Critican al Nobel de Economía: cambio climático se comerá la economía
William Nordhaus se hizo famoso más allá del mundo académico cuando ganó el Premio Nobel de Economía 2018 por su trabajo sobre el cambio climático. Pero otros expertos señalan que si bien su investigación es “enormemente influyente” también está “completamente...
William Nordhaus se hizo famoso más allá del mundo académico cuando ganó el Premio Nobel de Economía 2018 por su trabajo sobre el cambio climático. Pero otros expertos señalan que si bien su investigación es “enormemente influyente” también está “completamente equivocada”.
Muchos medios de comunicación a nivel mundial celebraron que el Nobel de Economía sea otorgado al economista de la Universidad de Yale, reconocido por sus décadas de trabajo sobre el cambio climático, reproduciendo el discurso de que la ciencia económica por fin estaba ocupándose del clima ante la creciente severidad del problema ecológico.
Sin embargo, los científicos climáticos, biólogos, ecologistas y otros, tienen una opinión muy distinta sobre el legado de Nordhaus. De hecho, “muchos creen que el fracaso de los gobiernos del mundo para aplicar acciones agresivas en favor del medio ambiente en las últimas décadas se debe en gran parte a los argumentos que Nordhaus ha desarrollado”, dice uno de ellos, el reconocido antropólogo Jason Hickel.
El modelo DICE
En la década de 1990, Nordhaus desarrolló los primeros modelos de evaluación integrado para explorar cómo el crecimiento económico afecta las emisiones de gases carbono, y cómo a su vez el cambio climático afecta el crecimiento económico.
[caption id="attachment_486949" align="alignright" width="300"] William Nordhaus, ganador del Premio Nobel de Economía 2018.[/caption]
El Nobel de Economía fue puliendo sus modelos hasta alcanzar el llamado Modelo Dinámico Integrado del Clima y la Economía (DICE, por su sigla en inglés), que es el que ha usado finalmente para concluir que los gobiernos podrían elaborar políticas para que la temperatura aumente entre 3,5 y 4 grados centígrados (°C) hasta fines de este siglo.
La investigación de Nordhaus con el modelo DICE también argumenta que limitar el calentamiento global a 1,5°C -tal como lo exigen numerosos científicos y centros de investigación, como el Instituto Potsdam del Clima, Extintion Rebelion, activistas como Greta Thunberg, e incluso el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC)-, le costaría a la economía global más de 50 billones de dólares (millones de millones), mientras que el beneficio de aquello sería sólo de 5 billones.
En otras palabras, reducir las emisiones de carbono en concordancia con lo que dicen los científicos que es necesario para evitar la catástrofe climática (mediante, por ejemplo, elevados impuestos a las emisiones), reduciría significativamente las tasas de crecimiento económico.
Los críticos de Nordhaus tienen profundas observaciones tanto a la filosofía que inspira al reciente laureado Nobel como a la calidad de su modelo DICE.
Desmantelando el modelo
El profesor de economía y director de la escuela de Economía, Políticas e Historia de la Kingston University London, Steve Keen, observa que el modelo DICE está basado en el modelo neoclásico de crecimiento de largo plazo ideado por el matemático Frank Ramsey en 1928.
Este mismo modelo es también la base de los modelos fundamentales actuales, como la teoría del Ciclo Económico Real (Real Business Cycle) y del modelo macroeconómico Equilibrio General Dinámico Estocástico, que “fallaron completamente en anticipar la crisis financiera global de 2008”.
Para Keen, “que a sus primos macroeconómicos les haya ido tan mal en sus tareas es suficiente motivo de preocupación. Estos modelos debían predecir el crecimiento económico de corto plazo, y se equivocaron completamente respecto del futuro económico inmediato, con efectos desastrosos. Eso debería por lo menos levantar sospechas”.
Esto le lleva a preguntar si “este fracaso se debió solo a que la tecnología subyacente no estaba hecha para manejar dinámicas económicas de corto plazo, o si es el modelo de crecimiento neoclásico en el que se basan es en sí mismo un mal modelo de la realidad”.
Pero Keen va más allá, y considera que las características que Nordhaus le ha aumentado para modelar el cambio climático “son mucho peores que los inadecuados cimientos sobre el que está construido”.
Se refiere a la “tasa de descuento”, a la “función de daño”, a la “función de reducción”, y a las ecuaciones que relacionan el crecimiento del PIB con el aumento de niveles de CO2 en la atmósfera, y el impacto del incremento del CO2 en la temperatura promedio global.
