El agua en la salud
Elías Vidaurre Médico La hidratación diaria es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Para un adulto sano una deshidratación del 2,8% del peso corporal por exposición al calor o tras un ejercicio fuerte, conlleva una disminución de la concentración, del...
Elías Vidaurre Médico
La hidratación diaria es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Para un adulto sano una deshidratación del 2,8% del peso corporal por exposición al calor o tras un ejercicio fuerte, conlleva una disminución de la concentración, del rendimiento físico, de la memoria a corto plazo, un aumento del cansancio, cefaleas, así como reducción del tiempo de respuesta.
A tomar en cuenta
Debido a que la deshidratación aumenta también el esfuerzo cardiovascular, cuando se superan cifras de deshidratación del 10% del peso corporal total, es imprescindible recibir asistencia médica adecuada para permitir la recuperación. En ese sentido, las aguas minerales naturales, puras y ricas en minerales y oligoelementos, son muy recomendables para una correcta hidratación.
Todas son puras en origen tanto de elementos químicos como de microbios. Pero su composición mineral varía en función del tipo de roca por donde se filtra y del tiempo, profundidad y temperatura durante su recorrido por el subsuelo. Las hay de mineralización débil o fuerte, ricas en calcio, bicarbonatadas alcalinas, fluoradas… hay más de cien variedades distintas.
¿Y el agua del grifo? Procede del agua de lluvia que llega a los embalses y desaladoras. Es potable ya que debe cumplir escrupulosamente las normas de seguridad y, por tanto, no es perjudicial para la salud. El agua del grifo es maravillosa para cocinar, para ducharnos, para regar, pero desde el punto de vista nutricional hay diferencias notables con las minerales envasadas que no tienen tratamiento químico, ni bactericida, ni microbiológico.
El agua mineral controla la hipertensión arterial en el consumo de aguas minerales bajas en sodio. Las aguas ricas en calcio, magnesio y sulfatos son recomendables para la prevención cardiovascular al actuar sobre el metabolismo de las lipoproteínas, reduciendo el riesgo de coagulación sanguínea y enfermedad cardíaca mortal. Las aguas bicarbonatadas son las más adecuadas en casos de diabetes, por producir una menor respuesta glucémica.
En la tercera edad se produce una disminución de la percepción de la sed
Conviene insistir en la necesidad de que tu familia beba mucha agua
La ingesta de agua debe ser de forma gradual a lo largo del día
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La hidratación diaria es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Para un adulto sano una deshidratación del 2,8% del peso corporal por exposición al calor o tras un ejercicio fuerte, conlleva una disminución de la concentración, del rendimiento físico, de la memoria a corto plazo, un aumento del cansancio, cefaleas, así como reducción del tiempo de respuesta.
A tomar en cuenta
Debido a que la deshidratación aumenta también el esfuerzo cardiovascular, cuando se superan cifras de deshidratación del 10% del peso corporal total, es imprescindible recibir asistencia médica adecuada para permitir la recuperación. En ese sentido, las aguas minerales naturales, puras y ricas en minerales y oligoelementos, son muy recomendables para una correcta hidratación.
Todas son puras en origen tanto de elementos químicos como de microbios. Pero su composición mineral varía en función del tipo de roca por donde se filtra y del tiempo, profundidad y temperatura durante su recorrido por el subsuelo. Las hay de mineralización débil o fuerte, ricas en calcio, bicarbonatadas alcalinas, fluoradas… hay más de cien variedades distintas.
¿Y el agua del grifo? Procede del agua de lluvia que llega a los embalses y desaladoras. Es potable ya que debe cumplir escrupulosamente las normas de seguridad y, por tanto, no es perjudicial para la salud. El agua del grifo es maravillosa para cocinar, para ducharnos, para regar, pero desde el punto de vista nutricional hay diferencias notables con las minerales envasadas que no tienen tratamiento químico, ni bactericida, ni microbiológico.
El agua mineral controla la hipertensión arterial en el consumo de aguas minerales bajas en sodio. Las aguas ricas en calcio, magnesio y sulfatos son recomendables para la prevención cardiovascular al actuar sobre el metabolismo de las lipoproteínas, reduciendo el riesgo de coagulación sanguínea y enfermedad cardíaca mortal. Las aguas bicarbonatadas son las más adecuadas en casos de diabetes, por producir una menor respuesta glucémica.
En la tercera edad se produce una disminución de la percepción de la sed
Conviene insistir en la necesidad de que tu familia beba mucha agua
La ingesta de agua debe ser de forma gradual a lo largo del día
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