Elecciones, con el reloj en la mano

Nadie garantiza una victoria de nadie en las próximas elecciones con el simple hecho de llegar a estar en la papeleta, pero nadie que no consiga estar logrará ganar. Esto que parece una perogrullada de campeonato se ha convertido ya en pesadilla para más de uno y más de dos candidatos...

OPINIÓN
OPINIÓN
Nadie garantiza una victoria de nadie en las próximas elecciones con el simple hecho de llegar a estar en la papeleta, pero nadie que no consiga estar logrará ganar. Esto que parece una perogrullada de campeonato se ha convertido ya en pesadilla para más de uno y más de dos candidatos “natos” que empiezan a ver como el factor tiempo corre en su contra. Y cuanto más corre, más en contra.

El MAS cree más en las encuestas de Página Siete de lo que le gustaría reconocer, fundamentalmente porque, a diferencia de las propias, no le suelen mentir. Le dijo que perdería el referéndum del 21 de febrero y lo perdió, pero también le dijo que ganaría holgadamente las elecciones de 2014, más si se dividía la oposición, y lo hizo.

En la publicada ayer le ha indicado que Mesa está cerca, pero no por encima, a pesar de todos los pesares de la campaña judicial sostenida: primero Odebrecht, luego Quiborax. Morales sigue siendo el favorito en una contienda electoral para más de un cuarto de la población, pero sus estrategas son bien conscientes que para seguir creciendo deben tener identificado el enemigo lo antes posible.

Otro candidato mirando el reloj y el calendario de la pared es Óscar Montes, el exalcalde ha manifestado en diferentes ocasiones su intención de concurrir a las elecciones en 2020; primero se preveía que fuera candidato a Gobernador, luego barajó volver a la Alcaldía y ahora vuelve a calcular sus opciones en una candidatura a la Gobernación, aunque le falte relato para justificar su alianza.

Montes, que se había visto cuasi liberado de sus problemas legales, vuelve a encontrarse ahora en un momento delicado, luego de que el Tribunal Departamental de Justicia haya reabierto el juicio por enriquecimiento ilícito del ex alcalde y su familia. Es cierto que el tipo legal es de los que cuesta probar y que todavía hay paradigmáticos representantes de la “persecución judicial”, como se denominan, que ocho años después de huir todavía no tiene una sentencia firme en este aspecto. Pero no hay duda de que preocupa para planificar el futuro.

El tiempo también corre para la Gobernación de Tarija. El gabinete de Adrián Oliva debe demostrar que ha tenido la madurez para gestionar la salida de la crisis sin entrar en confrontaciones antes de que las convocatorias a las ánforas se vuelvan a publicar.

Corre también para, por ejemplo, el subgobernador de O´Connor, que tanto si quiere repetir en su provincia como si quiere aspirar a cuotas mayores, debe resolver primordialmente el asunto del 45 por ciento, pues no lo olvidarán fácilmente en su pago ni lo perdonarán en el Chaco en el caso de que la resolución sea desfavorable.

Los plazos corren para todos, para aquellos que quieren despuntar, para los que quieren vender buena gestión, para los que quieren vender alternativa y para los que quieren hacer creer que no ha pasado nada y que es mejor volver al pasado.

Queda al menos un año hasta que las autoridades comiencen a renunciar y a colocarse en las listas. Hay poco margen para volver atrás, pero sobre todo, nadie puede pensar que ya ha hecho los méritos suficientes.

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