[caption id="attachment_486950" align="aligncenter" width="583"] Calentamiento global: bloques de hielo derretido flotan cerca de una isla en la Antártica.Foto-Mathilde Bellenger AFP/Getty Images[/caption]
El crecimiento como la panacea de todos los males
Jason Hickel, que además de antropólogo ha sido docente en prestigiosas universidades como la London School of Economics, la Universidad de Virginia, y la Goldsmiths University of London, y cuyas investigaciones se centran en la desigualdad, economía política, posdesarrollo y economía ecológica, considera que reducir el crecimiento económico para salvar el planeta “no es un problema”, tal como dicen los científicos, activistas y organizaciones internacionales.
“Obviamente, deberíamos hacer lo que sea necesario para evitar la catástrofe climática. Pero para economistas como Nordhaus esto no es aceptable. Después de todo, la mismísima razón de ser de la economía neoclásica es hacer todo lo posible para aumentar el crecimiento económico”, explica.
Es por esta razón que “toda la carrera profesional de Nordhaus ha sido dedicada a encontrar lo que él llama un ‘equilibrio’ entre la mitigación del cambio climático y el crecimiento del PIB”. En efecto, en su famoso artículo de 1991 titulado “Frenar o no frenar” (“To slow or not to slow”), el ahora Nobel de economía argumentaba firmemente a favor de lo último, es decir, no ser “demasiado ansiosos” para reducir el calentamiento global, para no poner en peligro el crecimiento económico.
Para justificar esta conclusión, Nordhaus usa la llamada “tasa de descuento”, que es el método con el que los economistas valorizan los costos de una debacle climática en el presente comparados con el futuro. Una tasa de descuento de cero significa que las generaciones futuras tienen un valor igual a las actuales, mientras que una tasa de descuento alta significa que las generaciones futuras tienen menos valor que las actuales.
“Nordhaus prefiere usar una tasa de descuento alta, muy alta. Descontar el futuro le permite argumentar que no debemos reducir emisiones muy rápido, porque el costo económico para la gente en el presente será más alto que el beneficio de proteger a la gente en el futuro. En cambio, deberíamos hacer lo contrario: enfocarnos en el crecimiento del PIB actual incluso si significa asegurarnos en una futura catástrofe climática. Esto es justifica porque, según dice, las generaciones futuras serán mucho más ricas de lo que somos y por tanto podrán manejar el problema de mejor manera”, explica Hickel.
Usando esta lógica, el Nobel de economía viene afirmando por muchos años que el punto de vista de “racionalidad económica” es “óptima” para seguir calentando el planeta en entre 3,5 y 4°C por encima de los niveles preindustriales (el periodo comprendido entre los años 1850 y 1900).
Sin embargo, esto supera por mucho las exigencias de los científicos y del propio Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que ponen su límite en 1,5°C, y de las Naciones Unidas (ONU) cuyas metas de desarrollo sostenible ponen el límite en 2°C.
Hickel advierte que los economistas convencionales y los gobiernos del mundo están alineados detrás de los argumentos de Nordhaus porque les da una especie de justificación para seguir con el estatus quo y retrasar las decisiones difíciles.
Ello explicaría por qué, a pesar de casi 30 años de que el IPCC publicó su primer informe sobre la gravedad del cambio climático, las emisiones siguen aumentando, y por qúe, pese al famoso Acuerdo de París y todas las promesas de los gobiernos que lo suscribieron, la trayectoria actual apunta a un aumento de temperatura de 3,3°C.
Keen: el PIB caería muchísimo más por el cambio climático
Steve Keen, agrega que no sólo la tasa de descuento es un error en el modelo DICE de Nordhaus. Para el experto, la función de daño es “de lejos la falacia más atroz” de la investigación el Nobel.
[caption id="attachment_486951" align="alignnone" width="476"] Aumento de temperatura según el modelo de Nordhaus (rojo) versus el ajustado por Keen y otros (azul).[/caption]
Y es que, con esta función matemática, los cálculos de Nordhaus estiman un aumento de 3°C dañaría el PIB global en 2,1%, mientras que un aumento de 6°C lo dañarían en 8,5%, apenas el doble de lo que causó la recesión de 2008 en sólo dos años, pero en un lapso de casi 130 años, por lo que ese daño sería ínfimo, según las predicciones de Nordhaus.
