLLS), encargó el estudio titulado “The Development Economics of Landlockedness: Understanding the development costs of being landlocked” (que se traduce en algo como: “La Economía del Desarrollo de la Falta de Litoral: Entendiendo los costos para el desarrollo por no tener litoral”).
Publicado finalmente en 2014, el estudio de la ONU se propone cuantificar el impacto de no tener mar para el desarrollo de los países. Para ello, elabora un índice que “mide la diferencia entre el nivel actual de desarrollo de un país sin mar y el nivel de desarrollo que ese país hubiera alcanzado si tuviese litoral marítimo”.
Los resultados presentados por el informe abarcan el periodo 2005-2010, ya que “este es el último periodo con observaciones disponibles en el panel y porque identifica a grandes rasgos el nivel de desarrollo actual de los países”.
Los costos para el desarrollo
El estudio de la ONU destaca que son tres los países cuyo desarrollo se ve más afectado por su condición de mediterraneidad, y son africanos: Etiopía, República Centroafricana y Zimbabue. Ellos experimentan el costo más alto, que es de 30%.
“La mayoría de los países sufre un costo de entre 10% y 30%. Considerando el promedio de todos los países, el desarrollo en los países sin costa es 22% menor al que lograrían si tuvieran mar en el periodo 2005-2010. Al menos desde una perspectiva económica, estos resultados parecen ser bastante sólidos y robustos”, agrega el documento.
Para el caso particular de Bolivia, el reporte estima que el costo de su mediterraneidad para su desarrollo es del 16%. O sea que si en el periodo 2005-2010 Bolivia hubiese tenido un acceso soberano al mar –o en realidad los beneficios que de él se desprenderían- su nivel de desarrollo hubiera sido 16% mayor que lo registrado en los hechos.
Coincidentemente, el nivel de desarrollo de Suiza se ha visto perjudicado en la misma proporción que el de Bolivia durante ese periodo de tiempo. O sea que de haber tenido mar, Suiza también sería 16 a 17% más desarrollado de lo que fue entre 2005 y 2010.
Obstáculo para el desarrollo
“La evidencia empírica presentada en este reporte indica que ser mediterráneo es un obstáculo efectivo para el desarrollo”, afirma el documento de la ONU, y agrega que “un hallazgo clave del análisis resalta que los países mediterráneos en vías de desarrollo están rezagados respecto a otros grupos de países en desarrollo en varias dimensiones de desarrollo”.
En particular, los países en vías de desarrollo que carecen de litoral “son generalmente menos ricos (en término de ingreso per-cápita promedio), tiene peores resultados en materia de salud, peor gobernanza, y un mayor número de pobres, que los países costeros en vías de desarrollo”.
Asimismo, tienden a mostrar “peores resultados” en términos de facilitación del comercio (costos de transporte, infraestructura para el comercio, logística) y en términos de la diversificación de su estructura de exportaciones.
Pese a ello, el reporte afirma que “hay evidencia de un aumento en su grado de integración económica con el resto del mundo en los últimos años”.
Costo comercial de la mediterraneidad
La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) –considerado el mayor grupo latinoamericano de integración con 13 países miembros y que propicia la creación de un área de preferencias económicas en la región-, también realizó un estudio para medir más específicamente el costo comercial de la mediterraneidad de sus países miembros, Paraguay y Bolivia.
Publicado en 2016, este informe resalta que el costo de la mediterraneidad no es únicamente económico, “sino que está relacionado sobre todo con la falta de autonomía de los países para establecer vínculos con el exterior, limitando así su inserción internacional”.
Los resultados del trabajo constatan que Bolivia y Paraguay son los miembros de ALADI que enfrentan mayores costos de transporte: 8,4% y 9,3% del valor comerciado respectivamente, superior al promedio regional de 6,3%.
“Esto implica que el costo de la mediterraneidad para Bolivia es del 33,2% y para Paraguay del 47,7% respecto al promedio regional”, agrega el citado estudio.
Si bien el costo que impone la mediterraneidad no es algo novedoso, la magnitud de las cifras presentadas por ALADI pone de manifiesto que la misma limita y condiciona de una forma integral los vínculos de estos países con el exterior.
A su vez, “la incidencia que tienen los costos de transporte en el comercio internacional de los países mediterráneos limita en gran medida su participación en las cadenas globales de valor, las que por definición demandan servicios de transporte de forma intensiva. De esta forma, los países mediterráneos se encuentran en desventaja al momento de integrarse a uno de los segmentos más dinámicos del comercio mundial”, agrega el informe.
Para revertir la situación, ALADI sugiere que los esfuerzos se orienten principalmente a “modificar la incidencia de los factores geográficos”.
