Desigualdad en Bolivia varía según fluctuaciones económicas
La desigualdad bajó considerablemente en Bolivia especialmente después del año 2005. Sin embargo, tuvo un incremento los años 2013 y 2014, y su comportamiento sigue siendo fluctuante. Expertos consideran que estas fluctuaciones se deben a que su reducción no fue estructural, sino coyuntural,...
La desigualdad bajó considerablemente en Bolivia especialmente después del año 2005. Sin embargo, tuvo un incremento los años 2013 y 2014, y su comportamiento sigue siendo fluctuante. Expertos consideran que estas fluctuaciones se deben a que su reducción no fue estructural, sino coyuntural, aunque algunas de las nuevas políticas sociales fueron decisivas.
Según una reciente investigación publicada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que analiza la desigualdad de los países, se puede determinar que existen tres grupos: los más desiguales desde el punto de vista estructural, los menos desiguales desde el punto de vista estructural, y aquellos países cuyo nivel de desigualdad va variando de acuerdo con las circunstancias económicas y sociales. Bolivia forma parte de este último grupo.
Las autoras son Carmen Ramos Carvajal, Mercedes Alvargonzález Rodríguez y Blanca Moreno Cuartas, todas profesoras Titulares en la Facultad de Economía y Empresa del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo (España).
Desigualdades estructurales
El estudio, que analiza el periodo 2004-2013, con datos del Banco Mundial y la Base de Datos Socioeconómicos para América Latina y el Caribe (SEDLAC), enfatiza que el primero grupo de países (el que son más desiguales desde el punto de vista estructural) está integrado por Brasil, Chile, Colombia, México y Paraguay, en los que la desigualdad siempre está por encima de la media.
“A estos países podríamos calificarlos como los más desiguales desde el punto de vista estructural, ya que su nivel de inequidad se encuentra por encima de la media en todos los años considerados”, afirman Ramos, Alvargonzález y Moreno.
El segundo grupo está compuesto por la Argentina, El Salvador, Perú y Uruguay, cuya desigualdad está, a lo largo de todo el período, por debajo de la media. “Estos son los países menos desiguales desde el punto de vista estructural”.
Por último, hay un tercer grupo de países compuesto por Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá y República Dominicana, que en algunos años presentan un índice de desigualdad por encima de la media y en otros se ubican por debajo. “Estos últimos son aquellos países cuyo nivel de desigualdad va variando de acuerdo con las circunstancias económicas y sociales”, explican.
Bonos y sueldo mínimo
Por lo general, suele utilizarse el coeficiente Gini para medir la desigualdad de ingresos. Los datos del coeficiente Gini en Bolivia muestran la tendencia mencionada: una reducción fuerte hasta los años 2011/2012, y a partir de entonces un incremento.
Las investigadoras Ramos, Alvargonzález y Moreno decidieron usar el índice de Theil para medir la desigualdad en su trabajo. Las tendencias coinciden con las del coeficiente Gini. Y según ambos indicadores, la reducción de la desigualdad en Latinoamérica fue un fenómeno regional, pero Bolivia fue el país que más la redujo a lo largo del periodo estudiado.
“Se puede entonces concluir que la reducción en los niveles de desigualdad experimentados en
América Latina se debe, al menos en parte, a un descenso de la pobreza en los países, así como a un
intento de incrementar y generalizar las políticas redistributivas directas e indirectas”, agregan.
En efecto, el economista senior de la oficina del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Julián Messina, y su colega Joana Silva, encontraron que una política activa en la fijación de salarios mínimos fue una de las claves para la reducción de la desigualdad. Esto coincide con el aumento constante de salarios mínimos en Bolivia, que permitieron reducir brechas de pobreza en la última década.
Mientras que Francisco Ferreira, asesor senior del Grupo de Investigaciones del Desarrollo del Banco Mundial, agrega que los programas de transferencia condicionada de fondos mejoraron los ingresos no laborales de la población.
En Bolivia, los programas de transferencia son los Bonos Juana Azurduy, Juancito Pinto y la Renta dignidad que, según datos presentados por el Ministro de Economía, Luis Arce Catacora, beneficiaron -al menos hasta mayo de 2018- al 49,6% de la población boliviana.
Estructural o coyuntural
Si bien el boom de los commodities proveyó a los países con más dinero para este tipo de políticas sociales y redistributivas, el problema es que su fin afecta estas mismas políticas y sus resultados a mediano y largo plazo. Es por eso que Bolivia padece estas fluctuaciones en sus niveles de pobreza y desigualdad.
La economista Marcela Perticará, profesora de la Universidad Alberto Hurtado, de Chile, explica que el crecimiento y la estabilidad macroeconómica son condiciones necesarias, pero no suficientes para mejorar estructuralmente los indicadores sociales, la distribución del ingreso y la pobreza.
“Para traducir el crecimiento en progreso económico y social es necesario garantizar a todos los niños y jóvenes oportunidades de desarrollo. Nivelar la cancha es no solo tener políticas sociales para ayudar a la población más vulnerable, sino también generar las instituciones para que no haya grupos con privilegios desmedidos. Que haya competencia en mercados relevantes y, cuando esto no fuera posible, buenas regulaciones y un Estado presente. Y un sistema impositivo eficaz y justo, que sea progresivo, pero no desincentive el esfuerzo”, agrega.
Estos aspectos son lo que diferencian una reducción estructural de la pobreza y la desigualdad -como los países del segundo grupo- de una coyuntural, como la de Bolivia y los países del tercer grupo.