Sin embargo, utilizando varios ajustes matemáticos al modelo DICE con los aportes de varios expertos en economía, calcula un escenario mucho peor, y advierte que “incluso con un incremento de apenas 1,5°C (algo lejos de cumplirse actualmente), los daños son casi el doble de lo que estima Nordhaus”.
A temperaturas más altas, pero aún dentro de los rangos que el Nobel usa para sus predicciones, la disparidad es aún más marcada.
“Un aumento de 3°C dañaría la economía 8 veces más que lo estimado por Nordhaus. A los 4°C el ratio ni siquiera importa, porque los cálculos dicen que ni siquiera habría una economía”, explica Keen. “Sólo esto es suficiente para rechazar completamente las afirmaciones de Nordhaus sobre la manejabilidad del cambio climático”, advierte, y asegura que hay muchos más problemas con el modelo DICE.
El PIB es lo único que importa
¿Cómo es que el modelo de Nordhaus considera que sólo se perdería 1 o 2 puntos porcentuales del PIB global a fin de siglo si el calentamiento global sigue la actual tendencia (mucho menos que tomar acciones drásticas ahora, según el Nobel)?
[caption id="attachment_486952" align="alignright" width="246"] Expertos ya lo advirtieron, el PIB puede crecer mientras crece también el caos climático.[/caption]
Para Hickel, esto es porque “si una catástrofe climática genera hambruna y desplazamiento de algunos cientos de millones de africanos y asiáticos pobres, eso solo se registrará como un pequeñísimo bajón en el PIB. Después de todo, los pobres no agregan mucho ‘valor’ a la economía global, al igual que la flora y fauna, así que no importa si el calentamiento global sigue acelerando las extinciones masivas de especies. Desde el punto de vista del capital estos problemas existenciales no importan”.
En este punto, el conflicto entre la economía y la ciencia es crucial, dice Hickel: “crecimiento versus vida”. Pero para Nordhaus no parece haber conflicto.
El portal de noticias de la Universidad de Yale, el Yale News, reportó en octubre de 2018 que, cuando salió la noticia de que Nordhaus ganaría el Nobel de Economía, y sus alumnos lo felicitaron en la universidad, el renombrado profesor les exhortó: “Como estudiantes de Yale deben aprender a lidiar con las distracciones. No dejen que nadie les distraiga del trabajo real, que es el crecimiento económico”.
Algo que parece coincidir con la agenda de prácticamente todos los gobiernos del mundo. Mientras la Amazonía, la Chiquitanía y las selvas africanas arden en agosto, la ayuda fluye a cuentagotas, y la prioridad sigue siendo crecer, exportar, o morir.
Muchos medios de comunicación a nivel mundial celebraron que el Nobel de Economía sea otorgado al economista de la Universidad de Yale, reconocido por sus décadas de trabajo sobre el cambio climático, reproduciendo el discurso de que la ciencia económica por fin estaba ocupándose del clima ante la creciente severidad del problema ecológico.
Sin embargo, los científicos climáticos, biólogos, ecologistas y otros, tienen una opinión muy distinta sobre el legado de Nordhaus. De hecho, “muchos creen que el fracaso de los gobiernos del mundo para aplicar acciones agresivas en favor del medio ambiente en las últimas décadas se debe en gran parte a los argumentos que Nordhaus ha desarrollado”, dice uno de ellos, el reconocido antropólogo Jason Hickel.
El modelo DICE
En la década de 1990, Nordhaus desarrolló los primeros modelos de evaluación integrado para explorar cómo el crecimiento económico afecta las emisiones de gases carbono, y cómo a su vez el cambio climático afecta el crecimiento económico.
[caption id="attachment_486949" align="alignright" width="300"] William Nordhaus, ganador del Premio Nobel de Economía 2018.[/caption]
El Nobel de Economía fue puliendo sus modelos hasta alcanzar el llamado Modelo Dinámico Integrado del Clima y la Economía (DICE, por su sigla en inglés), que es el que ha usado finalmente para concluir que los gobiernos podrían elaborar políticas para que la temperatura aumente entre 3,5 y 4 grados centígrados (°C) hasta fines de este siglo.
La investigación de Nordhaus con el modelo DICE también argumenta que limitar el calentamiento global a 1,5°C -tal como lo exigen numerosos científicos y centros de investigación, como el Instituto Potsdam del Clima, Extintion Rebelion, activistas como Greta Thunberg, e incluso el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC)-, le costaría a la economía global más de 50 billones de dólares (millones de millones), mientras que el beneficio de aquello sería sólo de 5 billones.