En este sentido, considera que las políticas nacionales y regionales que mejoren “la infraestructura vial y portuaria, la calidad de los servicios de transporte, tanto en Bolivia y Paraguay como en los países que sirven de tránsito a los bienes comerciados por los mismos, así como las acciones de cooperación regional que tiendan a mejorar las condiciones de acceso y el usufructo de los puertos de salida al mar, pueden contribuir a reducir las asimetrías regionales existentes”.
Impacto sobre innovación, ciencia y tecnología
Por otra parte, la ONU advierte que la reducida integración comercial no es la única causa de los costos para el desarrollo. “La evidencia sugiere que son múltiples canales de transmisión los que están jugando un rol, como los ingresos, la calidad institucional y el comercio. La implicancia de esto es clara: un enfoque de política que se enfoque exclusivamente en promocionar y facilitar el comercio no es apropiado para eliminar toda la brecha de desarrollo de los países mediterráneos”.
Entonces, ¿de dónde viene este efecto negativo de la mediterraneidad al desarrollo? El estudio de la ONU apunta a la innovación tecnológica como la más probable.
Ya que muchos países en desarrollo no generan progreso tecnológico internamente, lo importan desde el exterior. Parte de estas importaciones ocurren a través del comercio, por lo que pueden estar capturadas en el canal de integración comercial. Pero otra parte de esta importación se da a través del intercambio de capital humano, como la movilidad laboral, intercambio de investigadores, cooperación científica internacional, etc.
Por tanto, “la mediterraneidad potencialmente reduce el grado de este intercambio y aumenta su costo, generando un progreso tecnológico más lento, una menor productividad total de los factores, y finalmente, un menor crecimiento de la economía y de los ingresos”, advierte el estudio.
Esto significa que el aislamiento no debe ser visto solamente en términos de rutas de comercio e infraestructuras de transporte, sino también en términos de circulación e intercambio de ideas con el resto del mundo. En otras palabras, lo que necesitan los países mediterráneos es una integración más allá de la dimensión puramente económica del comercio internacional.
Una integración en forma de intercambios se puede dar de varias maneras. Los países mediterráneos pueden organizar conferencias, simposios, ferias científicas y tecnológicas internacionales, para atraer científicos, investigadores y emprendedores. Las universidades de estos países también deberían fortalecer programas de intercambio para recibir profesores y académicos, y para que los estudiantes también puedan ir y venir.
Para la ONU, la comunidad internacional y sus organizaciones tienen que “facilitar este proceso proveyendo financiamiento y asistencia logística. Una opción interesante podría ser implementar centros de investigación internacionales en los países mediterráneos”.
Finalmente, las tecnologías disponibles actualmente permiten la circulación de ideas sin necesidad de que las personas se muevan físicamente. Pero para ello se debe establecer y consolidar dos tipos de redes.
Una es la red “intelectual” que conecta a las personas que quieren comunicarse e intercambiar ideas. Esta red puede surgir a partir de las oportunidades de intercambio expresadas anteriormente.
La otra red es la infraestructura física para la comunicación: tecnologías de información, conexiones de internet, computadoras, teléfonos, y todo lo necesario para que los individuos estén conectados unos con otros. Según la ONU, “la mayoría de los países mediterráneos siguen mostrando deficiencias en este tipo de infraestructura”. Bolivia por supuesto no es la excepción, con el internet más lento y más caro de la región, y con insuficiente acceso y uso científico de la red.
Recomendaciones
El estudio de las Naciones Unidas, esencialmente, recomienda a los países mediterráneos industrializar sus recursos naturales para darles más valor, compensando así el enclaustramiento con otras formas de fortalecer la integración comercial con el resto del mundo.
“No es solo cuestión de aumentar las cantidades físicas (número de unidades, toneladas, volumen, etc.) de bienes y servicios comerciados. También se trata de aumentar el valor de lo que se comercia. Los países mediterráneos en desarrollo tienden a exportar bienes con poco valor agregado”, explica el informe.
Y es que, “típicamente, estos son productos agrícolas, recursos naturales como materia prima, manufacturas tradicionales. Para dar más valor, los países mediterráneos en desarrollo necesitan una estrategia industrial de dos facetas. Por un lado, se debe fomentar la transformación local de productos agrícolas y recursos naturales. Por otro, los gobiernos deben impulsar el desarrollo de nuevas actividades industriales y diversificar la estructura de exportaciones”.
Particularmente, la ONU sugiere aprender de la experiencia de países asiáticos como Corea del Sur, donde el gobierno apoya emprendedores y empresas que participan en actividades y sectores nuevos, mediante facilitación de créditos, exenciones impositivas y subsidios. Solo actividades y sectores nuevos se benefician de este tipo de apoyo. Más allá del resultado del fallo de hoy, Bolivia tiene todo para comenzar.
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