En otras palabras, reducir las emisiones de carbono en concordancia con lo que dicen los científicos que es necesario para evitar la catástrofe climática (mediante, por ejemplo, elevados impuestos a las emisiones), reduciría significativamente las tasas de crecimiento económico.
Los críticos de Nordhaus tienen profundas observaciones tanto a la filosofía que inspira al reciente laureado Nobel como a la calidad de su modelo DICE.
Desmantelando el modelo
El profesor de economía y director de la escuela de Economía, Políticas e Historia de la Kingston University London, Steve Keen, observa que el modelo DICE está basado en el modelo neoclásico de crecimiento de largo plazo ideado por el matemático Frank Ramsey en 1928.
Este mismo modelo es también la base de los modelos fundamentales actuales, como la teoría del Ciclo Económico Real (Real Business Cycle) y del modelo macroeconómico Equilibrio General Dinámico Estocástico, que “fallaron completamente en anticipar la crisis financiera global de 2008”.
Para Keen, “que a sus primos macroeconómicos les haya ido tan mal en sus tareas es suficiente motivo de preocupación. Estos modelos debían predecir el crecimiento económico de corto plazo, y se equivocaron completamente respecto del futuro económico inmediato, con efectos desastrosos. Eso debería por lo menos levantar sospechas”.
Esto le lleva a preguntar si “este fracaso se debió solo a que la tecnología subyacente no estaba hecha para manejar dinámicas económicas de corto plazo, o si es el modelo de crecimiento neoclásico en el que se basan es en sí mismo un mal modelo de la realidad”.
Pero Keen va más allá, y considera que las características que Nordhaus le ha aumentado para modelar el cambio climático “son mucho peores que los inadecuados cimientos sobre el que está construido”.
Se refiere a la “tasa de descuento”, a la “función de daño”, a la “función de reducción”, y a las ecuaciones que relacionan el crecimiento del PIB con el aumento de niveles de CO2 en la atmósfera, y el impacto del incremento del CO2 en la temperatura promedio global.
[caption id="attachment_486950" align="aligncenter" width="583"] Calentamiento global: bloques de hielo derretido flotan cerca de una isla en la Antártica.Foto-Mathilde Bellenger AFP/Getty Images[/caption]
El crecimiento como la panacea de todos los males
Jason Hickel, que además de antropólogo ha sido docente en prestigiosas universidades como la London School of Economics, la Universidad de Virginia, y la Goldsmiths University of London, y cuyas investigaciones se centran en la desigualdad, economía política, posdesarrollo y economía ecológica, considera que reducir el crecimiento económico para salvar el planeta “no es un problema”, tal como dicen los científicos, activistas y organizaciones internacionales.
“Obviamente, deberíamos hacer lo que sea necesario para evitar la catástrofe climática. Pero para economistas como Nordhaus esto no es aceptable. Después de todo, la mismísima razón de ser de la economía neoclásica es hacer todo lo posible para aumentar el crecimiento económico”, explica.
Es por esta razón que “toda la carrera profesional de Nordhaus ha sido dedicada a encontrar lo que él llama un ‘equilibrio’ entre la mitigación del cambio climático y el crecimiento del PIB”. En efecto, en su famoso artículo de 1991 titulado “Frenar o no frenar” (“To slow or not to slow”), el ahora Nobel de economía argumentaba firmemente a favor de lo último, es decir, no ser “demasiado ansiosos” para reducir el calentamiento global, para no poner en peligro el crecimiento económico.
Para justificar esta conclusión, Nordhaus usa la llamada “tasa de descuento”, que es el método con el que los economistas valorizan los costos de una debacle climática en el presente comparados con el futuro. Una tasa de descuento de cero significa que las generaciones futuras tienen un valor igual a las actuales, mientras que una tasa de descuento alta significa que las generaciones futuras tienen menos valor que las actuales.
“Nordhaus prefiere usar una tasa de descuento alta, muy alta. Descontar el futuro le permite argumentar que no debemos reducir emisiones muy rápido, porque el costo económico para la gente en el presente será más alto que el beneficio de proteger a la gente en el futuro. En cambio, deberíamos hacer lo contrario: enfocarnos en el crecimiento del PIB actual incluso si significa asegurarnos en una futura catástrofe climática. Esto es justifica porque, según dice, las generaciones futuras serán mucho más ricas de lo que somos y por tanto podrán manejar el problema de mejor manera”, explica Hickel.
Usando esta lógica, el Nobel de economía viene afirmando por muchos años que el punto de vista de “racionalidad económica” es “óptima” para seguir calentando el planeta en entre 3,5 y 4°C por encima de los niveles preindustriales (el periodo comprendido entre los años 1850 y 1900).
Sin embargo, esto supera por mucho las exigencias de los científicos y del propio Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que ponen su límite en 1,5°C, y de las Naciones Unidas (ONU) cuyas metas de desarrollo sostenible ponen el límite en 2°C.
Hickel advierte que los economistas convencionales y los gobiernos del mundo están alineados detrás de los argumentos de Nordhaus porque les da una especie de justificación para seguir con el estatus quo y retrasar las decisiones difíciles.
Ello explicaría por qué, a pesar de casi 30 años de que el IPCC publicó su primer informe sobre la gravedad del cambio climático, las emisiones siguen aumentando, y por qúe, pese al famoso Acuerdo de París y todas las promesas de los gobiernos que lo suscribieron, la trayectoria actual apunta a un aumento de temperatura de 3,3°C.
Keen: el PIB caería muchísimo más por el cambio climático
Steve Keen, agrega que no sólo la tasa de descuento es un error en el modelo DICE de Nordhaus. Para el experto, la función de daño es “de lejos la falacia más atroz” de la investigación el Nobel.
[caption id="attachment_486951" align="alignnone" width="476"] Aumento de temperatura según el modelo de Nordhaus (rojo) versus el ajustado por Keen y otros (azul).[/caption]
Y es que, con esta función matemática, los cálculos de Nordhaus estiman un aumento de 3°C dañaría el PIB global en 2,1%, mientras que un aumento de 6°C lo dañarían en 8,5%, apenas el doble de lo que causó la recesión de 2008 en sólo dos años, pero en un lapso de casi 130 años, por lo que ese daño sería ínfimo, según las predicciones de Nordhaus.
Sin embargo, utilizando varios ajustes matemáticos al modelo DICE con los aportes de varios expertos en economía, calcula un escenario mucho peor, y advierte que “incluso con un incremento de apenas 1,5°C (algo lejos de cumplirse actualmente), los daños son casi el doble de lo que estima Nordhaus”.
A temperaturas más altas, pero aún dentro de los rangos que el Nobel usa para sus predicciones, la disparidad es aún más marcada.
“Un aumento de 3°C dañaría la economía 8 veces más que lo estimado por Nordhaus. A los 4°C el ratio ni siquiera importa, porque los cálculos dicen que ni siquiera habría una economía”, explica Keen. “Sólo esto es suficiente para rechazar completamente las afirmaciones de Nordhaus sobre la manejabilidad del cambio climático”, advierte, y asegura que hay muchos más problemas con el modelo DICE.
El PIB es lo único que importa
¿Cómo es que el modelo de Nordhaus considera que sólo se perdería 1 o 2 puntos porcentuales del PIB global a fin de siglo si el calentamiento global sigue la actual tendencia (mucho menos que tomar acciones drásticas ahora, según el Nobel)?
[caption id="attachment_486952" align="alignright" width="246"] Expertos ya lo advirtieron, el PIB puede crecer mientras crece también el caos climático.[/caption]
Para Hickel, esto es porque “si una catástrofe climática genera hambruna y desplazamiento de algunos cientos de millones de africanos y asiáticos pobres, eso solo se registrará como un pequeñísimo bajón en el PIB. Después de todo, los pobres no agregan mucho ‘valor’ a la economía global, al igual que la flora y fauna, así que no importa si el calentamiento global sigue acelerando las extinciones masivas de especies. Desde el punto de vista del capital estos problemas existenciales no importan”.
En este punto, el conflicto entre la economía y la ciencia es crucial, dice Hickel: “crecimiento versus vida”. Pero para Nordhaus no parece haber conflicto.
El portal de noticias de la Universidad de Yale, el Yale News, reportó en octubre de 2018 que, cuando salió la noticia de que Nordhaus ganaría el Nobel de Economía, y sus alumnos lo felicitaron en la universidad, el renombrado profesor les exhortó: “Como estudiantes de Yale deben aprender a lidiar con las distracciones. No dejen que nadie les distraiga del trabajo real, que es el crecimiento económico”.
Algo que parece coincidir con la agenda de prácticamente todos los gobiernos del mundo. Mientras la Amazonía, la Chiquitanía y las selvas africanas arden en agosto, la ayuda fluye a cuentagotas, y la prioridad sigue siendo crecer, exportar, o morir.